Vestigios prehispánicos en Puerta de Chihuahua

**Es un cerro de apaches, asegura un vago lector, quien se llevó restos de una olla **“Hay que ir por el camino pavimentado de la piedrera hasta donde se acabe y seguir en línea recta hasta el final…” donde está el cerrito


Vestigios prehispánicos en Puerta de Chihuahua

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2010, 21:19 pm

“Es un cerro de apaches, yo la otra vez me traje una ollita quebrada y una punta de flecha”, presumió un lector. “Debería hacerse una expedición para ver si no hay un tesoro o una momia”, recomendó David Esparza, el impetuoso depredador del patrimonio arqueológico.

Ya había habido noticias, de parte de los vaqueros y chiveros que pastan rebaños al pie de la sierrita, de que en algunos de los cerros que están al Este de la Puerta de Chihuahua, se encontraban abundantes vestigios de la vida de los antiguos indígenas que poblaron esta parte central del estado.

Para identificar el cerro que refirieron sin más señas que “hay que ir por el camino pavimentado de la piedrera hasta donde se acabe y seguir en línea recta hasta el final”, hubo que hacer eso precisamente: llegar hasta el mero final, es decir, hasta donde ya no hubiera camino ni manera de continuar.

Y en efecto, siguiendo el camino pavimentado que se desprende de la carretera 45 en seguida de la gasolinera de la Puerta de Chihuahua, éste se convirtió en terracería y siguió serpenteando hasta que entró en un potrero cercado. Con el guardaganado abierto, el vehículo pudo avanzar, aunque poco, hasta que el cerco de alambre de púas indicó sin lugar a dudas que hasta ahí llegaba el viaje.

Y ahí estaba el cerrito referido por el lector.

Al cabo de una breve ascensión, se pudo localizar la pared rocosa que sirvió sin duda como refugio a los hombres nómadas y cazadores que hicieron de estas llanuras su hogar. Y las únicas piedras labradas fueron las que no se llevó David Esparza a su casa: unas lascas apenas reconocibles como producto del trabajo humano, pero ninguna olla aparte de la que se llevó el saqueador.

Lo único que quedó de valor fue la ubicación de este refugio que igual pudo haber servido a los conchos que a los apaches que llegaron después.