Una vez más, ¡gracias Víctor Puebla!

**Antología selecta no tiene desperdicio y es una muestra de un teatro comprometido, político, que divierte hasta las lágrimas y que despierta conciencias.


Una vez más, ¡gracias Víctor Puebla!

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2018, 11:04 am

Por Aquiles Montaño Brito

El 22 de julio pasado, como mucha gente ya sabe, el Movimiento Antorchista presentó el libro Antología selecta, primera obra póstuma de Víctor Manuel Torres Jiménez (1955 - 2007), mejor conocido entre sus amigos antorchistas y el medio cultural poblano como Víctor Puebla. La edición del libro, muy cuidada tanto en su estilo como en su belleza exterior, corrió a cargo de la Oficina Nacional de Publicaciones de nuestra organización, y fue revisada e impresa por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), a quien le agradecemos de corazón la ayuda prestada para hacer pública la primera parte de la obra dramática y periodística de un hombre bueno, luchador social, genial director de teatro y, como se podrá enterar quien tenga el libro en sus manos, escritor excepcional.

El libro está divido en tres partes. En primer lugar el lector encontrará una “Autosemblanza de El Divo” (escrita originalmente para el No. 175 de la revista buzos), en la que Víctor Puebla nos relata: “[…] descubrí el teatro: y enfermé de pasión por ese oficio “tan sin embargo” a grado tal que aún no logro recuperarme y me desvelo en esta madurez contemporánea en una convalecencia histriónica que no cede bajo ningún remedio. […] Algunos conocimientos en el terreno de la actuación y la dirección ocupan espacios en mi altar del ego que desempolvo cotidianamente en los estantes de mi librero. Una beca del Centro Mexicano de Escritores para escribir teatro, adaptaciones teatrales, colaboraciones con algunos diarios locales, obras originales, representaciones estatales, el conocimiento de casi todo el país realizando representaciones en toda clase de escenarios y, finalmente, la inmensa satisfacción de saber que contribuyo con mi trabajo a la emancipación de la ignorancia entre los miembros de mi pueblo y al desarrollo de una visión alternativa que nos hace imaginar que este mundo aún tiene remedio. Aunque me guste mucho el glamour […]”.

Páginas adelante, el lector paseará por una breve selección de los artículos hebdomadarios que Víctor Puebla escribía para la revista buzos, un trabajo impresionante, no sólo por el estilo particular que El Divo imprimía a sus letras, sino por la disciplina con que lo hizo durante los últimos años de su vida. Quienes los leyeron en los números originales de la revista, no dejarán de recordar a la famosa, graciosa y puntillosa Torchita Luchona, personaje central de varias de sus colaboraciones. ¿Quién no se acuerda, por ejemplo, de cuando Torchita y su amiga Azucena del Campo fueron fotografiadas por Spencer Tunick, el controvertido fotógrafo neoyorquino que desnudaba a miles de personas para hacerles una instantánea que rompiéra récord? Si usted no lo ha leído, se ha perdido de un buen rato de risa loca.

Finalmente, el lector encontrará cinco obras de teatro imperdibles, escritas por Víctor Puebla, algunas en colaboración de Marko Castillo, su gran amigo de toda la vida: “Cri Crí para inconformes”, “Chava ese chavo, o lo que salvó Salvador”, “Juntos sí podemos”, “Divertimento poblano” y “La poblanía de los Ángeles”, estas últimas las más famosas de El Divo. Sé que “Divertimento poblano” aún es presentada, en sus ratos libres y de manera gratuita, por Alejandro Rojas y Serafín Rodríguez, dos excelentes actores antorchistas. Si alguna vez oye por ahí algún anuncio de fundición, no deje de ir a disfrutarla. Le aseguro que no se va a arrepentir. Pero, sobre todo, compre el libro: Antología selecta no tiene desperdicio y es una muestra de un teatro comprometido, político, que divierte hasta las lágrimas y que despierta conciencias. Esperamos que no pase mucho tiempo para que veamos de nuevo, en letra de molde, a nuestra querida Torchita Luchona, en un segundo tomo impreso del legado de Víctor Puebla.

El Divo de Puebla dejó huella profunda en el Movimiento Antorchista y en todos aquellos que lo conocieron y disfrutaron de los felices resultados de su profesión “tan sin embargo” en decenas de escenarios. Siempre tuvo el apoyo decidido de nuestra organización (en donde fundó la Compañía Nacional de Teatro, de la que fue director hasta su muerte), porque buscamos lo mismo: educar y politizar al pueblo. Con sus puestas en escena, penetraba en lo profundo de la conciencia de sus espectadores y les mostraba ideas y realidades que los despertaban.

Víctor sigue viviendo entre nosotros. Por eso, hace un año, en julio de 2017, cuando el Movimiento Antorchista convocó a su primer “Festival de Teatro Víctor Puebla”, realizado en la ciudad de Puebla, miles de actores, directores de teatro, así como campesinos, obreros, amas de casa, maestros y estudiantes, acudieron a disfrutar de las puestas en escena que varias compañías prepararon. Nosotros contabilizamos unos 10 mil asistentes en total.

Se trató de un festival que tuvo mucho éxito: cuatro días de teatro, en cinco foros y con seis puestas en escena. Miles de capitalinos formaban largas filas afuera de los foros para entrar a ver las obras Víctor Puebla o el imponente montaje de “Edipo Rey”, del genial dramaturgo griego Sófocles, dirigida por el director Amancio Orta, o “La casa de Bernarda Alba”, escrita por Federico García Lorca, y montada por la Compañía Nacional de Teatro de Antorcha. El Teatro Principal, en el Teatro de la Ciudad, en El Alero de la 2 Poniente, el zócalo de la ciudad de Puebla y el auditorio del Complejo Cultural Universitario se vieron abarrotados y rebasados en su capacidad en cada una de las 10 funciones que se ofrecieron al público.

La ciudadanía tiene un afecto natural por la dramaturgia, esa poderosa forma del arte que ha pervivido a lo largo de la historia de la humanidad y que se impone cual vigoroso coloso, invencible, ante las nuevas tendencias del “arte de moda”, y que las supera y derrota. La gente sabe apreciar, para alegría de quienes aún creemos en la educación popular masiva, los diálogos escritos por los grandes genios de la humanidad que han sido llevados a los escenarios: Schiller, Shakespeare, Molière, Lorca, Sófocles, Esquilo, Eurípides, Lope de Vega, Usigli, Cervantes, Víctor Hugo, Miller, Fo y muchos otros que sería largo enumerar, pero que dejaron grandes enseñanzas para la posteridad. El cúmulo de sentimientos y pensamientos que el teatro provoca en el espectador es vasto y enriquecedor. Por eso la gente lo disfruta.

Las mejores obras de teatro, dicen los que saben, siguen viviendo entre nosotros porque reflejan de modo preciso las relaciones sociales en que vivió el dramaturgo o porque reflejan sus vivencias internas de manera universal. Los mejores dramaturgos se alimentan vorazmente de su época y abstraen de ella la esencia, dejan de lado lo trivial y escriben para todos los hombres, de todas las razas, de todas las épocas. Los grandes dramaturgos, dijo el Maestro Aquiles Córdova Morán durante la presentación de este libro, reflejaron los intereses fundamentales de las clases sociales de su tiempo.

El “Festival de Teatro Víctor Puebla” seguirá vigente gracias al trabajo diario de la Comisión Nacional Cultural de Antorcha y será un éxito por muchos años porque siempre presentará buen teatro, escrito por grandes dramaturgos y representado por los actores del antorchismo nacional, que nunca nos dejan de sorprender con sus excelentes montajes.

El poeta Miguel Hernández decía que “el teatro es un arma magnífica de guerra contra el enemigo de enfrente y contra el enemigo de casa. Entiendo que todo teatro, toda poesía, todo arte, ha de ser hoy, más que nunca, un arma de guerra. […] Con mi poesía y con mi teatro, las dos armas que me corresponden y que más uso, trato de aclarar la cabeza y el corazón de mi pueblo, sacarlos con bien de los días revueltos, turbios, desordenados, a la luz más serena y humana”. Nosotros también así lo creemos y entendemos. Estoy seguro de que Víctor Puebla también pensaba lo mismo, porque los hombres buenos que han pisado este mundo deben coincidir, aunque hayan vivido en épocas y territorios diferentes. Para muestra, aquí lo que escribió El Divo sobre sí mismo: “En algún momento aprendió que el sentido de la vida era vivir para los demás, descubrió que el grado más alto al que hombre alguno puede llegar es convertirse en un ser que vive y lucha por los demás”. Creo que todos deberíamos aprender lo mismo.