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**El gobierno de la 4T no es sino una parte de las clases gobernantes que lo hacen en nombre del pueblo, razón por la cual, aunque la intención es buena, el resultado será malo, a no dudarlo.
La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2020, 09:54 am
Por Brasil Acosta
(El autor es Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton, fue catedrático en el CIDE.)
“No me ayudes compadre”. Adelanto que, desde mi punto de vista, el aumento anunciado del salario mínimo por parte de la #4T, va a ser contraproducente en contra de la clase trabajadora de México y lejos de resolverle la demanda histórica de los trabajadores, los va a dejar en una condición peor.
Primero, un poco de teoría. El #salario, según la visión marxista de la economía, representa la parte de la riqueza creada que el obrero recibe. Al obrero no se le paga con base en lo que produce, pues de ser así, no habría riqueza para las clases poderosas, pues dentro de las mercancías qué hay en el mercado, existe una que es mágica, pues tiene la capacidad de generar más valor en el proceso productivo del que cuesta y esa mercancía es “la fuerza de trabajo”. Este es el magnífico descubrimiento de Marx que plasmó en muchas de sus obras, pero que elevó al rango de ciencia en su obra cumbre: El Capital. Efectivamente, el patrón no contrata al obrero por su trabajo, pues el obrero no vende su trabajo cuando llega a hacer la solicitud de empleo. Se establece un convenio con el patrón, pactan un precio por el tiempo en el que el trabajador laborará, “antes de que trabaje” y, por tanto, lo que vende no es su trabajo, sino, su “fuerza de trabajo”, es decir, su capacidad para trabajar de manera normal por un tiempo determinado que cualquier ser humano puede llevar a cabo.
Ahora bien, una de las preguntas de los economistas clásicos estaba en la determinación del “precio del trabajo” (ellos no distinguían entre trabajo y fuerza de trabajo) y por ello cometían grandes errores y confusiones, pues si el trabajo se medía en horas, entonces una hora de trabajo era igual a una hora de trabajo, pero eso no nos dice absolutamente nada y, además, el trabajador labora 8 horas pero no recibe el fruto de su trabajo por las 8 horas laboradas; sino muchísimo menos y no sabían explicarlo dichos economistas hasta la llegada de Marx que, defensor de los trabajadores, puso las cosas en su lugar al demostrar que al trabajador le pagan por su fuerza de trabajo, pero al ponerla a funcionar, es decir, al poner al obrero a trabajar, éste generaba más riqueza de la que costaba. Efectivamente, los patrones determinaron que el pago de los trabajadores debería estar basado en lo que cuesta producir y reproducir al obrero (a la fuerza de trabajo), de tal suerte que el salario se ha calculado con base en lo que cuesta una canasta de bienes mínimos indispensables para la supervivencia del obrero, que reponga sus fuerzas de un día a otro y garantice su sustitución en caso de su ausencia, mediante su descendencia.
Por su parte, la economía neoclásica ha visto al trabajo como un insumo más, es decir, lo mismo que la gasolina, la tela, la luz, la madera, etc., así el trabajo, de manera que al hacer la maximización de la función de producción, resulta que el salario se determina por la productividad marginal del trabajo, es decir, a mayor productividad del trabajo deberá recibir mayor salario (en México el doctor Gerardo Esquivel ha demostrado que la productividad ha incrementado, pero el salario del obrero no).
Ahora bien, en la economía capitalista que está dividida en clases, los intereses de los obreros son antagónicos con los de la clase capitalista, de tal suerte que una mejora en los salarios del obrero repercuten en las ganancias de los capitalistas, por eso, desde siempre, los patronos han procurado cercenar el salario del obrero inventándose sanciones, extendiendo sin paga los tiempos de la jornada laboral, cargándole al obrero las cuotas de la seguridad social que le corresponden a la empresa, reteniendo las utilidades, etc., de tal suerte que hasta ha sido política la de los bajos salarios para hacer de México un país “competitivo”, castigando los niveles de vida de la clase trabajadora de México lo cual, hasta hoy sigue siendo cierto, pues de los países de la OCDE estamos en los últimos lugares en cuanto a paga de trabajo.
En estas condiciones, se justifica, indiscutiblemente, un incremento en el salario del obrero, sea porque se le paga muchísimo menos de lo que produce, o bien, porque incremente su productividad y el incremento en el salario no no se vea reflejado. Sin embargo, la subida del salario no puede ser resultado de un decreto arbitrario sin que existan las condiciones para instrumentarlo con éxito. En su polémica “Salario, precio y ganancia”, Marx demuestra a Weston que el obrero, ganando pierde y este será el caso. Veamos por qué.
Efectivamente, la 4T ha propuesto un incremento del salario del 15%, con lo cual, en la forma pasa de 123.22 a 141.7 pesos por acuerdo de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami). Por su parte, el sector patronal señaló que el incremento debía de ser del 6% a la vez que la Coparmex dijera que “con la falta de apoyos gubernamentales y ahora un incremento irracional al salario mínimo, sin gradualidad ni lógica, se agrava el riesgo de que 700 mil empresas más desaparezcan en los próximos tres meses”, señaló la Coparmex Estado de México. Entonces, el resultado de esta situación es fácil de comprender. Los empresarios, al no ser tomados en cuenta, van a trasladar el aumento a sus costos, como corresponde a la clase capitalista con la versión neoclásica derivado de que no habrá un aumento de la productividad y, por ende, van a suceder dos cosas: incrementar el precio de sus productos, o bien, como advierte la Coparmex, cerrarán negocios y no habrá incentivos para la creación de empleos formales, por tanto, habrá más desempleo y crecerá la informalidad, dejando en el desamparo a los obreros.
Para que el aumento de salarios tenga un efecto real, debe ser el pueblo organizado el que tome el poder político nacional y llegue a un acuerdo con las clases empresariales del país, de tal manera que, de preferencia, de manera coordinada, el aumento sea gradual y, al propio tiempo, racional y efectivo. En caso de que la clase empresarial se negara, debe entonces el pueblo organizado, garantizar un férreo control de precios para evitar abusos, pues lo que ganan los obreros en el aumento nominal, lo pierden en términos reales, pues pueden comprar lo mismo o menos que antes con el incremento de los precios. Hoy la gente votó por Morena en México, pero el pueblo no gobierna esta patria, sino una parte de las clases gobernantes que lo hacen en nombre del pueblo, razón por la cual, aunque la intención es buena, el resultado será malo, a no dudarlo. Por ende, este incremento del salario equivale a un “no me ayudes compadre”. Ese será el resultado de la política de la 4T.
La Crónica de Chihuahua es un diario independiente, enfocado a describir las singularidades y la cotidianidad de la comunidad chihuahuense.