¡Ay Bartolo!, por tu flojera el diablo te va a cargar

**Desde hace muchos años se practican danzas en Zumpahuacan. No puedo afirmar desde cuándo surgió cada una de ellas, pero es casi seguro que algunas se bailan desde tiempos prehispánicos. Otras fueron creadas o inducidas por los españoles y frailes agustinos y otras probablemente datan del siglo XIX o XVIII.


¡Ay Bartolo!, por tu flojera el diablo te va a cargar

La Crónica de Chihuahua
19 de agosto, 19:59 pm

Gabriel Hernández García

La frase no es mía, la escuché en una amena reunión que sostuve con Antonio Mérida, Germán Esquivel, su esposa Brenda Cervantes; Xóchitl Cervantes, hermana de Brenda, e integrantes de los grupos de danza “Los Becerreros”, “Moros y cristianos” y “Los Milperos”, que luego se integraron, a la sombra de dos verdes y frondosos zompantles, o colorines, como también se les llama, en el barrio de San Miguel.

Como es común en México, y muestra de su atención y amabilidad, nos obsequiaron el clásico refresco y una botella de mezcal, de la que cual, prudentemente, por cortesía solo aceptamos la degustación de una prueba, pues conocemos el efecto de dicha bebida. Ese día habíamos quedado de reunirnos para comentar las experiencias adquiridas en el Concurso estatal de danzas organizado por Antorcha, celebrado en la ciudad de Toluca el 7 de julio, y en nuestro viaje a la ciudad de Oaxaca los días 28 y 29 de julio.

​A la reunión se incorporaron otros vecinos, también integrantes de los grupos, pues resulta que casi todos ellos –además de ser parientes, amigos y conocidos–, conocen y participan, supliendo o ejecutando algún personaje en cualquiera de las danzas, siempre y cuando no coincida su ejecución en el tiempo.

Desde hace muchos años se practican danzas en Zumpahuacan. No puedo afirmar, me faltan elementos para opinar, desde cuando surgió cada una de ellas, pero es casi seguro que algunas de ellas se bailan desde tiempos prehispánicos, años después otras fueron creadas o inducidas por los españoles y frailes agustinos y otras probablemente datan del siglo XIX o del anterior.

Lo cierto es que, aparte de las danzas mencionadas, casi cada barrio tiene la danza que los representa, de tal forma que que hay variantes de las ya mencionadas y a esa lista deben agregarse la de “Los Guarines, “Los Tecuanes” y “Las pastoras”, las cuales son bailadas –algunas de ellas por días– por los vecinos de cada barrio, en la celebración de su santo patrono.

Dichas danzas se han practicado por generaciones. Los actuales responsables recibieron el encargo de perpetuar la danza del antiguo y más viejo líder de cada una de ellas, como en el caso de Xóchitl Cervantes, quien recibió la responsabilidad de su señor padre, antiguo conocedor de la danza de “Moros y Cristianos” y artesano hacedor de sus máscaras. Ella, como muchos de los continuadores, lo hace con el mismo fervor y gusto con que lo hacía su padre.

En los grupos de danza, comparsas, o como se les quiera llamar, participan adultos, jóvenes y niños que desde esa edad realizan esta práctica dancística con verdadero placer y gusto, lo cual garantiza la perdurabilidad de la tradición por muchos años y que es y debe ser una oposición y un blindaje contra la cultura capitalista de: música, bailes y danzas insustanciales carentes de contenido y deformadoras de la conducta de los jóvenes y adultos.

Es evidente que la ejecución de este tipo de danzas está arraigada profundamente en las costumbres, en la creencia y en la tradición de cada pueblo. Es parte de su forma de vida.

La práctica de sus danzas por parte de los mexicanos, está viva, admirablemente viva en algunas regiones de nuestro país y en la memoria de muchos millones de mexicanos, sobre todo en aquellos que tienen sangre indígena. En los últimos años parece recobrarse el gusto tanto por la exhibición de esta práctica ancestral así como de las nuevas danzas.

Por eso es necesario impulsar eventos, festivales, concursos, presentaciones en los que mostremos y exhibamos, orgullosos, la cultura de los pueblos originarios que es tan rica, valiosa y admirable como la de cualquier otra parte del mundo. En esa tarea estamos los antorchistas.

Y, en relación con la frase que encabeza éste escrito, en realidad forma parte de uno de los diálogos de la danza de “Las pastoras”; pero que bien puede aplicarse a muchos individuos y circunstancias porque advierte que solo el trabajo puede sacar adelante al hombre y la flojera lo lleva a la ruina y al fracaso.