Nellie Campobello, portento chihuahuense de Villa Ocampo

**Y Chihuahua ¿cuándo va a reconocer a esta hija suya, duranguense de nacimiento como el propio Francisco Villa?


Nellie Campobello, portento chihuahuense de Villa Ocampo

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2011, 11:31 am

Froilán Meza Rivera

De todos los pendientes que tiene la Historia en Chihuahua, y especialmente la historia de la Revolución y de la literatura, está el rescate de la figura de la insigne bailarina y escritora Nellie Campobello quien, si bien es duranguense como el propio Francisco Villa, vivió gran parte de su vida en Parral y en Chihuahua, también igual que el Centauro del Norte.

Para los chihuahuenses, Campobello es un enigma completo, un cero a la izquierda, y es difícil o casi imposible encontrar entre los escolares de cualquier nivel, quién sepa de la destacada escritora.

Nellie Campobello nació en Ocampo, Durango (Villa Ocampo, le llaman, como a su cabecera municipal, incorrecta pero popularmente), que es un municipio colindante con el estado de Chihuahua y que está situado en la órbita comercial, social y política de Parral. La vida de estos duranguenses transcurre teniendo como su centro a la llamada Capital del Mundo, y así sucedió con Nellie Campobello. Según documento fehaciente, ella nació el 7 de noviembre de 1900, aunque Nellie misma dio pie a una confusión de fechas y años.

Según la información recopilada por el historiador Jesús Vargas Valdez, “se puede sugerir que Nellie creció con un sentimiento de vergüenza” causado por la relación incestuosa entre su madre y su padre: Rafaela Luna procreó con su sobrino Felipe de Jesús Moya Luna, hijo de su hermana Florencia.

De la unión entre tía y sobrino nacieron seis hijos, de los cuales Nellie (Francisca) fue la tercera. Dado que nunca se formalizó la relación matrimonial, “Francisca y sus hermanos crecieron sin protección paterna”.

Entre 1908 y 1909, Rafaela Luna se trasladó a Parral, Chihuahua, con sus hijos. Allí tuvo a Soledad (Gloria Campobello), en 1911. Gloria fue la hermana más querida por Nellie. Al morir Rafaela, en 1921, Nellie se hizo cargo de Gloria.

Poetisa, articulista y escritora, Nellie es autora de cuatro libros, además de Francisca Yo!, Las manos de mamá, Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa, Ritmos indígenas de México y Cartucho. Esta última ha sido revalorada como una de las mejores novelas sobre la Revolución Mexicana.

Fue autodidacta y criada en medio de agudas carencias y en un ambiente social adverso, Es admirable cómo pudo Nellie Campobello definir su independencia personal, su vocación literaria y relacionarse con los artistas e intelectuales más prominentes de la época, como lo hizo.

Nadie sabe todavía con certeza cómo murió Nellie Campobello. Mejor conocida por sus aportaciones a la danza con la recuperación de ritmos y coreografías de bailes autóctonos, la también escritora desapareció en 1985 junto con varias de sus más valiosas pertenencias como pinturas originales de José Clemente Orozco y Diego Rivera. No fue sino hasta 1998 cuando la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal anunció que Nellie había fallecido el 9 de junio de 1986. Sus secuestradores fueron la pareja formada por Claudio Fuentes Figueroa y su esposa de nombre María Cristina Belmont, aparentemente ex alumna de la bailarina.

Como sucede con frecuencia, la valiosa obra de Campobello ha sido relegada al polvoriento estante de los libros olvidados. Los programas de enseñanza media superior, por ejemplo, apenas rescatan -en el mejor de los casos- novelas como Los de abajo, de Mariano Azuela, o a La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, como principales representantes de la literatura de la Revolución, perdiéndose así, con el paso del tiempo, el conocimiento o el recuerdo de aquellas aportaciones que, alejadas de los “cánones dominantes” de la época, poco difundidas o simplemente ignoradas.

Su novela Cartucho recoge las batallas anónimas, las libradas en la calle en una tarde cualquiera; las de los días que nadie recuerda por no ser fechas emblemáticas; las presenciadas desde una ventana de dos metros de altura en una esquina; las que no pueden ser contadas porque todos los testigos murieron antes de poder presentar su testimonio.

La obra de Campobello es el testimonio -fragmentado en pequeñas historias- de una niña cuyos recuerdos se confunden con los relatos de su madre en una mezcla de ficción y realidad; testimonio que revela el aturdimiento que puede alcanzar la conciencia de un ser humano cualquiera ante el dolor y la muerte, cuando éstos se convierten en el común denominador de su vida cotidiana.

La muerte visitó tan seguido a Campobello que terminó por ganarse su confianza.
¿Cuánto de ficción contiene la obra de Campobello? ¿Cuánto de realidad? Es difícil saberlo. Sin embargo, en cada historia contada hay un reclamo, ese reclamo sobre la sordidez de una etapa que arrebató la vida de miles en el campo de batalla, muchas veces sin el mayor sentido, fuera por una bala perdida, por una venganza, o simplemente porque siempre han existido los que, para hacer sentir su poder, no escatiman en el uso de la fuerza con tal de que no se olvide quién es el que manda.

La historia y la literatura guardan, en su lista de sucesos importantes, infinidad de lecciones para el pueblo. ¡Ay del que no quiere aprenderlas!