Niños de Camargo a milímetros de las balas /Crónica

**Vulnerados los derechos a al seguridad y el esparcimiento de los niños de Chihuahua con los ataques de la violencia.


Niños de Camargo a milímetros de las balas /Crónica

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2012, 09:55 am

Camargo, Chih.- “Eran unos encapuchados y les gritaban:” “pinches culos”, “¿Te entregas?” "¡No!" Y empezaron a dispararles, ocho horas de pánico fueron las que dos niñas y un niño vivieron en carne propia al presenciar, como si se tratara de una película de acción, un enfrentamiento entre policías ministeriales y sicarios en la colonia Benito Juárez en Camargo. Ocho horas eternas en las que el miedo a morir se apoderaba de ellos por lo que intentaban no escuchar la guerra histórica en la Perla del Conchos.

Asombrada por lo ocurrido a unos metros de su casa, una niña de 11 años narró con firmeza y lujo de detalles, como ella y sus pequeños hermanos presenciaron desde el inicio la guerra a muerte entre miembros del crimen organizado y policías, donde el enfrentamiento duró cerca de ocho horas y dejó un saldo de cuatro muertos y tres detenidos, dos de los fallecidos eran policías del grupo antisecuestros de la Fiscalía del Estado, y los otros dos, delincuentes.

Este caso puso en evidencia la falta de preparación y reacción en casos extremos como el acontecido, ya que el apoyo fue tardío por parte del estado y federación, ya que conforme pasaban las horas el enfrentamiento se acrecentaba y las municiones de los primeros en atender el llamado se escaseaban además de que se solicitaban más chalecos antibalas pero ya no había, fue hasta cuatro horas después cuando un convoy de unidades blindadas y un camión “Rino” arribaron, pero ya de madrugada culminó el duelo.

La mayor de las niñas indicó que cuando ellas jugaban a un costado de la casa tapizada de plomo, un hombre llegó a toda prisa y les grito que se fueran que se metieran a su casa por lo que se levantaron y caminaron a su hogar, luego se escuchó como si se hubiera tronado una llanta, cuando volteamos se vieron unos “encapuchados”, por lo que corrimos y al entrar a la casa vi a mi mamá acostada y a mi papá también, a ella le jalé la pantalonera y a él el pantalón y les dije lo que pasaba y nos fuimos todos al baño, ahí tendieron una cobija y nos estuvimos en el piso.

Decían muchas majaderías como “pinches culos”, uno dijo le dijo a otro te entregas y le gritó que no, y lo balacearon en el mezquite, tenía una capucha y le disparaba a la tapia, cerramos con candado y nos metimos al baño, los soldados rodeaban toda la casa y los policías en la azoteas.

Sentía muy feo, estábamos a tiemble y tiemble, nos tapábamos los oídos pero de todos modos escuchábamos, no podíamos dormirnos de tanto balazo, luego sentimos como el gas que le aventaban a la casa nos entraba por la nariz y la boca.