AMLO, de cuerpo entero

Javier Corral Jurado/ Columna Rotafolio


AMLO, de cuerpo entero

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2012, 20:16 pm

Como medida cautelar, el IFE retiró el spot del PAN donde se recoge distintos momentos del verdadero Andrés Manuel López Obrador, incluída una frase de su discurso ante jóvenes en la Plaza de la tres culturas en Tlaltelolco el pasado 21 de mayo. El argumento es que esa frase está descontextualizada, y que ello violenta la legislación electoral. Habrá que ver cómo se resuelve el fondo y de dónde se saca la hipótesis legal para sustentar una violación, pero mientras eso llega, hay que señalar que lo referido en ese brevísimo segmento, así fue pronunciado, no hay alteración, ni edición.

En efecto, se sacan de un largo discurso de 37 minutos, unos cuantos segundos, pero todos textuales y en plena sintonía con la idea que quiso transmitir: "no despreciamos a quienes piensan que es la vía armada una posibilidad para lograr la transformación de los pueblos". Luego, expresando "todo su respeto" a los violentos, López Obrador se dice comprometido con la vía pacífica democrática. Como si los demócratas pudiéramos serlo, exentos del requisito de repudiar con toda contundencia y claridad la violencia; o lo que es peor, expresar respeto y reconocimiento a ese método que sólo ha dejado al mundo más miseria y crueldad.

Y he aquí el asunto mayor que quiero destacar: la ambiguedad - que linda en la contradicción - con la que López Obrador se maneja frente al uso de métodos violentos para cambiar el gobierno. La misma ambigüedad con la que afirma que ya va adelante en una encuesta que él mando hacer, y al mismo tiempo anticipa que sus adversarios le preparan un "nuevo fraude". La ambigüedad con la dice confiar en el proceso electoral, porque "confía en los ciudadanos", pero llama deshonestos a los consejeros del IFE. La ambigüedad como estrategia, como salida a una profunda contradicción retórica que trae consigo, como arena de una batalla interna: entre el autentico, genuino, vigoroso autoritario e intolerante que es, y el hipócrita, falso conciliador amoroso como ha querido presentarse.

Debo confesar que al principio me impresionó la trabajada nueva faceta que López Obrador puso en marcha para tratar de engatusar incautos; inaugurada con el gesto mediante el cual tendió la mano a López Dóriga, en señal de reconciliación con la casa, pero en una cruda imagen de abyección que no reconoce siquiera su mínimo pasado de dignidad. Sin embargo nada pudo la llamada serenidad, la desesperación electoral ha impuesto su cuota y el candidato que tanto trabajó en su nueva capacidad de simulación, quedó nuevamente al descubierto en el programa tercer grado de la semana pasada. No tuve oportunidad de verlo en su transmisión en vivo, pero los múltiples comentarios, de decepción y desconcierto de varios jóvenes, me llevó a YouTube.

Sin haber estado tan rudos, tan punzantes como lo hicieron con Josefina Vazquez Mota, los conductores del programa llevaron con cierta facilidad a López Obrador a presentarse ante millones de mexicanos como en verdad es, así como se comporta: intolerante y obtuso, sin otra fuente para la verdad que su propio dicho como verdad absoluta; la encuesta verdadera es la de él, las demás mienten, están cuchareadas o no están bien hechas; los datos del INEGI están mal, las evaluaciones de Transparencia Mexicana están fuera de la realidad, el IMCO se presta a la manipulación. Quien afirme con base en esas instituciones que cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno del DF, tuvo el lugar 32 en materia de corrupción, el peor, y que así lo dejó cuando se fue, no es más que un calumniador. Porque los únicos datos duros los tiene él, y además quién le va a enseñar nada, él se dedica a hacer encuestas desde hace 15 años, cuando era Presidente del PRD.

Los seis millones de dólares que pidieron sus más cercanos "para ganar la Presidencia", no lo considera falta grave ni siquiera una flaqueza de su equipo de la que tenga que deslindarse, de la manera más ridícula culpó a Juan Francisco Ealy Ortíz, el director del periódico que desveló el encuentro con los millonarios de Monterrey, Nuevo León, como si éste hubiera urdido pasar la charola y luego ventilarla. Porque su ambigüedad le da también para eso: eludir cualquier responsabilidad cuando se le descubren sus inconsistencias, su incongruencia. Así lo ha hecho desde el caso de Ponce y de Bejarano, a quienes termina desconociendo en los hechos como si al primero no fuera él quien lo nombró tesorero y al segundo su secretario partícular.

Es la ambigüedad con la que trata de salvar una responsabilidad ineludible, la forma en que contribuyó a engrosar a la Telebancada para la próxima legislatura, con el caso de Alejandro Puente, presidente de CANITEC y socio con Televisa en Efekto Tv, a quien lo lleva de candidato al Senado en el segundo lugar de la lista nacional de Movimiento Ciudadano, uno de los tres partidos que conforman su coalición, ni más ni menos el partido al que hasta el nombre le cambió para hacerlo base de su candidatura, por si hubiera tenido que emigrar definitivamente del PRD, en el caso de que no hubiera conseguido la declinación de Marcelo Ebrar. Esa designación no ha ameritado el más mínimo deslinde hasta ahora.

Si Javier Sicilia fue criticado por algunos de los seguidores de López Obrador, por la descripción que hizo "de lo que para muchos usted significa", basta ver el programa completo de tercer grado. Están ahí encarnadas, vivas como en ningún otro momento, cada una de las duras palabras del poeta, pero indiscutiblemente ciertas: la intolerancia, el resentimiento político, la revancha sin matices, el mesianismo, la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las colusiones de su partido". Ahí sí estuvo López Obrador de cuerpo entero, como en efecto, tuvo mucho cuidado de no presentarse así al debate. Y esa simulación, es el verdadero riesgo.