La importancia de Santa Ana de Chinarras en la formación de Aldama

**El viejo edificio de un sobrio barroco, guarda la memoria de lo que fue un complejo sistema económico, tan eficiente, que ecos de él persisten aun en la actualidad y nos permite entender parte de la compleja historia del Noroeste de México.


La importancia de Santa Ana de Chinarras en la formación de Aldama

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2019, 16:40 pm

Por Jesús Manuel Martínez/
Cronista Municipal de Aldama

En los últimos años el templo de Santa Ana de Chinarras se ha convertido en un espacio muy apreciado para la comunidad aldamense, no solo por su importancia religiosa, sino también por la belleza arquitectónica del lugar, lo que lo ha posicionado como un punto de interés cultural y turístico en el estado.

La importancia de este lugar es comprensible cuando conocemos un poco de su papel en la historia del norte de México y el lugar que la misión ocupa en esta historia, sobre todo la de Santa Ana de Chinarras, que al mando de los padres de la Compañía de Jesús estaba estructurada de tal forma que constituía un verdadero centro agrícola, donde se enseñaban nuevas técnicas de producción de diferentes cultivos, así como técnicas pecuarias.

La misión de Santa Ana de Chinarras, cerca de la orilla del río, fue una extensión de tierra de la más fértil, lo que la puso en una situación y una posición muy importante cuando se habla sobre la tenencia de la tierra, tema sobre el cual giran diversos debates acerca del monopolio que los jesuitas tenían de esta, y aunque no contaban con la plena propiedad, sí con el uso legal de esta por estar sujetas al derecho común.

Otro punto importante para entender el papel de la misión sin duda es el control de los jesuitas sobre la mano de obra indígena y su excelencia en el control político y administrativo, cosa que les permitió construir un sólido soporte económico, el cual exigía una planificación y una eficiente administración, una de las principales razones por la que los padres de la Compañía de Jesús y las misiones fueron denunciados como centros acaparadores de riqueza por la sociedad secular.

El gran florecimiento económico del sistema de misiones fue inminente, pero tal progreso es lo que cimentaría su fin y para la misión de Santa Ana de Chinarras no es la excepción, ya que esta estaba muy estrechamente relacionada con algunas haciendas cercanas de la región como la de Dolores y Tabaloapa, y no se diga con el colegio jesuita de Nuestra Señora de Loreto, donde seguro no solo hubo una relación comercial, sino también política administrativa.

Finalmente, los jesuitas son expulsados en el año de 1767 y la misión de Santa Ana es confiscada y pasa a ser propiedad de la Real Hacienda; y junto a esto el ataque indígena a los pueblos de Santa Ana y San Jerónimo que dejó en abandono el lugar es la época en que termina su historia como misión. Hoy solo queda el viejo edificio de arquitectura de un sobrio barroco que guarda la memoria de lo que un día fue parte de un complejo sistema económico, tan eficiente, que ecos de él persisten aun en la actualidad y nos deja un legado que nos permite entender parte de la compleja historia económica del Noroeste de México.