Contraproducente guerra comercial

EDITORIAL/


Contraproducente guerra comercial

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2018, 21:33 pm

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Buzos de la Noticia

La guerra comercial declarada por Donald Trump a principios de este año contra países de todo el mundo, y que se desarrolla aceleradamente, escalando a niveles cada vez más altos, es el tema que aborda hoy nuestro reporte especial, analizando el fondo político de un fenómeno aparentemente comercial, pero que es un claro y obligado intento por restaurar la hegemonía del imperialismo norteamericano en Asia, recuperar su dominio político y su control mundial, mermado por el desarrollo de potencias económicas que hoy le disputan su antigua primacía y prueban que son capaces de desarrollar acciones y una estrategia más efectiva que la del imperialismo, cuya política siempre se ha caracterizado por la fuerza y la amenaza, signo que se aprecia claramente en su violenta agresión arancelaria y el cierre de sus fronteras a los bienes producidos en territorio chino.

Los efectos de esta guerra comercial comienzan a volverse en contra de sus promotores; no se vislumbra, al menos en el futuro inmediato, la posibilidad de que el gobierno de Donald Trump se acerque al objetivo principal de esa andanada arancelaria sobre los bienes que su nación importa de numerosos países, como los que integran la Unión Europea (UE), y otros de Asia y América.

Restaurar la hegemonía perdida en Asia, recuperar su predominio, ya debilitado en el planeta, dejar atrás a las potencias económicas y políticas que lo han alcanzado hasta disputarle su primacía, su liderazgo y control, parece una meta ya inalcanzable para el imperio.

La respuesta a la declaración de guerra comercial de Trump y al inicio de su embestida fue inmediata; incluso países estrechamente ligados al coloso amenazaron con aplicarle el mismo o un parecido tratamiento arancelario; y algunos ya han procedido a cumplir con su palabra.

El conflicto parece centrarse en los protagonistas, el imperialismo norteamericano y la República Popular China; pero hay más actores importantes, sobre todo el mal llamado mundo occidental, involucrado en este fenómeno económico. No faltan observadores y analistas que prevén una nueva etapa histórico-económica en el mundo, en que las relaciones multilaterales o multipolares releguen el predominio de “Occidente”. Si esto se cumpliera, sería el resultado de su contraproducente guerra comercial.

La unidad interna del imperialismo nunca ha sido muy sólida; las potencias compiten entre sí, cada una recela de las otras y juega sucio, cada una trata de alzarse con el dominio del mundo, lograr la hegemonía regional y mundial. En esta carrera, cualquier hegemonía se convierte en algo frágil y perecedero; ésta es una más de las contradicciones que hicieron perder al imperialismo norteamericano su predominio en Asia, mientras que en Europa se tambalean su influencia decisiva y su liderazgo; se debilita su dominio y ejercer el control del mundo es cada vez menos posible para una sola potencia.

Las amargas lamentaciones del presidente estadounidense ante toda su nación, quejándose de la falta de un comercio libre, justo e inteligente y de la mala estrategia importadora de sus antecesores solo merecerían risas de no implicar un peligro tan serio para la paz y la estabilidad mundiales por las consecuencias que se deriven de esta política guerrera.