Sobre los manuscritos inéditos de Juan Rulfo

**DISFRUTE NUESTRA FOTOGALERÍA, con 4 fotos del propio Rulfo. Juan Rulfo nunca dejó de escribir. Pronto podrían ser publicados algunos de sus últimos manuscritos. Esto es lo que rondaba en la mente del lúcido mexicano hacia el final de sus días.


Sobre los manuscritos inéditos de Juan Rulfo

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2020, 09:05 am

Fuente: masdemx.com

Para ser un mexicano plenamente lúcido, hay que saber navegar aguas oscuras. Pocos como el brillante Juan Rulfo, quien con sus enigmáticas imágenes —los textos y las fotografías— construyó profundos análisis de nuestra tierra, su gente y la energía compartida entre estas dos entidades.

Y Rulfo nunca dejó de ser sensible a la magia de México; nunca dejó de escribir; a pesar de lo que muchos rumoran —que sólo escribió lo publicado (“El llano en llamas”y “Pedro Páramo”) y que sus textos le eran prácticamente dictados por su tío Celerino. Además, su sensibilidad no se limitó a la creación de sus inmortales ficciones: como él mismo señaló, además de escritor y fotógrafo, Juan Rulfo fue lector profesional.

Su biblioteca personal es la mejor evidencia de esto, pues cuenta con más de 15,000 volúmenes; pero no solo eso: su noble “vicio” lo llevó a redactar exhaustivos comentarios con su preciosa caligrafía en una serie de cuadernos aún resguardados por su familia.

Dos de estos manuscritos podrían ser publicados pronto. Se trata de piezas que probablemente fueron escritas hacia 1982 —cuatro años antes de su muerte. “Estos textos son probablemente lo último que escribió y nos ayudan a situarnos en qué andaba metido al final de su vida”, explicó Víctor Jiménez, director de la Fundación Juan Rulfo a El País.

¿Y de qué van estas rarezas? Son ensayos sobre literatura, entre los que se encuentran anotaciones respecto a interesantes autores de distintas partes del mundo. En una de las piezas que podrían ser puestas a disposición del público, aparece una lista de escritores brasileños como Clarice Lispector (recomendada personalmente por la redacción de esta plataforma), Dinah Silveira de Queirós, Nélida Piñón, Lygia Fagundes Telles.

Sus comentarios también versan sobre literatura mexicana. Uno de sus recomendados es el bajacaliforniano Fernando Escopinichi a quien Rulfo llamó —como se cita en El País— “uno de los grandes cuentistas mexicanos”. Por otro lado, no tuvo en tan gran estima a los de la generación de la onda, sobre quienes escribió: “tipos irresponsables que lo que pretenden es escandalizar”.

Entre otras cosas, recomienda también a una serie de “no antropólogos, que han escrito novelas y relatos indígenas con verdadero acierto.” Entre ellos están: Francisco Rojas González, Andrés Henestrosa, Rosario Castellanos, Ramón Rubín, Eraclio Zepeda.

La recomendación viene al caso: muchos suponen que Rulfo habla en sus ficciones sobre los indígenas de México, por hablar de lo rural, pero en sus manuscritos declara que desconoce “cómo y por qué motivos actúa la mente indígena”.

Su prudencia parece contraria al espíritu que lo llevó a las entrañas de México en busca de profundas imágenes o densas tramas donde comulgan lo plenamente real y la naturaleza surreal de nuestra tierra; pero solo un lúcido mexicano sabe que la complejidad de este espacio nos sobrepasa a todos.