Un año de caos en Ucrania: cómo una protesta derivó en guerra

**Una manifestación se convirtió en una revolución que acabó con el gobierno y provocó una contrarrevolución en la región oriental de Donbas


Un año de caos en Ucrania: cómo una protesta derivó en guerra

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2014, 15:38 pm

Ciudad de México.- La actual guerra en el este de Ucrania empezó en Kiev como una protesta estudiantil para forzar al presidente Víktor Yanukovich y el primer ministro Mikola Azarov a firmar un tratado de asociación con la Unión Europea.

Se convirtió en una revolución que acabó con el gobierno y provocó una contrarrevolución en la región oriental de Donbas.

La revolución, o más bien su éxito, asustó al presidente ruso, Vladimir Putin, y lo llevó a poner en marcha un plan para anexarse Crimea.

Las fuerzas nacionalistas dentro de la Federación Rusa, mimadas por los medios rusos durante años y entusiasmadas con la anexión, se dieron a la tarea de liberar el este de Ucrania del resto del país.

A la zona llegaron el equipamiento militar ruso y los soldados aunque el Kremlin insiste que no estaban de servicio.

Desde la distancia, la impresión que da es que la protesta estudiantil empujó la primera ficha de una fila de dominó que fue cayendo, una a una, en su debido momento.

De hecho, la guerra que tenemos ahora con Rusia ha dejado a un lado la revolución de la plaza Maidán, que empezó hace un año, el 21 de noviembre de 2013.

Pocos han intentado analizar la evolución de la protesta para establecer lo que de verdad ha pasado. Pero después de un año, es hora de empezar a darle sentido a lo ocurrido.

¿Tenía alguna intención Víktor Yanukóvich de firmar el acuerdo de asociación con la Unión Europea?

Si alguna vez lo hubiera querido, me parece que fue sólo para vengarse del presidente Putin por no haber honrado sus compromisos, incluyendo la promesa de menores precios de gas.

Esto explica por qué, habiendo recibido después US$15.000 millones en créditos baratos y descuentos en gas, Yanukóvich de forma tan casual y veloz rechazó la oportunidad de un futuro europeo para Ucrania.

Camino de un baño de sangre

El 29 de noviembre de 2013, por primera vez desde la independencia, las fuerzas especiales de la policía (Berkut) usaron violencia contra los manifestantes, lo que provocó protestas masivas que, se pudo ver, el presidente y su entorno no pudieron controlar.

Tras la decepción que llegó con los gobiernos previos de Víktor Yushchenko y Julia Timoshenko, solía oír a gente decir que la revolución naranja de la que formaban parte ambos líderes no resultó en nada porque la victoria se consiguió sin una verdadera pelea, sin sangre ni víctimas.

Muchas veces me recordaron estas palabras después del 21 de noviembre. Primero, cuando, no muy lejos de la protesta pacífica de la plaza de la Independencia, los más radicales empezaron a construir barricadas en la calle que lleva al parlamento.

Odio contra Yanukóvich y Donbas

Mucha gente ya estaba harta de las protestar pacificamente en 2013. Los ucranianos se dieron cuenta de que Yanukóvich se aferraría al poder hasta el final.

En ese momento, pocos tenían en consideración de dónde venía este odio que llevó a cientos de miles a salir de su apatía política habitual y enfrentar a los letales francotiradores de la policía en el centro de Kiev.

Hoy, estoy seguro de que el odio surgió mucho antes de las protestas estudiantiles.

Ese odio empezó allá por 2010, cuando Yanukóvich llegó a la presidencia por primera vez. Entonces fue cuando decidió tomar todo el país bajo su control, reemplazando los niveles superiores e intermedios de las autoridades del estado con representantes de la región de Donbas, apartando a la elite originaria.

El mandatario no estudió la historia de Ucrania y probablemente no sabía que, en 1945, los comunistas soviéticos hicieron lo mismo.

En el oeste de Ucrania, la elite local fue reemplazada por "especialistas" de otras regiones y repúblicas de la URSS.

Esa política llevó al surgimiento de un movimiento guerrillero que duró 15 años.

El intento de colonizar Ucrania con la elite de Donetsk puso contra Yanukóvich a gente de todas las regiones, al tiempo que reforzó la idea de Donbas como un territorio en el que métodos criminales eran empleados para tomar el control del país.

Corrupción estatal

Por eso, los ucranianos pasaron sólo los primeros 8 días de la protesta peleando por la opción Europea.

Después, las protestas masivas eran contra un estado delincuente que mostraba un nivel increíblemente alto de corrupción y falta de respeto por los derechos humanos.

Yo entiendo bien que, si no hubiera sido por las barricadas y los radicales de extrema derecha que tomaron las armas contra la policía, la revolución no hubiera tenido éxito.

Si la revolución no hubiera triunfado, el presidente Putin no hubiera anexado Crimea, no habría guerra en Donbas y ni los nacionalistas rusos ni los servicios secretos de ese país, junto a los separatistas, hubieran iniciado los levantamientos contra Kiev en Odesa y otras ciudades en el sureste.

Pero las fichas de dominó sólo caen una por una. No pueden volver a levantarse de la misma manera que no puedes dar marcha atrás en la historia.

No está claro cómo el actual capítulo de la historia de Ucrania terminará. Sigo optimista pese al dolor que siento acordándome de los que murieron en la batalla por una nueva Ucrania y los que todavía mueren y arriesgan su vida en el frente de Donbas.

Creo que Ucrania podrá soportar todo y mantendrá su independencia, y que los ucranianos se mantendrán en su deseo de vivir en un estado civilizado limpio de una elite política y un poder judicial corruptos.

Pero sin la ayuda de la Unión Europea, Ucrania no podrá conseguirlo.

No por falta de determinación de los ucranianos sino porque junto a ellos se yergue Rusia, que necesita una Ucrania como era con Yanukóvich y otros presidentes: débil, pasiva y corrupta.

Andrey Kurkov escribió su recuento de primera mano de los tumultuosos eventos del país en "Diarios de Ucrania: despachos desde Kiev".
BBC Mundo