Una bandada de cisnes

Por Omar Carreón Abud


Una bandada de cisnes

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2017, 18:00 pm

(Coordinador de la Dirección Nacional de Antorcha Campesina y dirigente en Michoacán, autor del libro "Reinvindicar la verdad")

La frase completa que Xi Jinping, el presidente de la República Popular China, pronunció en la reunión celebrada en Beijing para lanzar el enorme proyecto llamado “Franja y Camino”, es la siguiente: “Los cisnes pueden volar lejos y a salvo, soportando vientos y tormentas porque se mueven en bandadas y ayudándose unos a otros como en un equipo”. Entiendo que en los tiempos que corren, hablar de cooperación, solidaridad, ayuda mutua, tiene un dejo de cursilería, romanticismo o demagogia, pero el hecho de que la conducta humana que es descrita con esas palabras haya sido prostituida y arrastrada por el suelo por el modo de producción vigente que ha convertido a la competencia en un Becerro de Oro al que hay que adorar, no significa, al menos para el pensamiento crítico y científico —que no ha sido barrido del mundo—, que la solidaridad no se encuentre en lo más hondo de la capacidad evolutiva de la humanidad. Y de los animales.

Leo, en el diario El País de España, que unos investigadores publican en la revista Science advances que han encontrado en el suelo de un bosque húmedo de Costa de Marfil, una especie de hormigas, la Megaponera analis, que tiene una característica nunca antes observada en insectos que consiste en que los individuos que resultan heridos o mutilados en la caza de termitas, son rescatados por el colectivo que los espera para regresar en un solo bloque al nido y los lleva para que se recuperen, la investigación precisa que el 95% de los individuos rescatados participa nuevamente en las expediciones de caza, a veces, incluso, menos de una hora después de haber sido heridos; consecuentemente, la Megaponera analis tiene colonias 28% más numerosas que las especies que no presentan ese comportamiento.

Los seres humanos, la especie más evolucionada de la tierra, ha llegado hasta el punto en que se halla, gracias a la cooperación. El hombre primitivo compartió todo, la tierra, el agua, el alimento, las hembras, el cuidado de las crías, todo. Sólo hasta que su fuerza productiva se volvió poderosa, cuando descubrió la agricultura y, entonces, un jirón de tierra pudo proporcionarle alimento suficiente, su sociedad comunitaria, su familia unida, asentada en la solidaridad, se empezó a resquebrajar formando una nueva sociedad en la que, desarrollada, se libra un enfrentamiento a muerte entre los dueños de los medios de producción que buscan obsesivamente destrozar a su oponente y quedarse con la exclusividad en la producción; esa competencia brutal ya tiene al género humano al borde de una guerra termonuclear y con riesgo de desaparecer. No obstante, la colaboración más estrecha nunca desapareció, en la época de los esclavos, de las haciendas feudales y del brutal capitalismo que ha llegado a producir la mayor cantidad y calidad de productos del trabajo en toda la historia de la humanidad, aun en esta sociedad que adora a la competencia, dentro de la mina o las empresas agrícolas, en el taller o en la fábrica, en la tienda o en el movimiento mundial de los modernos contenedores, todo funciona y se mueve, muchas veces con sorprendente precisión cronométrica gracias a la estrecha colaboración y coordinación de millones de trabajadores. ¿Por qué entonces, si en la base del progreso está la cooperación y la ayuda mutua, no habría de llamar poderosamente la atención que el líder de 1,371 millones de seres humanos diga que debiéramos vivir protegiéndonos y colaborando unos con otros como una bandada de cisnes?

Xi Jinping habló los días 13 y 14 de mayo pasados en una reunión que se celebró en Beijing en el Gran Palacio del Pueblo en el cual se impulsó un increíble proyecto chino que se conoce como “Franja y camino” o como “Belt and road”, como se ha divulgado en inglés en los principales medios de comunicación del mundo que, vale la pena decirlo, han reportado la noticia pero muy desganadamente, no creo mentir ni exagerar si digo que una pelea de box o un partido de futbol de alguna liga local recibe mucho más atención y comentarios. El proyecto “Franja y camino” es la inversión en infraestructura más grande que se ha llevado a cabo en toda la historia de la humanidad y abarca puertos, carreteras, líneas ferroviarias, oleoductos y otras obras en 68 países en los que se gastará un millón de millones de dólares.

En el encuentro de Beijing al que asistieron 1,200 representantes de más de 100 países, entre ellos, Vladimir Putin de Rusia, se anunció que el proyecto hará realidad el mayor corredor económico del mundo y conectará la región de Asia-Pacífico en el este, con varios países europeos en el oeste y que los países involucrados tienen una población total de 4 mil 400 millones de personas; el asombroso proyecto incluye, entre otras obras: a) un gigantesco parque industrial chino-bielorruso; b) un tren de alta velocidad entre Moscú y Kazán; c) un inmenso puerto denominado Kumport en las afueras de Estambul; d) el establecimiento de una compañía de petróleo y gas en Kazajstán; e) una línea de ferrocarril entre Budapest y Belgrado; f) el mejoramiento del ferrocarril entre el puerto de Mombasa y Nairobi en Kenia (en el que Kenia se beneficiará con contratos de mantenimiento durante muchos años); g) la construcción de un ferrocarril de alta velocidad entre Yakarta y Bandung en Indonesia, además de miles de kilómetros de vías férreas y carreteras (sólo en una nota que publica el New York Times referente a las obras en Laos, se habla de la construcción de “cientos” de puentes y túneles en una vía férrea de 260 millas y de la participación, en los momentos más demandantes de esta parte del proyecto, de más de 100 mil obreros). Un plan de desarrollo multinacional que habrá de cambiar al mundo entero, mucho más grande, atrevido y justo que el Plan Marshall con el que Estados Unidos “contribuyó” a la reconstrucción de Europa, sólo que a diferencia de aquél que se aferra todavía a los compromisos que exigió, el “Belt and road”, no exige a nadie ningún compromiso militar.

Mientras en Beijing se dice lo que consigno y se planea y ejecuta lo que describo, en Estados Unidos, el General Curtis Scaparrotti, comandante de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Europa, es decir, de hecho el comandante en jefe de la OTAN -el pasado 2 de mayo- declara ante el Congreso de su país que “el teatro europeo sigue teniendo crucial importancia para nuestros intereses nacionales” y que “la OTAN nos da una ventaja única sobre nuestros adversarios”, pero que esa ventaja se encuentra ahora en peligro ante “una Rusia resurgente, que trata de socavar el orden internacional bajo la dirección de Occidente y trata de reafirmarse como potencia mundial”. Y, por su parte, el almirante Harris, jefe del Mando del Pacífico, añade que la “amenaza” no proviene solamente de Rusia, sino que Estados Unidos enfrenta los desafíos simultáneos que plantean “una China agresiva y una Rusia revanchista”. El General Scaparrotti, añade todavía, que el mando de las fuerzas estadounidenses en Europa “está volviendo a su papel histórico de combate, adaptando sus planes a las amenazas que tenemos ante nosotros” y solicita al Congreso estadounidense que aumente los fondos para la `European Reassurance Initiative´, (operación que Estados Unidos inició en 2014, oficialmente para “tranquilizar” a los aliados de la OTAN y a los socios europeos y a la que ya se le asignaron 3 mil 400 millones de dólares en 2017). El mundo que nace y el mundo que se niega a morir y que puede arrastrar con sus diabólicos planes guerreristas a la humanidad entera.