Sacerdote y su hermano, sentenciados a cuatro años de cárcel por delito de lesiones agravadas

**Presas de una indignación profunda al ver a su madre accidentada, Felipe de Jesús Legarreta Castillo y su hermano Noé tundieron a golpes al responsable del accidente **La víctima se encuentra semiparalizada, en silla de ruedas y no ha recobrado sus facultades mentales


Sacerdote y su hermano, sentenciados a cuatro años de cárcel por delito de lesiones agravadas

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2010, 09:41 am

Delicias, Chih., 23 de oct. 2010.— Cuatro años y seis meses de prisión, más el pago por reparación de daños por la cantidad de 236 mil 806.74 pesos, fue la sentencia que emitió finalmente un tribunal de juicio oral, en contra de un sacerdote meoquense y su hermano, encontrados culpables de lesiones dolosas en contra de un coterráneo. La sentencia se dictó tras una maratónica audiencia que comenzó a las 11:45 de la mañana del viernes, con un receso para continuar a las 6:45 de la mañana del sábado, y terminó hasta mediada la tarde.

Es éste un caso que, como pocos, acaparó y acapara todavía la atención de la gente en la región Centro-Sur del estado, por el grado de violencia que implicó. El sacerdote Felipe de Jesús Legarreta Castillo y su hermano Noé, de los mismos apellidos, fueron encontrados responsables del delito de lesiones agravadas en contra de Juan Gabriel Tarango Ramírez, al cabo de un juicio oral que se realizó en la ciudad de Delicias.

Los hermanos fueron acusados de lesiones calificadas en contra de un hombre al que golpearon ambos de manera salvaje el año pasado, en hechos en que participó una tercera persona, Aldo González, quien obtuvo otro tratamiento de la justicia, merced a que se declaró culpable de la agresión. Este Aldo González, a diferencia de los hermanos Legarreta Castillo, no fue llevado a juicio, pero éstos sí, porque nunca admitieron haber tenido responsabilidad en las lesiones de Tarango Ramírez.

El 18 de julio de 2009, en la ciudad de Meoqui, Juan Gabriel Tarango Robles, quien manejaba una una camioneta impactó a un auto Altima, y atropelló a la señora María Castillo de Legarreta, madre del cura. Según se ha desprendido de los testimonios, los tres hombres bajaron por la ventanilla de la camioneta al conductor, quien se encontraba en estado de ebriedad, y lo golpearon contra el pavimento en represalia por el accidente, para luego, ya tirado en el piso, seguir pateándolo en la cabeza y en el pecho.

Los dichos golpes pusieron al borde de la muerte al agredido, e incluso hasta el día de hoy permanece encamado, luego de perder movilidad en el lado derecho del cuerpo, y sus familiares lo desplazan en silla de ruedas.

Los tres imputados fueron vinculados a proceso el día 27 de julio del año pasado, y en enero de 2010 se les abrió un juicio oral en la sede de los juzgados penales en Ciudad Delicias. Pero como ya se dijo, González llegó a un acuerdo reparatorio, en tanto que los dos hermanos decidieron llegar hasta la última instancia.

Para el juicio de los imputados se constituyó un Tribunal de Juicio Oral en el Distrito Abraham González, que fue conformado por los jueces Bernardo Moreno, Jorge Rohana y Martha Patricia Porras.

El sacerdote Legarreta radicaba, en el momento de los trágicos hechos, en la ciudad de Chicago en Estados Unidos, donde era pastor en la Parroquia de Santa María Addolorata, a cargo del Reverendo Vincent Gennardo, y se encontraba en Meoqui de vacaciones. Este templo de la Virgen Dolorida tiene misas en español en horario de 7:30 de la mañana los lunes, martes, miércoles y viernes, así como de 10:30 a 13:30 horas los días domingo.

LESIONES CALIFICADAS

La licenciada Silvia Margarita Valles López, jefa de la Oficina del Ministerio Público en Meoqui, explicó que el delito de lesiones escaló en este caso a lesiones calificadas, atendiendo a lo dispuesto por el artículo 136 del Código Penal vigente para el estado de Chihuahua, en el sentido de que se alcanza el calificativo de ventaja. “Como se sabe —señaló la fiscal—, la ventaja estriba en la superioridad numérica de los atacantes, quienes perpetraron la agresión en número de tres en contra del lesionado, si bien uno de ellos optó por una salida alterna, en tanto que los otros dos decidieron acudir al juicio oral”.

Según la fiscalía, el hecho de la agresión y las lesiones fueron consecuencia directa del hecho vial, del accidente, y fueron obviamente producto de una reacción violenta de los procesados ante el hecho previo de que su madre resultó lesionada en el choque. “Por nuestra parte, como representantes de la parte ofendida, nunca negamos el hecho de que Juan Gabriel Tarango iba conduciendo a alta velocidad y en condición alcohólica, y que en lo que toca al hecho vial, él fue obviamente responsable”, indicó la jefa del Ministerio Público. “Sin embargo, a lo largo del juicio oral y al cabo del mismo, los jueces fueron desestimando diversos testimonios y probatorias que iban en el sentido de que las lesiones de Tarango fueron producto directo de su consumo de alcohol”.

La defensa primero anunció que su caso lo basaba en que, en primer lugar, sus defendidos nunca tocaron al lesionado, que no fueron ellos los que le infligieron las lesiones, y que su condición resultó del mismo choque y de la inconsciencia de su embriaguez.

PRUEBAS CONTUNDENTES

“Pero nosotros sí probamos lo contrario, con la presentación de 40 pruebas y casi 10 testigos que corroboraron que los hermanos Legarreta y Aldo González no nada más tocaron a Juan Tarango, sino que lo hicieron víctima de una golpiza que derivó en la condición en que se encuentra ahora, semiparalizado y con una gran deficiencia en sus facultades mentales, sin contar que permaneció más de un mes en estado de inconsciencia en el hospital”, argumentó Silvia Margarita Valles.

La primera de las pruebas que enarboló el Ministerio Público a favor del alegato de culpabilidad de los acusados, fue el propio testimonio indirecto del tercero de los acusados que, como ya se dijo, optó por la vía alterna de la reparación de daños para no entrar al juicio oral. En este caso, el tercer inculpado aceptó su responsabilidad dentro de la agresión que cometieron los tres, con lo que validó el hecho sustantivo materia de este juicio.

Pero entre los 10 testigos se encuentra un agente de Vialidad que, habiendo acudido por el accidente, estuvo presente en la golpiza con que los hermanos Legarreta tundieron a Juan Tarango. Hay vecinos también que, en medio de la noche, salieron de sus domicilios al enterarse del percance vial, y a los que tocó ser testigos también.

“Pero lo más contundente dentro de nuestro alegato, son las testimoniales de los peritos médicos, quienes dieron fe de que las dichas lesiones no fueron producto del hecho vial”, añadió la fiscal.

VIVIR CON LAS SECUELAS

Por su parte, Margarita Robles, prima de Juan Tarango, y la propia madre de éste, Juliana de Robles, dan fe, porque viven con el lesionado, de las secuelas de la golpiza que le fue infligida a su familiar.

“Fíjese, el juicio oral empezó apenas a principios de agosto, pero nosotros tenemos un año lidiando con este problema”, dijo Margarita.

De hecho, los familiares han vivido muy de cerca el juicio, y no se han perdido una sola de las sesiones públicas. A ellos, por ejemplo, les tocó presenciar la participación de uno de los testigos de la defensa, un doctor Rojero, quien aseguró que una pasante de Enfermería le mostró un expediente en el que constaba que Juan Gabriel Tarango consumía bebidas alcohólicas a diario desde los 16 años. “Ese testimonio y otros fueron pagados, porque nadie que sea imparcial se va a prestar a decir esas mentiras”, aseveró la señora Robles.

El primo estuvo en terapia intensiva durante más de un mes en que no salía del estado de coma. “En ese tiempo estuvo alimentándose por sonda. Cuando despertó Juan, estaba todo sacado de onda, sin saber qué le pasó… él no recuerda todavía lo que le pasó, y sólo tiene noción de hechos sucedidos esa misma tarde, antes de que empezara a tomar y mucho antes de que sucediera la tragedia… ahora, ya tiene movimiento de la cintura para arriba, pero no es dueño de sus piernas todavía”, relató la prima. Juan, de hecho, tiene movimiento muy precario en un pie, pero no se sostiene.

Juan Gabriel Tarango usa pañal para sus necesidades, puesto que no controla sus esfínteres.
En su casa añoran los días en que él era trabajador de sheet-rock, pues era bueno en lo que hacía. “Oiga, fíjese que los Legarreta mandaron traer un doctor de Chihuahua que dijo que Juanito tomaba mucho por semana… ¿qué puede saber un doctor de tan lejos de los hábitos de mi primo? Él era un muchacho sano, casado con su esposa Karina, y tiene una hija, Alondra, de 13 años… no era ni es un malandro, no es un mal hombre, y nosotros nunca hemos negado que él iba tomado, todo lo contrario, decimos que cuando él recupere sus facultades, es justo que lo lleven a juicio por las lesiones que tuvo la señora, porque él no es un vicioso ni un irresponsable”.

En su estado actual, a Juan se le dificulta acordarse de algunas cosas, del nombre de algunas cosas, y batalla para decir “servilletas” o “sodas”, por lo que señala en dirección a los objetos, y su madre ya sabe de qué se trata. Está asistiendo dos veces por semana a Delicias a recibir una terapia con el fin de adquirir movilidad en las piernas. Tiene, de hecho, pendiente de que le sea tomada una resonancia magnética para determinar con exactitud qué secuelas le quedaron de los golpes.

SIN FUERZAS EN LAS RODILLAS

La madre se queja de que el hijo no tiene fuerzas en las rodillas, y de que tampoco puede mover la silla de ruedas con sus propios brazos. “Y yo, pues apenas puedo, así que cuando se me llega a caer de la cama Juanito, pues no me queda otra que ir por ayuda”.

La sentencia se dictó en audiencia del Tribunal de Juicio Oral en la ciudad de Delicias, encabezados por el juez de Garantía, César Alejandro Carrasco Borunda, el pasado 29 de septiembre. La sesión terminó a las cinco de la mañana, y éste fue acaso el primer juicio oral que se realiza en este horario nocturno y de madrugada, situación que contrarió a muchas personas entre los asistentes, puesto que argumentaron que este hecho contradice el espíritu del Nuevo Sistema de Justicia Penal, que es ante todo la publicidad, pues por el horario no muchas personas pueden acudir a presenciar el fallo. Igual sucede con los trabajadores de los medios de comunicación.

Lo que quedaba pendiente era la individualización de la pena y la determinación asimismo de la reparación del daño, pero esto sucedió ya entre el viernes 22 y este sábado 23 de octubre.