“No volverá a suceder”… pero las fugas se han repetido una y otra vez

**La cantidad de fugas de penales ocurridas en el estado de Chihuahua durante los últimos 25 años es pavorosa, si se tiene en cuenta la peligrosidad de los sujetos que lograron regresar a las calles.


“No volverá a suceder”… pero las fugas se han repetido una y otra vez

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2015, 20:31 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ ahoramismo.mx

Hay que guardar las proporciones, pero las circunstancias se parecen mucho. Aquí en Chihuahua hemos tenido nuestros “chapazos”, por llamar de alguna manera a las similitudes que tiene la segunda fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán de una cárcel de alta seguridad.

La cantidad de fugas de penales ocurridas en el estado de Chihuahua durante los últimos 25 años es pavorosa, si se tiene en cuenta la peligrosidad de los sujetos que lograron regresar a las calles después de haber sido sentenciados a pasar largas condenas por cometer delitos sumamente graves, como el homicidio, en la mayoría de los casos.

Sin embargo, el caso que nos ocupa se parece un poco a la reciente fuga—“la más reciente” ya se dice en son de broma en las redes sociales—del “Chapo”, y que demuestra la poca capacidad del Estado Mexicano para mantener recluidas en un confinamiento de seguridad media o alta.

Es el caso ocurrido el 17 de enero del 2011 es el que llama la atención por la similitud del caso, donde el manejo negligente del sistema penitenciario permitió a un grupo de reos hacer un boquete en un muro que debería mantenerlos a raya.

Aquel día de enero, los reos lograron hacer un agujero en la mismísima pared del penal de Aquiles Serdán, es decir, en el muro que está a la vista de cualquier custodio y más aún de los agentes apostados en las torres de vigilancia.

El hoyo, visto desde afuera del penal, quedaba a más de dos metros de altura del piso y medía menos de un metro de diámetro, pero fue lo suficientemente ancho como para que se fugaran de ahí 12 internos a quienes ya los esperaban en una camioneta Pick up cuyo conductor había derribado antes la malla ciclónica que circunda el penal.

Todo ocurrió la madrugada de un frío enero del 2011 y, en aquel entonces, se dijo que nunca más volvería a suceder algo así… y ocurrió otra vez.

Aunque los hechos son distintos y distantes en el tiempo, el caso es el mismo porque pone en evidencia a un Estado Mexicano que es incapaz de mantener dentro de sus cárceles a los pocos infractores de la ley que logra capturar y mandar a juicio con evidencias suficientes como para que un juez los sentencie.

Una cuenta rápida nos dice que en los últimos 25 años han ocurrido seis fugas de más de una persona de alguno de los penales del estado, sin contar el caso inverosímil de Crispín Borunda, quien salió sin mayor problemas de la clínica privada donde lo atendían.

“No volverá a suceder”, también dijo el gobernador Fernando Baeza cuando 20 reos se escaparon a sangre y fuego de la entonces llamada Penitenciaría del Estado, hoy “Unidad de bajo riesgo”. Y sin embargo volvió a ocurrir, una y otra vez. Si un reo tiene la capacidad operativa para ordenar la excavación de un túnel de 1.5 kilómetros de largo, nadie puede decir ahora que “no volverá a suceder”.

Si el Estado no puede contener a quienes tiene recluidos ¿qué no harán los que siguen libres? La pregunta es como para ponerse a temblar, porque entonces, con negligencias como la de ese tamaño, quiere decir otros más podrían liberarse de la reclusión y regresar a la calle. Seguramente, no volverían a la libertad para hacer colectas de caridad; lo harían para retomar su carrera delictiva.