“La destitución de Rousseff es una página negra para AL”

**Para el experto en temas de desarrollo y ex representante de México en Uruguay, Sudáfrica y Corea del Sur, el juicio político contra Dilma quebranta la democracia brasileña


“La destitución de Rousseff es una página negra para AL”

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2016, 14:37 pm

Ciudad de México.- Más allá de los errores cometidos por la presidenta Dilma Rousseff, su destitución es "algo muy trágico", afirma el ex embajador Luiselli, académico de amplia trayectoria y gran conocedor de la política brasileña como ex representante de México ante la Asociación Latinoamericana de Integración.

¿Qué opinión le merece la destitución de la presidenta Rousseff?

Me parece muy triste, muy trágica; es una página negra en la historia de América Latina, independientemente de errores o no errores, razones o no razones, pues cuando un país de ese tamaño interrumpe su proceso de transición democrática es una cosa muy penosa que todos debemos lamentar.

No todos tienen esa misma opinión. En México mucha gente piensa que Dilma "debía caer"...

Es un tema muy delicado, una cosa es que un presidente no logre resolver ciertos problemas o que haya cometido ciertos errores, pero estar destituyendo presidentes así es algo muy lamentable. Sobre la presidenta Dilma no hay ninguna acusación penal, ¡por favor! Es una cosa que los latinoamericanos debemos lamentar por ese país tan importante, que está teniendo también una crisis económica brutal.

Rousseff acusó el jueves de "un golpe" en su contra del "partido que perdió las elecciones en 2014", es decir, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Aécio Neves y del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Es una acusación muy grave, sobre todo cuando Cardoso se muestra siempre como un gran demócrata...

Hay en Brasil una lucha durísima por el poder y no prejuzgo a unos ni a otros. Lo que me parece lamentable es la forma en que se hicieron las cosas. También es cierto, hay que ser equilibrados en los análisis, que se postergaron los ajustes que había que hacer y Brasil vivió unos años de euforia más allá de sus realidades fiscales y sus posibilidades. Se lanzó a una especie de estrellato de ser una de las grandes potencias del mundo, cuando igual que México es un país importante pero no es un jugador global. También es cierto que Lula da Silva sobredimensionó las capacidades reales de Brasil y ahora estamos viendo las consecuencias. Se tendría que haber esperado que la presidenta acabara su plazo, en diciembre de 2018, y elegir democráticamente a otro presidente, quien quiera que fuera. Pero aquí la pelea de fondo era acabar con Lula y el Partido de los Trabajadores (PT).

Según Cardoso, el ’impeachment’ no pone en riesgo la democracia como no lo hizo en 1992 cuando Fernando Collor debió renunciar por corrupción. ¿Está en riesgo hoy la democracia en Brasil?

La democracia brasileña sufrió un quebranto importante por este procedimiento. No estoy juzgando que estrictamente no sea legal, ya que interviene el Senado, pero es muy lamentable que se haya utilizado un procedimiento de esa naturaleza cuando la presidenta no tenía un cargo penal en su contra.

La oposición de derecha también acusa a Rousseff de provocar un "desastre económico" por su política intervencionista...

Esto es bastante cierto también. Brasil buscó una estrategia autárquica —con un gran desdén hacia México, que siempre le ofrecimos acercarnos, comerciar más y Brasil siempre lo eludió—. Brasil pensó que con tener el espacio sudamericano o comerciar con China iba a tener empresas globalmente competitivas, pero no fue el caso. ¿Cuánto es lo que exporta de manufacturas Brasil a China? Menos del 1 por ciento... cerrarse tanto fue un error. A la vez, hay una gran desafección de los grupos poderosos brasileños, industriales y financieros, sobre todo en Sao Paulo, con el PT, pero vivieron muy bien con el PT bajo Lula. Lo que sucede es que cuando viene la debacle de las materias primas y el modelo se desploma acabó esa luna de miel. Ellos también tienen responsabilidad. Pero Brasil no pudo apostarle de esa manera a vender materias primas, ese fue un error muy serio. Brasil no tiene un solo tratado de libre comercio, le apostó a Doha –que ha fracasado quince años- y es un país muy cerrado. Y se sumó a los BRICS, cuando este grupo [Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica] no tiene ningún asidero geográfico ni una continuidad histórica.

¿Qué sigue? ¿Qué se puede esperar del gobierno de Michel Temer?

Yo no creo que el señor tenga la legitimidad —perdón, con todo respeto—, ni que pueda generar la confianza que prometió en su discurso como presidente interino. La crisis en Brasil se va a resolver a largo plazo, cuando Brasil elija en las urnas a un presidente. Creo que de aquí a finales de 2018 vamos a vivir una situación muy tensa. Repito, el proceso no fue ilegal en términos estrictos de la Constitución, eso hay que aceptarlo y respetarlo, pero obviamente es un proceso muy heterodoxo. Y Brasil va a vivir ahora un momento muy complejo, porque requiere un ajuste económico enorme ante una gran crisis y ha acumulado la peor recesión en los últimos 70 u 80 años. El trasfondo económico es tremendamente complejo y yo no creo que el señor Temer tenga los votos y los consensos en las cámaras para los ajustes muy severos que van a tener que hacer. Van a ser años muy duros para Brasil.

¿Algo que desee agregar?

Ojalá que los brasileños hagan una profunda introspección de su lugar en el mundo. Brasil tiene un peso específico y un papel protagónico que todos esperamos que, para el bien de la comunidad internacional, pueda satisfacer en democracia, con instituciones fuertes y libres. Yo sé que Brasil a la larga va a salir adelante, tiene mucha fuerza, tiene un gran empuje. Hay que esperar, hay que aguardar tiempos difíciles, pero Brasil va a salir adelante.