Familia Aco: 50 años de crímenes en Huitzilan

** La familia Aco regresó, pero como Antorcha no representaba sus intereses, se alió con los pistoleros de la UCI y ambos grupos comenzaron la persecución y el acoso al pueblo.


Familia Aco: 50 años de crímenes en Huitzilan

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2016, 13:36 pm

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Carmen Guevara

En los últimos 50 años, algunos de los integrantes de la familia Aco han logrado amasar, en Huitzilan de Serdán, Puebla, una cuantiosa fortuna a costa de la explotación laboral de indígenas, préstamos usurarios a elevadas tasas de interés, fraudes a través de una empresa fantasma, la intermediación de café, la venta de seguros e, inclusive, del acopio de créditos federales otorgados a fondo perdido.

Además de este historial económico, esencialmente fraudulento y especulativo, varios de estos personajes caciquiles de la Sierra Norte de Puebla se han visto involucrados en acusaciones por asesinato, amenazas de muerte, robo de información científica al Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en años recientes su sistemático empeño por desestabilizar la paz social que desde hace tres décadas impera en Huitzilan de Serdán.

Los autores materiales e intelectuales de los delitos mencionados son Rolando y Alonso Aco Cortés, y Jerónimo y Pablo Aco Huerta, pero sólo dos de los cuatro –Rolando y Jerónimo– han pagado con cárcel parte de sus crímenes.

El fraude

Desucampo S. A. de C. V. es una empresa fantasma creada por Alonso Aco Cortés con la que consiguieron que el ingeniero bioquímico Valentín Oliver Tenorio y su familia compraran acciones por un monto de 600 mil pesos que finalmente resultaron inexistentes y dieron materia a una denuncia penal por fraude contra Rolando Aco mediante el proceso No. 101/2011, en el Juzgado de lo Penal del Distrito Judicial de Huejotzingo, de donde derivó la orden de aprehensión-oficio 1995 el 28 de marzo de 2011.

En entrevista con Buzos de la Noticia, Oliver Tenorio informó que en enero de 2008 conoció a la familia Aco, que lo invitó a participar en Desucampo, una sociedad accionaria. Valentín era profesor investigador en el IPN y profesor de asignatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); quien al jubilarse contaba con cierta cantidad de dinero disponible para invertir.

“Me interesé en comprar un buen número de acciones, pero la organización de la empresa me limitaba a comprar 10 acciones de 10 mil pesos cada una, por lo que entonces dije: mis hijos pueden comprar también acciones. Sí, no hay problema, dijeron. Entonces entre mis hijos y yo compramos 60, lo que implicó 600 mil pesos”.

Valentín retiró el importe de su cuenta en Bancomer de una sucursal en Ermita Iztapalapa, Ciudad de México, a fin de depositarlo en la entidad financiera Banamex del mismo lugar. Pero cuando intentó realizar la operación bancaria le informaron que el depósito no procedía porque Desucampo no estaba registrada y, de hecho, no existía.

Entonces llamó a Rolando Aco para explicarle la situación, pero éste le pidió que hiciera el depósito a su cuenta personal, lo que el excatedrático del IPN realizó. Esto sucedió en los primeros dos días del mes abril de 2008, como se evidencia en la causa penal 101/2011, en la que obran copias certificadas de los estados de cuenta de Oliver Tenorio y Rolando Aco.

Con ese dinero, dice Valentín, Rolando Aco la pasó muy bien en esos días, pues se fue a pasear a Cancún con su esposa e hijos; compró un auto nuevo, con el que sustituyó el coche viejo que le daba problemas y montó una tienda de productos orgánicos en la 31 poniente de la colonia San Manuel, en Puebla.

Sin embargo, para disfrazar el robo y distraerlo del fraude en que lo habían embarcado, los Aco lo nombraron ingeniero de mantenimiento y campo en Huitzilan, razón por la que entre 2009 y 2010 se fue a vivir a esta población, donde echó a andar una planta purificadora de agua que en poco tiempo ganó mercado en los municipios vecinos de Zapotitlán, Ixtepec y Huehuetla; también lo nombraron representante de las empresas de los Aco en la Ciudad de México.

Fue durante su estancia en ese municipio serrano cuando se dio cuenta de la estafa; en principio decidió recuperar su dinero mediante la aplicación de sus conocimientos y trabajo en las diversas empresas donde operaba. Sin embargo, los Aco lo entramparon en varios sucesos anómalos con el propósito de expulsarlo de sus negocios.

Por ejemplo, en el negocio del agua embotellada, para cuya distribución se utilizaba una camioneta Nissan 2005, en una ocasión Alonso Aco aprovechó la ausencia de Valentín para vender este vehículo y después simular que había sido robado, a fin de inhibirlo en la administración y manejo de este negocio.

Sus otros supuestos “socios”, Jerónimo, Pablo y Rolando aprovechaban sus ausencias en el local de la purificadora para recoger el dinero que ingresaba a cambio de vales que jamás pagaron y que sirvieron al afectado para sustentar su querella en el proceso 101/2011.

Las mismas maquinaciones y truculencias denunció Oliver Tenorio en el caso de la comercialización de café de Huitzilan en la Ciudad de México, producto que solía llevar el propio Alonso a la ciudad de Puebla, donde pedía dinero a cuenta.

Todo empezó a definirse como un fraude genérico cuando en una ocasión Rolando, Jerónimo, Alonso, Pablo y otras personas, lo llamaron para informarle que le habían perdido confianza y que quedaba fuera de los negocios de la familia. Entonces él reclamó el reembolso de los 600 mil pesos que había invertido en Desucampo, más 50 mil pesos extras que entregó meses después a Rolando en una reunión en Huejotzingo.

Cuando él planteó esta condición, Rolando Aco le informó que lo integrarían como socio de la cooperativa Cuali Tatok S. C. de R. L., pero Pablo, Jerónimo y Virginia Aco, le comunicaron que no podía pertenecer a esta sociedad porque su participación era muy alta y se llevaría la mayor parte de las ganancias.

Como alternativa le ofrecieron incorporarlo a Café Colibrí, donde la mamá de Alonso, Clemencia Cortés Bonilla, se negó a admitirlo con el mismo argumento. Acto seguido le dijeron que después lo buscarían para decirle cómo le iban a reintegrar el dinero que había invertido.

Fue entonces cuando Oliver Tenorio presentó la denuncia penal contra Rolando Aco, la cual quedó asentada dentro del proceso 101/2011 en el Juzgado de lo Penal del Distrito Judicial de Huejotzingo y que fructificó gracias a que contaba con los elementos de juicio –estados de cuenta bancarios, correos electrónicos, copias de vales, etcétera– para demostrar que había sido defraudado.

Esto derivó en una orden de aprehensión girada el 28 de marzo de 2011, cuyo oficio 1995 establecía: “queda a disposición de este juzgado al indiciado Rolando Aco Cortés como probable responsable del delito de fraude genérico cometido en agravio de Valentín Oliver Tenorio”.

En Puebla, el fraude genérico no es un delito grave; por ello, Rolando Aco alcanzó la libertad bajo fianza; pero para soltarlo, el juez le exigió pagar en efectivo la cantidad adeudada, o bien dejar como póliza de fianza algún bien inmueble que se valuara tres veces en lo comprometido como garantía.

La familia dispuso como aval una casa asentada en Puebla que es propiedad de la madre del acusado y que tiene un valor de 300 mil pesos, así como un terreno de 38.1 hectáreas valuado en dos millones de pesos.

A la salida de Rolando, su tío Pablo Aco emitió un oficio en el que solicitó la entrega de los bienes, el Juez Penal de Huejotzingo se declaró incompetente para dictar sentencia y envió el expediente a la Ciudad de México, porque ahí se realizó el depósito de los 600 mil pesos.

En la Ciudad de México, el fraude genérico es un delito grave y no se admite la libertad bajo fianza. El Juzgado 7º Penal aceptó el proceso marcado con el expediente 115/15, y con el oficio 2351 emitió la aceptación de la competencia y solicitó a Rolando Aco comparecer ante el juzgado, ponerse a disposición y continuar con la secuela procesal. Sin embargo, Rolando no compareció, se dio a la fuga y el juez giró la orden de reaprehensión, por lo que el cacique de Huitzilan es un prófugo de la justicia.

Asesinatos y abusos

En la década de los 70 y a finales de los 80, Huitzilan de Serdán fue escenario de múltiples crímenes contra los pobladores, todos provocados por la guerra que entonces sostuvieron los caciques del municipio, que pertenecen a la familia Aco, y los integrantes de la Unión Campesina Independiente (UCI).

Fue en ese periodo, de acuerdo con las denuncias de los pobladores, cuando los Aco se adueñaron de las tierras de los campesinos pobres al aprovecharse de sus necesidades mediante la compra de cosechas a bajo costo que después vendían a granel a altísimos precios.

La familia Aco también se dedicó al agio mediante ventas a crédito que luego se convertían en cuentas impagables y finalmente derivaban en la entrega de tierras y otras propiedades.

En su libro Estructura de los grupos domésticos de una comunidad náhuatl de Puebla, el antropólogo James Mounsey Taggart dice: “los mestizos que llegaron a la región adquirieron grandes extensiones de tierra y numeroso ganado... Los nuevos pobladores encontraron indígenas analfabetas e ingenuos. Los indígenas confiaban y compraban a crédito en las tiendas”.

Taggart no señala directamente a la familia Aco, pero para los pobladores de Huitzilan la referencia a sus integrantes es clara, pues en este municipio cafetalero no hay otros caciques más que ellos.

La sangría que los Aco hacían a su costa empujó a los campesinos a creer en la UCI, organización que en un principio tuvo el objetivo de recuperar las tierras de los indígenas a través de la lucha armada. Fue precisamente debido a la aplicación de esta estrategia que la situación se salió de control y estalló la “guerra” entre los pistoleros de la UCI y los de los caciques, a quienes lograron arrebatar algunos terrenos.

“Huitzilan de Serdán siempre fue sometido por el cacicazgo hasta el año de 1976, cuando llegó la UCI. Muchos fueron convencidos por ésta y se organizaron pensando que ahora sí iban a conquistar la libertad y sus derechos, mas no se imaginaron que los iba a llevar a un clima de terror, donde asesinaron a niños, mujeres y hombres, convirtiendo a Huitzilan en un pueblo sin ley.

Pero algunos de sus mejores hombres fueron informados de la existencia de una organización Antorcha Campesina (hoy Movimiento Antorchista), a la cual acudieron a solicitarle apoyo. Fue cuando se organizaron y juntos convirtieron a Huitzilan de un pueblo sumido en el terror y olvido, en un pueblo progresista”, explicó en entrevista Filiberto Hernández Bonilla, habitante del municipio.

Fue el 21 de marzo de 1984, cuando Antorcha Campesina, luego de varias gestiones y actividades de protesta para que el Gobierno del estado de Puebla interviniera en el municipio y garantizara a los pobladores bienestar social, entró a Huitzilan con cientos de familias que habían huido a causa de la violencia desatada.

Además de instalarse un destacamento permanente de la policía estatal, se consiguió que Ramírez Velázquez Gobierno, campesino huitzilteco que había encabezado el movimiento por la paz de Huitzilan, gobernara y emprendiera las primeras acciones de estabilidad y desarrollo que las administraciones antorchistas han impulsado en el municipio.

El Movimiento Antorchista logró restablecer la paz social en Huitzilan. La familia Aco regresó, pero al descubrir que Antorcha no representaba sus intereses, se alió con los pistoleros de la UCI y ambos grupos comenzaron la persecución, el acoso, su permanente empeño en desestabilizar al nuevo Huitzilan.

El 12 de julio de 1988 fue asesinado Ignacio Gómez Cipriano; era el segundo presidente municipal antorchista y llevaba apenas un año en el cargo. El autor intelectual del crimen fue Jerónimo Aco Huerta, quien fue capturado, procesado y enviado a la cárcel.

Según declaraciones de algunas personas que solicitaron el anonimato, Ignacio Gómez Cipriano fue asesinado mediante la práctica de un ardid planeado por Aco Huerta cuando aquél fue a comprar una res al potrero de éste junto con su padre Mateo Gómez, el líder antorchista Juventino Reza Salgado, otros antorchistas y un policía.

El complot incluyó la simulación de la golpiza de un joven contra su madre para distraer a la policía y una plática en privado que Aco Huerta le propuso al alcalde para alejarlo del grupo, hecho que los pistoleros de éste aprovecharon para dispararle y asesinarlo.

Las investigaciones judiciales derivaron en la localización de un campesino del barrio de Tacaloco, quien reveló haber escondido a los asesinos y denunciar que Jerónimo Aco había sido quien mandó a matar a Gómez Cipriano.

Aco Huerta estuvo en la cárcel 12 años y Francisco Galindo, el autor material, fue liberado hace medio año después de cumplir con su condena.

Estafa y explotación

Productores del aromático en la región de Zoyotla y otras comunidades de Huitzilan acusaron a los Aco de hacer negocio con su café. Los productores les vendieron sus cosechas y hasta la fecha, no han recibido el pago acordado; en los mejores casos, el importe recibido fue menor que el precio que acordaron. A pesar de que son varios los productores afectados, los Aco no han querido responder y mucho menos dar la cara para solucionar el problema.

Los Aco son propietarios de un beneficio de café en la cabecera municipal; a muchos de sus trabajadores con varios años de servicio los han corrido sin ninguna justificación, liquidación, ni mucho menos indemnización.

El ingeniero Valentín Oliver dijo a buzos que en los seis meses que estuvo en Huitzilan fue testigo de cómo los trabajadores del beneficio de café acudían a las reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA) a buscar a Jerónimo Aco –quien es alcohólico– para reclamarle el pago de sus salarios y que éste eventualmente tomaba algún dinero de las ganancias de la planta purificadora para hacerles un pago parcial de lo que les debía.

El giro comercial de Alonso Aco, otro de los caciques de Huitzilan, es la venta de seguros en la región y no son pocos los pobladores de Zongozotla y Totutla que lo han acusado de estafarlos porque nunca han logrado hacer efectivos estos instrumentos financieros.

Robo de información científica

Minerva Rosas Morales, esposa de Rolando Aco, trabajó como profesora e investigadora en el Centro Interdisciplinario de Biotecnología Aplicada (CIBA) del IPN en Tlaxcala; Rosas Morales invitó a los aspirantes de maestría a realizar un experimento sobre la estabilización de productos del café.

Con respecto a este tema, Valentín Oliver dijo que él fue testigo de “cómo traía equipo del CIBA para usarlo en sus experimentos, para concluir o estabilizar sus productos, los vinos, la crema de capuchino, para todo esto; ella sacó equipo, sacó reactivo y no sólo eso, sino que sacó el producto científico. Invitaba a los jóvenes que hicieron maestría a que la hicieran sobre la estabilización de productos del café y ella sacó toda esa información del CIBA-Tlaxcala”.

Cuando se dio el problema con Rolando, relata Oliver Tenorio, Minerva regresó parte del equipo usado en sus experimentos, pero no reportó el producto derivado de éstos, hecho que lo indujo a enviar un escrito a los directivos del IPN para hacer de su conocimiento el delito en el que incurrió Minerva.

Sin embargo, un cambio en la dirección de esta institución impidió complementar la denuncia, que finalmente ha podido retomarse a raíz de un segundo texto de Oliver Tenorio y una solicitud del IPN fechada en octubre de 2015 para que amplíe su información sobre el presunto delito cometido por la esposa del cacique.

Amenazas de muerte y desestabilización

Alonso Aco Cortés se ha convertido en el cabecilla de un grupo de pseudocatólicos que mantuvieron secuestrada por poco más de año y medio la parroquia de Santiago Apóstol de la cabecera de Huitzilan de Serdán.

Algunas veces como supuesto “consejo parroquial” y en otras como “consejo ciudadano”, actuaron con agresiones hacia los feligreses que no simpatizaban con su movimiento. Llegaron al grado de sacar a golpes a fieles católicos que realizaban una quermés el 11 de diciembre en el atrio de la iglesia; a secuestrar por varias horas al párroco provisional Víctor Vázquez, agredirlo e insultarlo por no acceder a sus chantajes y hasta cerrar las puertas de las capillas para que no se llevaran a cabo los actos de fe.

Aunado a estas acciones, otro suceso en el que los pseudocatólicos encabezados por Aco han intentado llevar al pueblo organizado a un enfrentamiento, sin tener éxito, sucedió el pasado 26 de noviembre de 2015, cuando un grupo de no más de 70 “inconformes” acudieron a la presidencia municipal para dialogar con el alcalde Manuel Hernández Pasión, con la intención de llegar a un acuerdo ya que se oponían a la construcción de una barda en la escuela primaria Niños Héroes.

Entre los integrantes estaba Juan Veracruz, Demetrio Ronquillo y otros cinco pobladores, quienes llegaron en estado de ebriedad; pero ante la presión del pueblo huitzilteco aceptaron no pasar como parte del grupo conciliador debido al estado en el que se encontraban.

En los videos, grabaciones y fotografías a los que la revista Buzos tuvo acceso, se visualiza a los implicados aceptando su estado de ebriedad y alejándose del grupo porque los más de mil 500 huitziltecos que se concentraron para defender la obra que la institución educativa solicitó al edil, los presionaron a retirarse para evitar cualquier brote de violencia.

Además, el pasado 12 de enero del presente año, a través del periódico La Jornada de Oriente Puebla, Alonso Aco Cortés, como representante del “Consejo Ciudadano”, declaró: “Cuídense mucho, no vaya a ser que alguien de ustedes aparezca por ahí muerto o malherido para inculpar a otros”.

Esto, luego de la serie de denuncias que el MA ha realizado con respecto a las acciones de los integrantes del doble consejo por desestabilizar el clima de paz social que desde hace tres décadas impera en el municipio.

Poco después de que Aco Cortés lanzara esta frase, el miércoles 3 de febrero fue asesinado el antorchista Juan Cevallos Zeferino, mediante el uso del mismo modus operandi de los pistoleros de la familia caciquil y la UCI: lesiones con arma blanca y un disparo en la cabeza.

“Alonso es uno de los más violentos de ellos; Alonso me tiene amenazado de muerte”, denunció Oliver Tenorio.