Clionautas: Orígenes de la Liga Leninista Espartaco

** José Revueltas, el principal ideólogo de dos células que se separaron del Partido Comunista Mexicano, presentó en agosto-septiembre de 1957, la tesis de la inexistencia del partido de la clase obrera mexicana.


Clionautas: Orígenes de la Liga Leninista Espartaco

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2017, 10:29 am

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Victoria Herrera

Para el movimiento comunista internacional, el deceso de José Stalin, ocurrido en 1953, significó la oportunidad de comenzar de nuevo. Este hecho planteó el dilema de reconocer o desconocer el legado estalinista.

Tres años más tarde, el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) tomó la decisión de rechazar el pasado. Así comenzó el proceso de desestalinización de la confederación. En tanto, los Estados obreros del “bloque socialista” aprovecharon el vacío político para comenzar una serie de protestas contra la burocracia del régimen.

En Hungría estalló un movimiento obrero; en Polonia hubo grandes huelgas proletarias antiburocráticas; en Checoslovaquia se registraron agitaciones estudiantiles y populares en contra de las autoridades impuestas desde el Kremlin. En todos los casos, el Estado soviético contuvo de forma violenta la epidemia antiautoritaria. Por tal motivo, el PCUS perdió gran parte de su autoridad política, prestigio moral y legitimidad.

La impopularidad del partido comunista más importante del mundo se propagó muy rápidamente. En general, el comunismo oficial se devaluó a partir de la segunda mitad del siglo pasado. En nuestro país, el Partido Comunista Mexicano (PCM) atravesó momentos cruciales.

El Comité Central (CC) de este organismo se reunió en 1956 con el propósito de estudiar, en primer lugar, la validez de las expulsiones que la dirección efectuó en los años 40 y el descenso del número total de sus afiliados.

A fin de cuentas se impuso la visión oportunista del alto mando, dirigido por Dionisio Encinas, el secretario general, y sus partidarios. Aun así, el CC acordó realizar el XIII Congreso del PCM a principios de 1957. Sin embargo, el propio Encinas evitó por todos los medios que se llevara a cabo este evento. De todas maneras, la oposición interna creció y se dividió en dos corrientes.

Una de ellas se conformó con integrantes del PCM en el Distrito Federal: Arnoldo Martínez Verdugo, Manuel Terrazas, Gerardo Unzueta y Encarnación Pérez, entre algunos otros. Este grupo recibió el apelativo de “renovadores”. La otra se integró con los miembros de las células “Carlos Marx” y “Federico Engels”. José Revueltas, el principal ideólogo de éstas, presentó en una conferencia organizada en agosto-septiembre de 1957, la tesis de la inexistencia del partido de la clase obrera mexicana. Fue así como el encinismo tuvo que hacer frente a una doble amenaza.

En lugar de amainar, el conflicto intestino se agravó en los años inmediatos. El pleito entre la dirección central y los dos grupos reformadores se agudizó con ocasión de los movimientos ferrocarrileros de 1958 y 1959, en los que participó el PCM. Unos y otros defendieron una postura diferente en cuanto a la forma de asumir la insurgencia obrera. La pugna continuó y escaló hasta que llegó la represión.

La policía aprehendió a los principales líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores Ferrocarrileros y tiempo después, en 1959, a Dionisio Encinas.

El arresto de Encinas precipitó el ascenso del comité regional del Distrito Federal a la dirección del PCM, que estaba acéfala. No obstante, las discrepancias subsistieron, especialmente por parte de las células “Marx” y “Engels”, porque tres de sus miembros, José Revueltas, Enrique González Rojo y Eduardo Lizalde, sostenían que el dramático fin del movimiento ferrocarrilero había confirmado la inexistencia del partido de la clase obrera mexicana.

A pesar de esto, el nuevo CC programó para principios de 1960 el pospuesto XIII Congreso y la VIII Convención Extraordinaria.

En estas reuniones, los “renovadores” se dedicaron a condenar las concepciones disidentes. De modo que las posiciones de la célula “Carlos Marx” –en especial la tesis “hereje” que sostenía la irrealidad histórica de la vanguardia del proletariado– fueron tachadas de “revisionistas” y “liquidacionistas” y, por lo tanto, incompatibles con el PCM.

Para los integrantes de la “Carlos Marx” el XIII Congreso significó la conciliación de los “renovadores” con la “vieja mayoría” del encinismo. En consecuencia, abandonaron por propia voluntad las filas del PCM. Entonces el CC no tardó en tomar represalias contra ellos y poco después los expulsó de manera oficial.

Esta corriente se convertiría en el germen de la Liga Leninista Espartaco (LLE), que tenía ante sí la responsabilidad histórica de “realizar la negación dialéctica, en los hechos, de las deficiencias que criticó tan severamente al PCM”.