Neri Cándida Guevara, una de las primeras declamadoras de las Espartaqueadas

** Yo sólo sé que en la llanura incierta/ de mi peregrinar, llegué a tu puerta;/ que mi cansancio pide tu hospedaje,/ y que a la aurora seguiré mi viaje.


 Neri Cándida Guevara, una de las primeras declamadoras de las Espartaqueadas

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2015, 13:39 pm

Por Francis Martínez y Abigail Reyes

Neri Cándida Guevara Luna es agrónoma por el Instituto Tecnológico de Tecomatlán. Actualmente es dirigente de grupos campesinos en la zona sur del estado de Nayarit.
Participó en cuatro ocasiones antes que se formalizaran las Espartaqueadas.

Comenzó a declamar por inculcación familiar en su escuela primaria. Ya en Antorcha y con la guía de Aníbal Córdova Morán, contribuyó continuamente en varios concursos y hasta ahora por iniciativa propia.

Cómo pionera de las denominadas Espartaqueadas Culturales, ¿cómo ve el desarrollo del trabajo cultural de Antorcha?

Efectivamente me considero pionera del trabajo cultural en el Movimiento Antorchista, porque cuando yo conocí a la organización se iniciaron lo que ahora nosotros conocemos como el gran evento al que acuden miles de artistas, en su edición cultural y deportivo: “La Espartaqueada”.

En el terreno cultural, me desempeñé siempre en la declamación. El primer encuentro se hizo en el Distrito Federal, en 1986 escasamente con 60 o 70 participantes, siete de los cuales éramos declamadores; niños y jóvenes que nos reunimos para realizar el primer encuentro cultural. Con más de veinte años de trabajo, ahora es lo que todo mundo conoce, grupos que se han presentado en los mejores escenarios del país como lo vimos en el Estadio Azteca, el Teatro de La Paz en San Luis Potosí, entre otros.

Hay actividad en todas las disciplinas, tanto de declamación, danza, música, poesía, teatro, oratoria y pintura, es decir, todo tiene un antecedente que tal vez nadie podría creer y yo de manera personal me quedó sorprendida cuando veo la cantidad de jóvenes que leen poesía.

Neri es originaria del municipio poblano de Tetela de Ocampo, en la sierra norte, una de los más pobres de la entidad. Estudió en el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTa) 168 de Zacapoaxtla y conoció al antorchismo por una invitación a conocer Huitzilan de Serdán, otro municipio poblano que sufrió décadas de abandono bajo el cacicazgo.

 El 15 de agosto de 1986 conocí al ingeniero Aquiles Córdova Morán, lo escuché en un discurso y eso me transformó la vida. Es curioso, yo iba a una fiesta, claro ya era una fiesta con sentido político, porque los campesinos estaban tratando de abrir la puertas de Huitzilan de Serdán, que por años permaneció cerrada al comercio, a la educación; algunos maestros habían sido asesinados.

También me impresionó mucho el discurso de un indígena, Ignacio Gómez Cipriano, en ese momento, el presidente municipal, quien con porte muy gallardo, hablando en su dialecto y en español, explicó qué era Antorcha Campesina. Ese hecho sencillo me transformó la vida, me convenció a partir de ese momento que debería acercarme a la organización.

A la actividad como estudiante de bachillerato, se sumó al Movimiento Antorchista Nacional (MAN) y continúo preparándose en la declamación.

 Tras acercarme a Antorcha, empecé a declamar en las comunidades, con una orientación diferente acerca de las poesías. El CBTa tenía una actividad muy grande y constantemente íbamos a los pueblos. En cada programa cultural yo declamaba, así pude darme cuenta de muchas cosas que viven los pueblos, del trabajo y la transformación que estaba llevando a cabo Antorcha en sus comunidades.

Neri admite que la cruda realidad de pobreza en la sierra nororiental de estado de Puebla es algo que contribuyó para que formara parte de este movimiento (MAN).
El papel fundamental de la organización ha sido educar a mucha gente en el sentido más humano posible para albergar sentimientos del ser humano en general y creo que es el más grande logro del maestro Aquiles y del MAN en general, en educarnos. El Movimiento ha podido contactar a muchos jóvenes, en su momento como yo, para que esté dispuesto a dar el tiempo y la vida por esta gran organización. El mérito más grande de Antorcha es haber educado a miles de activistas.

 ¿Cómo está contribuyendo Antorcha para hacer una cultura en torno a la poesía?

 Es cierto que muchos no declaman, pero la mayoría lee poesía, se han vuelto lectores de los más grandes poetas que ha dado la humanidad y eso es producto del trabajo que el Movimiento ha realizado durante todos estos años en el terreno cultural. Se han rescatado a los mejores y grandes compositores de la música mexicana y del mundo.
Ahora muchos jóvenes y niños interpretan temas de Consuelito Velázquez, Agustín Lara, María Greever, a grandes boleristas del mundo que no los conocerían porque no es lo que nos enseña la gran industria capitalista de la música.

 Antorcha cumple 40 años de existencia ¿cómo se combina el trabajo político con la promoción de la cultura?

 Al cabo de los 40 años de trabajo, no solamente se ha preocupado por resolver problemas elementales para que la gente tenga una vida digna, decorosa en sus comunidades, en sus familias, sino que ha educado a miles de jóvenes, niños, amas de casa en el terreno cultural. Antorcha cultiva la sensibilidad del mexicano que, por tradición, es un pueblo culto. Yo me siento muy orgullosa al ver que también Antorcha va a la punta de todas las organizaciones políticas que existen en el país y eso lo podemos comprobar muy fácilmente con los eventos culturales que en las últimas fechas ha realizado, incluso en encuentros con grupos del extranjero de gran calidad.
“La poesía es una bella arma política”

 ¿Por qué seleccionar ciertos autores?

 También con la poesía se puede hacer política. Siempre nos hemos identificado con los poetas progresistas del mundo. Yo destaco, a lo mejor porque tengo una inclinación personal hacia él, a Pablo Neruda, pues toda su poesía, hasta la de corte romántico está relacionada con la lucha del pueblo; hay muchos poemas que escribe a su amada Matilde Urrutia y la compara con el quehacer cotidiano de la gente humilde. También Federico García Lorca, Miguel Hernández, León Felipe y de los mexicanos podemos rescatar a Manuel Acuña, Ramón López Velarde, Enrique Gonzáles Martínez, poetas destacados por su buena poesía y su compromiso con el pueblo.
Y podríamos mencionar infinidad de autores, algunos poco conocidos, que no eran difundidos en México y los ha rescatado el Movimiento Antorchista, por ejemplo al poeta turco Nâzim Hikmet. De autores mexicanos resalto a Manuel José Othón, quien escribe una poesía inspirada en los sentimientos más profundos del hombre, su amor por la naturaleza, por el paisaje mexicano, como se ve en Idilio Salvaje, Poema de vida y el Himno de los Bosques.

 ¿Cómo es la vida de un activista?

 En Antorcha vives la vida de una manera muy diferente, tu vida es pública porque la compartes con miles de personas, le pertenece a miles de personas con los que trabajas. Es una vida de satisfacciones, de muchas emociones de todo tipo pero al final de cuenta es una vida diferente. Conocí muy joven a Antorcha y lo que yo tuve antes de los 15 años es una vida de mucho trabajo, porque mi familia es muy humilde. En todas las familias se te educa de manera personal para que tú te superes en lo individual y al rato tengas a tu familia en mejores condiciones.

 ¿Cuáles son los retos para la organización?

 Creo que si en algún momento la organización nos ha exigido, nos ha planteado retos a corto plazo y a largo plazo, creo que el 40 aniversario de nuestra organización nos marca un reto de crecer a 10 millones de militantes, porque el activista tiene el reto de que seamos más los que pertenezcamos al Movimiento y creo que es algo posible porque las condiciones políticas del país y económicas nos lo permiten.

Al final de la charla, nos regala la poesía Parábola del huésped sin nombre de Enrique González Martínez:

—¿Quién eres, tú? ¿De dónde
vienes, y a dónde vas?...
Y me responde:
—Nunca supe quién soy, y no sé nada
del principio y el fin de mi jornada.
Yo sólo sé que en la llanura incierta
de mi peregrinar, llegué a tu puerta;
que mi cansancio pide tu hospedaje,
y que a la aurora seguiré mi viaje.
Destino, patria, nombre...
¿No te basta saber que soy un hombre

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