Ojo de Agua: a un año de la salvaje agresión

**La madrugada del 29 de abril de 2017, un grupo de porros entró por la fuerza; con maquinaria pesada, palos y armas de fuego se dio a la tarea romper, quemar, destrozar las casas y echar fuera a los vecinos, acusándolos de invasores.


Ojo de Agua: a un año de la salvaje agresión

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2018, 21:36 pm

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Fernando Castro Merino

Tijuana, Baja California.- Una tarde de sábado fueron sacadas mesas y sillas a la calle principal pese a las amenazas de que la ventolera se llevara los globos sujetos apenas por una cuerda. Se adelantaba el júbilo que movía a los habitantes de la colonia Ojo de Agua. Nana cumplía 73 años.

Ojo de Agua está ubicada al este de Tijuana y la fiesta fue organizada en una de sus calles principales, en cuyo entorno la suma amorfa de decenas de casitas improvisadas con maderas, hules, lonas y otros materiales hacía más visible el esfuerzo de sus habitantes por contar con una vivienda digna. En Ojo de Agua habitan más de 200 familias.

Una de estas casas es la de Nana, originaria de Guerrero y residente de Ojo de Agua desde hace tres años. Nana, quien recientemente perdió a su marido, olvida por unas horas el ajetreo cotidiano de la ciudad fronteriza para ocuparse de la celebración de su cumpleaños en la Manzana 12.

Pese a ser la agasajada, Nana participa también de los preparativos: ha puesto el mantel sobre la mesa de madera, cuyas dimensiones ocupan buena parte de la calle principal. Es menudita, su tez oscura y en su rostro resaltan sus serenos ojos negros.

El predio forma parte de la tercera sección del Polígono 6, donde aún sigue vivo un ojo de agua, que domina el paisaje agreste, rocoso y poblado con el matorral propio del valle desértico, característico de la belleza del Noroeste mexicano.

Esta charca de aguas quietas da nombre a una de las tres secciones que componen el asentamiento, en el que habitan alrededor de tres mil familias.

“Todos me dicen Nana”, admite la festejada, quien ha convocado al vecindario. Casi nadie la llama su nombre de pila, pero entre los vecinos de la tercera sección la cumpleañera no necesita presentación.

Mujeres, niños, todos se apresuran a completar el área del festín, en la que de un momento a otro aparecen el pastel y los dulces. También llegan rápido las sillas de sus vecinas, unas de madera y otras de plástico; platos y luego un ir y venir de invitados de todas las edades hasta formar una multitud alegre por participar en el modesto banquete.

“Es una compañera antorchista”, dice una de las convidadas. Ése es el hilo conductor del trajín que ha reunido a los vecinos de Ojo de Agua frente a la casa de Nana. Cada uno de los asistentes toma su sitio en el convivio.

Nana cumple un año más en el predio en el que miles de familias, junto al Movimiento Antorchista Nacional (MAN), luchan cotidianamente y realizan esfuerzos colosales para exigir a los tres niveles de gobierno que realicen las inversiones necesarias para construir los servicios urbanos públicos básicos.

El dirigente de este movimiento político social en Baja California, Ignacio Acosta Montes, revela que las familias de Ojo de Agua se han organizado para exigir el cumplimiento de su derecho a la vivienda popular, lo que en Tijuana es recurrente porque en esta ciudad el crecimiento demográfico es muy dinámico y la especulación predial muy alta. En el año 2000, 43 por ciento de la población residía en predios irregulares.

El MAN tiene arraigo en importantes zonas urbanas debido al trabajo de gestión que hace para regularizar lotes a beneficio de miles de familias. En Ojo de Agua se tuvieron que realizar interminables antesalas; primero ante el Instituto Nacional del Suelo Sustentable (Insus) y luego ante el gobierno estatal para legalizar el predio.

El triste pasado del predio Ojo de Agua

La madrugada del 29 de abril de 2017 está grabada para siempre en la memoria de los vecinos; un grupo de porros entró por la fuerza; con maquinaria pesada, palos y armas de fuego se dio a la tarea romper, quemar, destrozar las casas y echar afuera a los vecinos, acusándolos de invasores.

El brutal ataque –manejado por los medios locales como “enfrentamiento”, no como agresión– provocó la muerte del joven José Corrales Almejo, dejó heridas a decenas de mujeres, niños y personas de la tercera edad y provocó la pérdida de casas, enseres domésticos y otras propiedades familiares.

José había participado en la fundación de la tercera sección y formaba parte de la Comisión de Orden y Seguridad de la organización vecinal. A un año de la terrible tragedia, los antorchistas tijuanenses lo recuerdan como un hombre honesto, trabajador, responsable y, sobre todo, como el joven que siempre veló por el bienestar de los habitantes de Ojo de Agua.

Homero Aguirre Enríquez, vocero del MAN, denunció en mayo del año pasado que esa agresión “fue precedida por una campaña mediática para justificar el crimen que se estaba preparando, en la que ocuparon un papel principal las difamaciones y llamados a la violencia contra los integrantes de la organización. Erika Santana y otros individuos que gozaron de copiosa cobertura en los medios, así como las versiones calumniosas para intentar culpar de la violencia al dirigente antorchista Ignacio Acosta Montes, gracias a la gran representación popular que tiene, se desempeña como titular de esa delegación tijuanense.

El rumbo que están tomando los acontecimientos no deja lugar a dudas de que la perversa campaña mediática previa al ataque, la impunidad de que gozan los asaltantes y asesinos, puestos en libertad casi de manera inmediata, la ridícula versión de las autoridades de que la persona asesinada ‘se disparó ella misma’, y la insistencia de algunos personeros del gobierno municipal de Tijuana para que Ignacio Acosta dejara su puesto en la administración municipal, forman parte de un solo plan que busca dañar al antorchismo y frenar el crecimiento que ha tenido en esa zona fronteriza”.

En Ojo de Agua, como otras colonias populares de Tijuana, confluyen muchos mexicanos pobres que, movidos por el hambre o la violencia, viajan al norte del país en busca de trabajo y, una vez frustradas sus aspiraciones de pasar al “otro lado”, se quedan en la ciudad fronteriza a hacer esfuerzos de superación en áreas donde se exponen a los estigmas y la satanización social.

Pero ahora ya no enfrentan solos estos problemas sino que, como en su caso, tienen la posibilidad de formar parte de un laboratorio de grandes transformaciones de la mano de una organización social y política que los orienta en el tipo de lucha adecuada para alcanzar sus objetivos.

Por ello, a un año de la tragedia, la lucha de los habitantes de Ojo de Agua, sus gestiones, van viento en popa; la lotificación de los terrenos comenzó a principios de 2018, cuando Insus ratificó la legalidad del predio y constató la certeza jurídica de los lotes, razón por la que ahora los antorchistas pueden trazar calles, manzanas y redes de electrificación y agua potable.

Todos recuerdan aquel brutal ataque, pero aseguran que esa lucha no fue en vano. Hoy hablan de la construcción de un centro comunitario, de un centro recreativo, de áreas verdes y del diseño de una colonia que se convertirá en símbolo de progreso para los cinturones de miseria que rodean la cosmopolita pero mayoritariamente pobre Tijuana.

Apenas en 2014, Baja California ostentaba el sexto lugar con el mayor número de viviendas en situación de abandono. Hoy, a pesar de las optimistas declaraciones oficiales, esta posición debe ser peor, porque hay casas habitación a las que no tienen acceso las familias de obreros, campesinos y personas con ingresos de uno o dos salarios mínimos.

El último Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) contabilizó en Baja California 214 mil 705 casas abandonadas en 2010, de las que 111 mil 482 estaban ubicadas en Tijuana y equivalían casi al mismo número de viviendas deshabitadas en Ensenada, Playas de Rosarito y Tecate, con el 23 por ciento del total en el estado.

El Instituto Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit) estima que en todo el país existen cerca de 250 mil casas-habitación en abandono, debido fundamentalmente al “modelo errático” con que se construyeron, es decir, en lugares alejados de los servicios urbanos indispensables y de los centros de trabajo de sus habitantes.

Además, en gran número de casos, las unidades habitacionales se asentaron en áreas rurales, sin escuelas e incluso sin sistemas de transporte colectivo, que al ser abandonadas o no ocupadas se convirtieron en un problema financiero para el Infonavit, cuya dirección debió llevar a cabo procesos legales para recuperar la posesión.

Proyecto de vida sustentable

En la zona Este, lejos del bullicio metropolitano y junto a un centro educativo donde se imparten clases a jóvenes de secundaria y preparatoria, se ubica la primera cancha de pasto artificial de uso público en Tijuana. Mide 150 metros de verde intenso y brilla ante los ojos de los vecinos.

Es una de las “perlas” del antorchismo tijuanense. A su alrededor hay tres colonias en proceso de desarrollo. En la llamada Unión Antorchista, la primera sección, viven más de 700 familias, quienes de inmediato la dotaron de un kínder, una escuela primaria de tiempo completo, con su respectivo comedor. Ahora están en marcha la pavimentación de las calles; la construcción de un puente de acceso y las redes de agua potable y drenaje.

En la misma situación se encuentra la segunda sección y con el mismo sistema organizado de trabajo social comunitario que caracteriza a las familias afiliadas al MAN: colaborando en las faenas destinadas a la introducción de las redes de drenaje, agua potable, electricidad y vialidades, a fin de mejorar lo más posible sus condiciones de vida urbana.

En la tercera sección, Ojo de Agua, la colonia de Nana, la situación apenas empieza a cambiar y la mayoría de los servicios aún son provisionales, pero pronto serán permanentes y firmes, pues los pobladores siguen el ejemplo de sus vecinos de las dos primeras secciones.

“Cuando Antorcha crea y gestiona un proyecto de vivienda, así lo plantea a la comunidad; Antorcha nos ha enseñado a exigirle al gobierno que cumpla con su trabajo construyendo escuelas, centros de salud, áreas verdes, etc., para que las familias no tengan que abandonar sus casas por algún motivo. Por ello en la Zona Este hemos demostrado que con trabajo y esfuerzo se pueden lograr grandes obras”, asegura Acosta Montes, coordinador del MAN en la región noroeste de la República.

Recientemente, el delegado del Infonavit en Baja California, Víctor Manuel Romero Palacios, informó que entre 2016 y 2017 esta institución recuperó 11 mil 450 casas abandonadas, de las 15 mil que existían en el estado, con lo que la entidad se situó en el primer lugar nacional en la readjudicación de viviendas.

Indicó que el fenómeno de abandono de viviendas afecta más a la zona norte del país y, de acuerdo con estudios propios, la principal causa de este fenómeno es la migración. “Hay gente que viene a vivir y luego pasa a Estados Unidos, o regresa a sus lugares de origen y abandona su propiedad”.

La segunda razón es la violencia, por lo que el instituto también trabaja en la reconstrucción del tejido social mediante la habilitación de espacios urbanos destinados al deporte y al sano entretenimiento –parques, canchas multiusos, etc.– a fin de que los jóvenes y los habitantes de la zona se distraigan.

Acosta Montes, quien en 2017 fue delegado de la Zona Este, señala que a pesar de la insistencia que han tenido al exigir al gobierno estatal que lleve a cabo un proyecto de vivienda para los habitantes de Tijuana, éste ha hecho caso omiso del proyecto.

“Nosotros no llamamos a la gente a invadir casas o terrenos. La llamamos a organizarse y a luchar; a gestionar, pedir que se cree un proyecto de vivienda que favorezca a los trabajadores, a los que sostienen a este país… Es cierto que se nos ha tachado de que no somos de origen tijuanense, pero ¿quién ve por ellos si no es Antorcha?

Nosotros hemos avanzado; y cuando digo nosotros me refiero al pueblo, a los que formamos esta gran organización, en la que los más de 30 mil bajacalifornianos organizados en nuestras filas han visto una luz de esperanza para solucionar sus problemas de vivienda, de servicios y, como lo hemos sostenido desde hace 44 años, de un mundo mejor”, dijo.