“México Paradise”, un paraíso laboral, fiscal y jurídico

**Comparados los costos de la mano de obra de los trabajadores mexicanos, con la de trabajadores canadienses y norteamericanos, veremos que, mientras estos últimos obtienen un promedio diario de $2,000, nuestros connacionales rasguñan los $150.


“México Paradise”, un paraíso laboral, fiscal y jurídico

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2017, 18:30 pm

Por Saúl Cacho

Prácticamente no hay día en que algún funcionario de alto nivel, algún gobernador o el propio Presidente de la República, no presuman como un gran trofeo que, durante su ejercicio en el cargo, se hayan instalado “x” número de empresas extranjeras, “con la consiguiente derrama económica para el país” (aumento de empleos, directos e indirectos, etc.)… para concluir que México es uno de los más importantes polos de atracción para consorcios extranjeros, como Ford, VW, General Motors, Chrysler, Wallmart, City Group Cisco System, Chemours Company, AT&T, y una gran variedad de cadenas comerciales.

Igualmente presumen el renglón de las exportaciones de estas mismas marcas, como si el producto de dichas ventas en el exterior, permaneciera, ya no digamos en las manos de los trabajadores mexicanos que las produjeron; no se queda prácticamente nada para el país, para el futuro, etc.; son empresas extranjeras, y toda la renta que produzcan se irá irremediablemente también al extranjero.

Pero tales funcionarios siempre se cuidan de callar en todo momento que el imán, el atractivo más importante para los inversionistas nacionales y, sobre todo, extranjeros, es el precio tan bajo de la fuerza de trabajo, lo cual nos coloca como el país con los más bajos salarios de todo el continente americano.

Si comparamos el costo de la mano de obra de los trabajadores mexicanos, con el costo de la fuerza de trabajo de los trabajadores canadienses y norteamericanos, descubriremos que, mientras estos últimos obtienen un mínimo diario promedio de $2,000, nuestros connacionales rasguñan los $150.

El “mérito” en la atracción de capitales procedentes de todos los confines del planeta le corresponde por entero a la clase obrera mexicana, pues es ésta la que aporta los ingredientes principales de tan suculento platillo, que son, insisto, mano de obra barata, cero sindicatos, cero contratos colectivos de trabajo, cero huelgas, casi cero inversión en el sistema de pensiones y jubilaciones, casi cero en materia de protección social (Servicios públicos, salud, víveres, etc.), y un ejército de trabajadores sin derechos laborales importantes, sin representantes que los defiendan; trabajadores disciplinados, aguantadores y dispuestos a vender su fuerza de trabajo al precio que sea, con tal de tener un ingreso seguro, por “raquítico que sea. Aunque, dicho sea de paso y con el debido respeto para nuestros compatriotas, tal “mérito” más bien constituye un “demérito”, que consiste en abaratar el precio de la mano de obra a niveles francamente suicidas, abaratando terriblemente la única mercancía que posee para intercambiarla por los bienes y mercancías indispensables para su existencia.

Y de eso acusan, precisamente, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, respaldado además por representantes de importantes centrales obreras de dicho país, al gobierno de México: de prácticas ilegales, como el “dumping laboral y fiscal”, es decir, salarios e impuestos preferenciales, muy por debajo del salario promedio de los trabajadores de Canadá y EUA, y de buena parte del mundo; salarios “subsidiados”, más no por el Estado, sino por los propios trabajadores y sus representantes charros quienes, como ya indicamos, con tal de asegurar un mísero salario, no les importa alquilarse 10 o 20 veces más abajo que los trabajadores del resto del mundo.

Para los obreros de Canadá, que son los que han dado esta vez la campanada, todo esto representa una gran desventaja, pues como ha quedado asentado líneas arriba, mientras aquellos tienen que ganar un mínimo diario promedio de 2,000 pesos, en México con 150 pesos basta. En tales circunstancias, los inversionistas del mundo prefieren un “Paraíso Laboral”, en lugar de un país donde tengan que desembolsar mucho más dinero en salarios. El gobierno canadiense, por tanto, exige al gobierno de México el aumento general y sustancial del salario a los trabajadores mexicanos, para poder competir así, en condiciones más parejas, en la conquista de inversionistas.

Así se explican las recientes declaraciones, defensistas y denigrantes del Alfonso Navarrete Prida, Secretario del Trabajo, en las que afirma que “los trabajadores mexicanos tienen bajos salarios, pero porque les falta preparación y capacitación”. El exprocurador de justicia del gobierno de Peña Nieto en el gobierno del Edomex, es capaz de llegar a la ignominia, antes que reconocer que los bajos salarios son, en realidad, el “ábrete sésamo” de los grandes inversionistas, el oxígeno y la sobrevivencia misma de la economía nacional.

Estos funcionarios, que gustan de hacer caravana con sombrero ajeno, presumen en sus giras de negocios por el mundo, la supuesta “estabilidad económica” y la “seguridad jurídica” de que goza México, pero a lo que se refieren realmente es a lo fácil y barata que se consigue la mano de obra en México; a la exención de aranceles, ISR, y toda clase de impuestos, así como a la tranquilidad que da a los inversionistas el saber que, desde el Ejecutivo mismo, hasta el más más modesto empleado de cualquier Junta de Conciliación y Arbitraje, están debidamente aleccionados para madrear al trabajador(es) y favorecer a la patrones, al grado que hoy en día el trabajo de un abogado laboral, que asume la defensa de los trabajadores, es satanizado e, incluso, perseguido con un sinfín de pretextos.

Pero ahí no para la cosa. Aunque Usted no lo crea, amable lector, los empresarios están a punto de lograr la autorización de nuestra legislación para publicar “listas negras”, en las que se “boletinan” los nombres y datos personales de todos aquellos trabajadores insumisos y levantiscos que se han atrevido a demandar a sus patrones y vencerlos en las Juntas de Conciliación y Arbitraje, con el propósito de cerrarles las puertas en todos aquellos centros laborales pertenecientes a la iniciativa privada.

Así las cosas, durante décadas, los trabajadores de México, a través de sus líderes charros (CTM, CROC, CROM, etc.), y no de manera directa, han pugnado tímidamente por aumentos salariales justos y dignos, sin obtener del Estado nada que supere al 2 o 3 % de incremento anual. Durante medio siglo, el tema de los aumentos salariales ha sido relegado y escamoteado, y los trabajadores han terminado por resignarse a aceptar míseros aumentos anuales de 2 o 3 pesos diarios.

No es hasta ahora, cuando los gobiernos de Canadá y EUA, en el marco de las complicadas y sospechosas negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), cuando el Ministro canadiense Justin Trudeau y los poderosos sindicatos canadienses han venido a México a decirle sus verdades al gobierno y a la burguesía de México; no es hasta ahora, cuando el gobierno de EUA se levanta de la mesa de negociaciones y amenaza con renunciar al TLC; no es hasta ahora que el propio Carlos Slim Helú demanda, no sólo un incremento sustancial de los salarios, sino, además, el sueldo universal para amas de casa; no es, reitero, hasta que se conjugan estas y otras circunstancias similares, cuando el gobierno y, sobre todo, la burguesía de México han tenido que reconocer la necesidad de revisar los salarios, aunque sea con la misma visión ratonera de siempre, tal y como lo demuestra el “aumento histórico”, recientemente aprobado “desde arriba” (y no como resultado de la lucha obrera), de 8 miserables pesos diarios.

Los protagonistas estelares, entonces, de este “paraíso laboral, fiscal y jurídico”, que le permite a la economía mexicana tenerse todavía en pie, son los trabajadores mexicanos, con sus míseros salarios y, como lo expondremos en otra colaboración, con la descomunal suma de dinero acumulada con el ahorro para el retiro de 57 millones de trabajadores.