Necesario, que próximo gobierno cambie el modelo económico de México

“Se requiere otro modelo que, por encima de la ganancia empresarial, atienda las necesidades sociales, que haga del mercado interno su centro de atención; que sea productivamente eficiente y equitativo en materia de distribución": Abel Pérez Zamorano.


Necesario, que próximo gobierno cambie el modelo económico de México

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2018, 13:28 pm

Autor: José Reyez

Para reducir y frenar los estragos del neoliberalismo, el próximo gobierno de México debe plantear un cambio de modelo. Sólo así se atacará el deterioro de la economía y la vulnerabilidad en seguridad nacional, derivada de la desigualdad y la pobreza

A casi 4 décadas de vigencia, el neoliberalismo en México ha generado mayorías extremadamente pobres y marginadas frente a una minoría excesivamente rica. En el proceso de acumulación de riqueza se pulverizó a la clase media y se eliminó la movilidad social por vía del estudio. Y ello debería obligar a un cambio en el modelo económico del país, consideran especialistas.

“Se requiere otro modelo que, por encima de la ganancia empresarial, atienda las necesidades sociales, que haga del mercado interno su centro de atención; que sea productivamente eficiente y equitativo en materia de distribución; que pague más salarios y cobre menos impuestos a los pobres, y oriente el gasto público hacia las necesidades del pueblo”, señala Abel Pérez Zamorano, doctor en desarrollo económico por la London School of Economics.

Para el investigador, a la par, deben incentivarse el ahorro y la inversión internos, así como lo que denomina un uso nacionalista de los recursos naturales, como el petróleo. También sugiere aumentar el gasto en universidades, para que todos los jóvenes en edad y con deseos de estudiar puedan hacerlo; y fomentar el desarrollo científico y tecnológico, entre otras medidas.

En entrevista, Pérez Zamorano destaca que, a pesar de ser el país con mayor número de tratados de libre comercio, en México hay “una espantosa polarización en la distribución del ingreso, cuyo saldo son los más de 85 millones de pobres, y del otro lado, el hombre más rico del mundo [el magnate Carlos Slim]”.

La creciente pobreza, señala el miembro del Sistema Nacional de Investigadores, ha debilitado el mercado interno al impedir a potenciales consumidores adquirir la producción propia, por lo que ésta debe ser canalizada al mercado externo, del cual se depende en forma creciente: “Ése es nuestro modelo exportador”, critica.

Pérez Zamorano indica que la crisis mundial ha reducido los mercados; por eso, México es progresivamente desplazado de espacios tradicionales. En el mercado estadunidense, por ejemplo, la competitiva producción china vino a dar la puntilla al esquema exportador del país. “Así, el debilitamiento de nuestros mercados externo y doméstico ha abatido la tasa de inversión”.

El investigador agrega que la masiva migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos fue, por décadas, una válvula de escape: las remesas se convirtieron en la segunda fuente de divisas y en paliativo a la pobreza, pero ahora, la migración se ha contraído por la crisis en el país vecino, cuya necesidad de empleo inmigrante se ha reducido.

En tales condiciones –apunta Pérez Zamorano–, el bienestar y la armonía social se han deteriorado: ahí están, por ejemplo, la crisis de hambre en la Sierra Tarahumara y la creciente ola de delincuencia e inseguridad. Asimismo, se endurece la política oficial hacia la protesta pública, restringiendo y estigmatizando este mecanismo legal de reclamo social.

El también catedrático de la Universidad Autónoma de Chapingo señala que es evidente el carácter sistémico general de la crisis a escala mundial. “Japón lleva ya 20 años estancado; la economía estadunidense está frenada desde 2007: sus principales corporativos quebraron y fueron necesarios multimillonarios programas de rescate; el desempleo y la crisis de deuda frenan al imperio”.

En ese contexto mundial se encuadra México, como una pieza más de ese engranaje. Consecuentemente, si el problema es una crisis del modelo, no puede resolverse mediante un emplasto como medida parcial: “los problemas estructurales demandan soluciones estructurales”, subraya el investigador.

Necesario, el cambio de modelo

Promovido por los gobiernos priístas –a partir de Miguel de la Madrid– y panistas, el modelo impuesto desde el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional podría porfundizar aún más la crisis en el país no sólo en el ámbito económico sino también en el de la seguridad.

“El neoliberalismo ha impactado a países en desarrollo como México, que a partir de adoptar este modelo ha alineado su política económica con su consecuente impacto en la seguridad nacional”, advierte Carlos Eduardo Herrera Avendaño, doctor en finanzas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En su diagnóstico México, vulnerable en su seguridad económica y seguridad nacional, publicado por el Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav), refiere que en la cúpula gubernamental se toman decisiones financieras y económicas que sólo consideran los efectos en la estabilidad financiera y económica, dejando a un lado las consideraciones respectivas sobre seguridad nacional y el bienestar del pueblo.

Advierte que entre los factores que vulneran la seguridad nacional del país está la “falta de capitalización del sector público y privado, crecimiento basado en el ahorro externo y mercado interno débil, subordinación de política monetaria, cambiaria y fiscal al capital extranjero, carencia de política de Estado que refiera ámbitos estratégicos de la seguridad económica”.

Indica que México ha supeditado su política monetaria a políticas macroeconómicas, para dotar de estabilidad cambiaria al desarrollo de los mercados financieros internacionales.

El también doctor en ciencias administrativas por la Universidad Autónoma de Tlaxcala considera que, al subordinarse a intereses del capital financiero extranjero, “el poder económico nacional se ha reducido al contar con menos condiciones productivas y financieras, la pérdida del manejo soberano de la política económica, para satisfacer las demandas nacionales”.

Apunta que el país carece de una política económica que impulse un crecimiento menos vulnerable del exterior, construya un poder económico y garantice la seguridad económica. Por el contrario, añade, hay una alta dependencia de la entrada de capitales con creciente vulnerabilidad, lo cual influye en la seguridad nacional.

De acuerdo con Herrera Avendaño, la seguridad económica está amenazada por la apropiación de una política ligada con la liberalización, desregulación, la macroeconomía y la política de estabilización comprometida para atraer capital extranjero que compense la falta de inversión nacional pública y privada.

En su análisis México, vulnerable en su seguridad económica y seguridad nacional, considera que no existe una política de seguridad nacional que defina para el presente y futuro el rumbo que ha de seguir el Estado. Y enfatiza que el crecimiento de la economía, sujeto al capital extranjero, se traduce en “una seria amenaza que impide controlar el destino de nuestro país, ejerce presión para que la política económica responda a sus intereses, por lo que el gobierno tiene menos capacidad para atender los reclamos de su pueblo”.

En ese sentido, considera que son muchas las tareas que habrá de enfrentar el próximo gobierno si quiere que el país crezca y se desarrolle, por lo que sugiere que quien gane las elecciones del próximo 1 de julio “habrá de cuestionarse un cambio al modelo económico imperante”.

“En vísperas del cambio de gobierno en nuestro país, la próxima administración deberá fortalecer el mercado interno, fortalecer el salario y empleo, apoyar el crecimiento industrial doméstico identificando aéreas estratégicas en las cuales nuestro país desea posicionarse, mediante una política de sustitución de importaciones.”

La batalla por la seguridad económica y nacional

El doctor Herrera Avendaño estima que la batalla en el terreno de la seguridad económica y nacional empieza por mejorar las condiciones de vida, educación y empleo, que garanticen que disparidades en la distribución del ingreso disminuyan o desaparezcan.

Para el académico, esto implica preocuparse por desarrollar una industria nacional que minimice los déficits con el sector externo, y los impactos que la inestabilidad internacional tiene sobre la economía nacional.

Aclara que “no se trata de eliminar el flujo de capitales a nuestro país, ni evitar la inversión extranjera, sino de administrarla, determinar en qué campos y magnitud pueden participar, sin menoscabo de la seguridad nacional”.

En su análisis, explica que la apertura y liberalización comercial y financiera provoca que el gobierno deje de controlar el movimiento de mercancías y capitales, el funcionamiento de la banca, lo que deriva en que no haya una política industrial, ni agrícola, ni crediticia a favor de estos sectores, en detrimento de la actividad económica y el incremento la dependencia del sector externo.

Herrera Avendaño indica que cuando se sigue la ruta del libre mercado dejando que sus fuerzas dicten el futuro económico, se debe tener un Estado fuerte que compense las desigualdades y que marque el rumbo de la nación. Si esto no se da, y por el contrario se tiene un Estado cuestionado y constantemente vulnerado con una creciente presión para alinearse a intereses externos, entonces la seguridad económica y nacional se ven disminuidas. Y eso es lo que sucede en México.

Neoliberalismo, a salvo

Mayumi Yasunaga Kumano, catedrático del Instituto de Investigaciones Estratégicas de España, señala que de cara a las elecciones en México, el modelo de reformas educativa, fiscal y energética, junto con una situación de inseguridad y corrupción muy deteriorada, “ha hundido las expectativas de presidente Enrique Peña Nieto en las urnas y se ha llevado consigo la valoración del Partido Revolucionario Institucional”.

Considera que una peculiaridad de las elecciones mexicanas respecto al resto de comicios latinoamericanos de este año, es la influencia que actores externos están teniendo en el discurso electoral, como declaraciones del presidente de Estados Unidos con la renegociación del Tratado de Libre Comercio, la construcción del muro o la deportación de inmigrantes ilegales.

“Todo ello tiene la capacidad de marcar los debates políticos y polarizar a la sociedad mexicana, algo que ha sido utilizado por Andrés Manuel López Obrador, del partido Movimiento de Regeneración Nacional, para captar votos de electores descontentos con la forma en la que el gobierno ha encarado la llegada de Trump a la Casa Blanca”, sostiene.

En ese contexto, explica Julio García Pérez, máster de inteligencia por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), coincide en que las reformas la liberalización en los mercados no se ven amenazadas en las próximas elecciones, aunque acota que, en caso de que gane López Obrador, se prevén cambios en las normas que traten de incentivar la inversión mexicana.

En el diagnóstico La seguridad energética de combustibles en México, publicado por el IEEE en abril de 2018, el catedrático añade que los precios de los combustibles se perciben como una parte importante de los resultados de la reforma energética que impactan al proceso electoral.

Precisa que en este tema, el candidato del PRI, José Antonio Meade, es señalado como el culpable de los aumentos, pues era titular de la Secretaría de Hacienda cuando se decretó el incremento del 20 por ciento en enero de 2017. Por lo que considera que “un triunfo del PRI significaría la continuación de la reforma”.

Agrega que el candidato del Frente por México, Ricardo Anaya, culpa de los aumentos drásticos de la gasolina al PRI y reconoce que el PAN entorpeció la reforma en los 2 sexenios que mantuvo la Presidencia. Sin embargo, considera que la reforma energética “no se ve amenazada en caso de que resulte electo”.

García Pérez considera que la postura más radical la encabeza López Obrador, quien podría revertir la reforma energética. Sin embargo, para ello –dice el catedrático– “se requiere modificar la Constitución, por lo que no es probable que se revierta la reforma como propone López Obrador en caso de que resulte electo; no obstante, es posible que se lleven a cabo cambios que modifiquen las condiciones de los mercados”.