Madera 1965, la primera guerrilla socialista del país

*La memoria histórica del hecho se va enriqueciendo con los años. *Según nuevas revelaciones, los “muchachos” se brincaron a los “viejos” y se lanzaron a la lucha armada.


Madera 1965, la primera guerrilla socialista del país

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2011, 09:10 am

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- Para algunos, el asalto al cuartel de Madera por parte de un puñado de combatientes, hoy hace ya 46 años, fue una locura, un error táctico, pero para muchos fue un paso inevitable ante la represión que sufría el movimiento reivindicador de tierras en el noroeste del estado de Chihuahua.

El 23 de septiembre de 1965, un grupo de 13 personas bajo el mando de Arturo Gámiz y Pablo Gómez, intentó sorprender a los soldados y apoderarse de la guarnición militar de Ciudad Madera. El saldo de la refriega fue de ocho guerrilleros muertos, seis militares abatidos, diez heridos. Como quiera, el asalto al cuartel de Madera fue el hecho de armas más importante en la década de los sesenta, y marcó el surgimiento de la primera guerrilla socialista del México posrevolucionario.

El movimiento armado de Madera 1965 tiene detrás el movimiento campesino encabezado por la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) desde por lo menos una década antes. La lucha incluso se puede rastrear hacia atrás en el pasado, hasta Francisco Luján Adame, dirigente cuyo asesinato por parte de los guardias blancas de los caciques-empresarios serranos indignó a los campesinos.

“Muchos se cuestionan por qué los muchachos tomaron la decisión de asaltar el cuartel”, dijo el dirigente ugocemista Álvaro Ríos. Los “muchachos” eran los estudiantes que se incorporaron al movimiento campesino de Madera, y de los cuales tal vez el más destacado y representativo fue Arturo Gámiz García; eran también los maestros que formaron filas con los campesinos y que ayudaron a formar una dirección colectiva, y el líder indiscutible de todos ellos fue el profesor normalista Pablo Gómez.

No estaba previsto asaltar un cuartel. “Ese fue un error, porque desde el punto de vista táctico-militar, era una acción muy difícil, dado que no había preparación suficiente, ni había logística, ni había armas”, explicó Álvaro Ríos. Más aún, la acción militar de los hombres que ofrecieron el pecho a las bayonetas en la toma del cuartel en Madera, no estaba planeada, no formaba parte de la estrategia a largo plazo, ni era parte tampoco de ningún plan táctico en lo inmediato del movimiento campesino. Álvaro Ríos y Salvador Gaytán, protagonistas y fundadores de la lucha agraria y del movimiento de reivindicación y defensa de las comunidades de la Sierra de Chihuahua, se enteraron del golpe y del sacrificio de sus compañeros, cuando todo había sucedido.

“A los dirigentes más viejos nos tomó por sorpresa el asalto, era algo que no estaba programado”, dijo Ríos. “A mí, que estuve en estudios con ellos, me sorprende que a esas alturas hubiera ya dos comandos fuertes, dos fuerzas armadas”, reveló a su vez Gaytán. En entrevista con el autor, ambos personajes, ya para hoy fallecidos, rememoraron su participación y sus vivencias en un hecho histórico que los marcó para toda la vida.

Álvaro Ríos sostuvo siempre que Arturo Gámiz y Salomón Gaytán actuaron bajo la influencia de otras personas, que fueron quienes los animaron a proseguir la ruta armada. “Se contactaron con una persona, un capitán del Ejército llamado Lorenzo Cárdenas Barajas, quien les dio adiestramiento militar y los empezó a contactar en México”. Álvaro Ríos, quien falleció en 2004, introdujo y popularizó en los años sesenta la táctica de las “caravanas” a pie de carretera, así como las invasiones de tierras en los grandes latifundios.

Aunque siempre pretendieron marchar como un todo, en la práctica los caminos de los dirigentes campesinos y de la vanguardia intelectual -maestros y estudiantes- tomaron diferentes rumbos, aunque se volvieran a juntar después de la masacre del cuartel.

En los años posteriores, líderes campesinos que no participaron en el asalto, como Salvador Gaytán, sí formaron parte de la estructura del Comando Político-Militar Arturo Gámiz, brazo armado del movimiento campesino que se constituyó después del fracasado golpe y de la represión que atrajo sobre ellos. Aunque se intentó sostener una lucha armada contra el gobierno, la postrera estructura armada no prendió como foco guerrillero, ni pretendió serlo, y se disolvió en medio de las contradicciones inherentes a una masa campesina perseguida, asediada y a la que se le atacaba desde todos los ángulos.

LOS ORÍGENES

La visión que muchos tienen acerca de que con el asalto al cuartel inició y terminó un movimiento, está equivocada por completo. La lucha se puede rastrear hacia atrás en el pasado, hasta un personaje que se llamó Francisco Luján Adame, dirigente de sus coterráneos, cuyo asesinato por parte de los guardias blancas de los caciques serranos indignó a los campesinos.

La lucha continuó en Dolores con Rosendo Gaytán, cuyo medio hermano fue Francisco Cázares, quien peleó al lado de Francisco Villa en la División del Norte.

Álvaro Ríos llegó a Madera en 1958, comisionado por la dirección de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) para apoyar las demandas de los diferentes grupos de campesinos, y para organizar aquí una Federación campesina filial de su organización.

“Hicimos un estudio de la situación de la región, y detectamos que había un grave problema agrario, consistente en el derrumbe de las comunidades campesinas tradicionales, a causa de la expansión de la empresa Bosques de Chihuahua, que acaparaba cerca de un millón de hectáreas”, informó Ríos, en una entrevista con el reportero en mayo del 2003.

Con la intención de obtener mayores beneficios con la “concesión” que le otorgó el gobierno de Miguel Alemán, desde 1952 y extendida hasta el entonces lejanísimo año 2000, Bosques de Chihuahua optó por negar y pasar por encima de los derechos de posesión de muchos campesinos.

Los hombres de los poblados de la Sierra habían organizado su vida dentro de tierras que pasaron de generación en generación, pero que legalmente eran irregulares, y por lo mismo, blancos fáciles para empresarios con poder.

La defensa de sus tierras era su demanda más inmediata, y cada quien se defendía como podía, y si podía.

Eso fue lo que encontró la UGOCM.

Los dirigentes recién llegados empezaron a hacer recorridos y a escuchar a los diferentes núcleos, empezaron a organizar lo que se llama Nuevos Centros de Población Ejidal, y metieron solicitudes de dotación de tierras al Departamento Agrario, y después al Departamento de Asuntos Agrarios, antecesores de la Secretaría de la Reforma Agraria.

Las primeras acciones fueron un mitin y manifestación pública en Ciudad Madera, que servirían para dar confianza a los reprimidos campesinos. En segundo lugar, se empezaron gestiones y recurrieron a todas las formalidades legales para regularizar los ejidos. Y pensaron recurrir a movilizaciones de masas de todo tipo, que impactaran cada vez más, para llegar a más sectores de la población y conseguir solidaridad para el movimiento.

Ese fue el plan inicial, y así fueron las movilizaciones iniciales.

LA CARAVANA Y EL MEMORÁNDUM DE MADERA

Inspirados en la experiencia de los mineros de Nueva Rosita, Coahuila, quienes realizaron una marcha (la llamada “caravana del hambre”) que llegó a la Ciudad de México el 20 de enero de 1951, los campesinos de la Sierra marcharon también a Chihuahua, a pie, e hicieron nueve días en el camino desde Madera. La intención inicial era irse hasta México, pero el presidente Adolfo López Mateos vino a Chihuahua y aquí se entrevistó con ellos y, con promesas que nunca cumplió, desactivó la protesta.

Al presidente de la República le fue entregado el memorándum de Madera, documento en el que se resumían las demandas del movimiento.

Sin embargo, junto con la represión y el bloqueo a las exigencias de los campesinos, el Gobierno empezó a conceder algunas pocas demandas, y así fue como salieron favorables las dotaciones de tierras del Ejido Huichopa, casi totalmente ganadero, en 1963, con 83 mil hectáreas, así como Cuatro Vientos de Cebadilla, con 64 mil hectáreas; Conoachi, con 72 mil hectáreas, Revolución, Libertad, Socorro Rivera... “Estos logros hablaban por sí mismos de que a nosotros nos asistía la razón legal, la razón moral, y la razón histórica”, sostenía Ríos a este respecto.

ANTECEDENTE ARMADO Y ESTUDIANTES

El incidente del cuartel de Madera, con todo y que no fue planeado por el pleno de la dirigencia del movimiento, no fue tampoco un suceso aislado que se explique por sí mismo. Hay un hecho en el que pocos han reparado, y que contradice la visión de muchos, y es que la dirigencia campesina recorrió el estado y trabó contacto con estudiantes y maestros, esto es, con la intelectualidad de izquierda, y los cooptó para el movimiento campesino. No fue al revés: no fueron los intelectuales los que contactaron a los campesinos y los empezaron a concientizar.

En 1961, Salvador Gaytán, recién salido de uno de sus muchos ingresos a las cárceles del estado, regresó a Madera y se echó a cuestas la responsabilidad de restablecer la red de escuelas primarias rurales de la zona, destruidas y convertidas muchas en caballerizas por la Policía Judicial. A Madera estaba llegando también un jovencito llamado Arturo Gámiz, quien de entrada inspiró a Salvador muy poca confianza, pero que muy pronto se ganó al veterano luchador.

Arturo Gámiz no llegó a la Sierra por casualidad, ni por propia iniciativa siguiendo un simple impulso de su corazón: “Todo era parte de un plan muy amplio”, explicó Álvaro Ríos, quien participó en la elaboración de una estrategia que consistía en reforzar las organizaciones de masas con cuadros de intelectuales revolucionarios.

El antecedente armado, previo a Madera 1965, fue un incidente en el Ejido Santa Rita, municipio de Temósachi, contra el cual se dio la amenaza de que los ejidatarios iban a ser desalojados. La dirigencia de la UGOCM no podía dejar que sucediera ni un solo desalojo, porque sentaría un precedente funesto para la causa, y eran acciones que el Gobierno podría empezar a generalizar en todas las comunidades. Así que se preparó en Madera un contingente de campesinos que se fueron a Santa Rita, pero que recibieron la orden de acudir armados, para enfrentar lo que se presentara. Por fortuna, el enfrentamiento se pudo conjurar, y como se dice, el agua no llegó al río.

…Y LLEGÓ EL 23 DE SEPTIEMBRE

Los luchadores que tomaron la decisión suprema de enfrentar desventajosamente con las armas a un destacamento del Ejército, no estaban separados, no constituían una fracción escindida de la corriente principal de la organización, aunque sí tuvieron una apreciación distinta a la de sus compañeros, y en un momento dado prefirieron actuar por cuenta propia.

Lo cierto es que las divergencias, las diferencias al interior del grupo dirigente, sí existieron, y tuvieron como fondo la diferente formación política de los “muchachos” y de los “viejos”: Estos últimos, los campesinos y quienes los dirigían, eran personas más prácticas, que se formaron al calor de luchas por demandas concretas, tangibles, como la defensa de tierras que siempre consideraron suyas, y quienes también tuvieron siempre intereses muy terrenales en su calidad de propietarios. Por otro lado, los “muchachos”, estudiantes en su mayoría, tenían consigo no sólo los ímpetus de la juventud, sino una formación ideológica de corte socialista que implicaba una visión más amplia de la lucha, y con un espíritu más libre, sin ataduras a ninguna posesión material. La entrega de los estudiantes era, por esas razones, más generosa, más pura.

Ese 23 de septiembre, el grupo integrado por 13 personas y comandados por Arturo Gamiz, Pablo Gómez y Salomón Gaytán, intentó sorprender a los soldados de la guarnición. Al rayar el alba, irrumpieron a tiros.

El saldo fue de ocho guerrilleros muertos, cinco más que alcanzaron a escapar, seis militares caídos, diez heridos, y una memoria histórica que se va enriqueciendo con los años, y que año tras año se revalora.