Tlatelolco, la gigante del comercio en el Anáhuac

**Tlatelolco fue fundada 13 años después que Tenochtitlan y, aunque luego serían ciudades gemelas, en un tiempo sus funciones fueron bien distintas: Tenochtitlán era el poder militar de Mesoamérica, y Tlatelolco la ciudad más importante del área.


Tlatelolco, la gigante del comercio en el Anáhuac

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2018, 13:30 pm

La gran capital del mundo prehispánico a la llegada de los españoles se encontraba dividida para una mejor coordinación del poder. Así, Tlatelolco era el corazón del comercio; Tenochtitlan de la guerra y Texcoco, de las artes.

Tlatelolco fue fundada trece años después de Tenochtitlan y, aunque más adelante se convertirían en ciudades gemelas, por un tiempo sus funciones fueron bien distintas: Tenochtitlan era el poder militar que conquistaría gran parte de Mesoamérica, y Tlatelolco era la ciudad más importante del área.

Sus comerciantes, los “pochtecas”, eran especialistas en la importación y exportación de productos, tanto en los dominios mexica como en otros reinos.

En aquel entonces el intercambio se llevaba a cabo a través de un trueque directo, ofreciendo un producto por otro y, en algunos casos, por semillas de cacao, textiles, oro en polvo y hasta pequeñas hachas de cobre.

El enorme mercado de Tlatelolco se situaba al suroeste del Templo Mayor, en una plaza al aire libre donde se concentraban compradores y vendedores que, según las descripciones de Hernán Cortés en sus Cartas de Relación, llegaban a ser 60 mil personas,.

¿Pero cómo se mantenía el orden del gran mercado?

Primero, había tres gobernantes que supervisaban que todos los puestos trabajaran en perfecto orden conforme al pasillo que les correspondía, según el tipo de mercancía que vendían.

Hernán Cortés quien nos relató que en el mercado de Tlatelolco “se venden todas las mercancías que en el mundo se hayan…”, xoloitzcuintles, conejos, mapaches, armadillos, tortugas y tlacuaches. También había pasillos para aves con plumajes preciosos, de rapiña, serpientes, carne de venado, de guajolote, de liebres, de codornices, de zorrillo y los ingredientes necesarios para los banquetes de la nobleza como semillas, especias, raíces, hierbas de olor y todo lo que puedas imaginar.

En otra sección se encontraban los puestos de comida preparada, donde uno podía elegir al gusto lo que le viniera en antojo, comida del mar, del bosque, de las selvas, de carnes o tal vez verduras y semillas, tamales, atoles, tlacoyos y un sinfín de manjares que satisfacían tanto a viajeros como a locales.

También, desde las costas de ambos mares que rodean a México, los pochtecas traían pescados envueltos en hojas de palma para quienes tuvieran más dinero para pagar este manjar. Se ha dicho incluso, a través de las crónicas históricas, que Moctezuma sentía predilección por este tipo de alimento que llegaba diariamente a su mesa.

Ya que el tamaño del mercado era impresionante, había muchachos dedicados a llevar la carga de las personas sobre sus espaldas con ayuda de canastas y costales hasta la casa de las personas o bien hasta el embarcadero de canoas.

Había también pasillos dedicados a la magia y la medicina, que al igual que hoy en muchas ocasiones van de la mano, pues a la par de un buen remedio va una oración para aliviar el alma, en esta sección podían encontrar hierbas, animales, polvos, rocas, ungüentos y hasta médicos para una consulta.

En los pasillos para el arte se podían adquirir colorantes y materiales para escultura y pinturas como grandes rocas, pieles de animales, pinceles y mucho más; también artesanías fabricantes de trastes de cerámica y barro como ollas, jarras, vasos, platos, copas o artículos más lujosos para las mesas de la nobleza en sus palacios, siendo los más preciados, aquellos procedentes de Texcoco, Cholula, Tlaxcala y la Mixteca.

Por otra parte los textiles también se ofrecían en gran cantidad y de diversos materiales, como aquellos que se trabajaban con algodón, cuentas de jade, caracoles, plumas y hasta piel de animales. También había pasillos dedicados a las importaciones de tierras lejanas.

El mercado debió ser sin duda algo maravilloso de ver, un lugar donde la gente acudía a empaparse de las noticias sobre las batallas, la nobleza y los nuevos descubrimientos del mundo prehispánico. Para los jóvenes debió ser el lugar más visitado, pues es donde podían llegar a hacer gala de su vanidad y deleitarse con la de otros y otras. ¿Te imaginas?