Repunte de la delincuencia ya asustó a la IP…porque hasta a ellos les pegó

**“El semáforo no está en verde; se encendió el amarillo y en algunos casos se prendió ya la roja”, dijo el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana.


Repunte de la delincuencia ya asustó a la IP…porque hasta a ellos les pegó

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2015, 22:37 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ ahoramismo

El pasado jueves 22 de enero, el presidente de la Coparmex-Chihuahua, Álvaro Madero Muñoz, hizo una declaración que, en breves palabras y con una simbología precisa, deja en claro el sentir del sector empresarial sobre las condiciones de seguridad pública en las que se encuentra la ciudad y el estado.

“El semáforo no está en verde; se encendió el amarillo y en algunos casos se prendió ya la roja”, dijo el flamante presidente del sindicato patronal más importante del país.

¿Así o más preciso? “No está en verde”, es decir, no estamos en jauja; no somos Campeche ni Aguascalientes, donde los índices de criminalidad parecen de país europeo, y occidental. No es la capital del estado una réplica de Mérida, Yucatán, una de las ciudades con menor índice delictivo de toda América Latina. Conste que usamos ejemplos ubicables dentro del mismo país.

Lo dijo que empresario que recién había sentido los efectos de la inseguridad que aún afecta a las zonas comerciales más prósperas. Lo dice alguien que ya se sumó al club de los líderes empresariales que han sufrido en carne propia los traumas del delito común y el organizado.

La frase del líder patronal venía al caso porque, en esos días, la organización “Semáforo delictivo”, que mide la incidencia delictiva y la compara respecto a una meta trazada a inicios de año y a la incidencia del año anterior, había puesto a Chihuahua en “verde” en casi todos los rubros que mide.

No se puede culpar a “Semáforo delictivo” de que exista esa disparidad entre las buenas calificaciones que le puso a Chihuahua y la percepción que tiene una parte de la sociedad respecto a las condiciones de seguridad de su ciudad o de su estado porque, después de todo, sus cálculos los hace con base en cifras oficiales, las cuales en más de una ocasión han reflejado desfases y descoordinación entre lo que publica la FGE y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.

Los semáforos, como en el ejemplo antes mencionado, o las cifras a las que se refiere la autoridad cuando festina que ya bajó la incidencia delictiva, se comparan respecto a las de años anteriores, que fueron atípicas, nunca antes vistas en el estado de Chihuahua y que ubicaron a México y a la entidad entre las zonas más peligrosas del mundo. La realidad, sin embargo, se compara con la percepción de una masa social que aprecia que aún es posible asesinar a alguien a media calle sin que haya autoridad que lo impida o que detenga en flagrancia al autor o autores.

Entre la semana pasada y lo que va de la actual han ocurrido—o por lo menos han quedado en el registro—al menos siete eventos de criminalidad cometidos al más puro estilo de la delincuencia organizada.

El más resonado de esos hechos es el homicidio de quien fuera la cabeza del Cártel de Juárez en ciudad Aldama, Marcelino Muñoz, alias el Chalino, pero otros hechos no son menos alarmantes porque hicieron recordar aquellas épocas del 2010, cuando era pan de cada día que llegaran hombres fuertemente armados a disparar a discreción contra su víctima, aun cuando éste se encontrase en un lugar público.

Ese es el auténtico semáforo delictivo con el que mide la sociedad y el que usa ahora la iniciativa privada para evaluar la eficacia del Gobierno para combatir la delincuencia. A estas alturas, ya no cabe compararse con 2010; vale compararnos con nosotros mismos y ver qué seguimos haciendo mal como para que continúe Chihuahua en los primeros lugares en homicidios, lesiones y violencia sexual.