Masiva búsqueda de tesoros misteriosos en El Molino, Rosales

**Existe la tradición de centenarias leyendas de metales preciosos escondidos, aquí, en lo que fue durante la época colonial un beneficio metalero, un “molino”.


Masiva búsqueda de tesoros misteriosos en El Molino, Rosales

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2010, 17:02 pm

Por Froilán Meza Rivera

Rosales, Chih.- Una verdadera fiebre del oro se desató a partir de que el padre de un conocido político sacó un tesoro acá, en la lomita de El Molino, hace nueve años.

El lugar es la única elevación de importancia entre el pueblo de Rosales y Ciudad Delicias, y se le conoce también como El Cerro del Molino. Se encuentra atrás del Club Campestre de Delicias, a un lado de la carretera que lleva a Rosales.

Acá vienen buscatesoros, en grupo o uno por uno, siguiendo las pistas que han dado los lugareños.

Como un detalle curioso, en la cumbre del cerrito existe una gran cantidad de fichas de refresco que, según cuentan, han sido esparcidas para facilitar el trabajo de los aparatos detectores de metales. “Se hace esto de las fichas para que, al momento en que pasas el aparato por el suelo, se produzca un ruido parejo y permanente, para que el buscatesoros no se distraiga con cualquier clavo o cualquier laminita que esté enterrada ahí”, explica Toño Rete, locatario del Mercado Juárez en Delicias, y un buscatesoros aficionado.

“Es que a la hora en que te encuentras con algo más grande, el ruido se va a diferenciar del sonidito de las fichas”, dice Rete.

Pero ¿cómo y cuándo empezó esta fiebre del oro acá?

BENEFICIO METALERO

El Molino es un poblado que se encuentra a unos cuatro kilómetros de Rosales, precisamente a mitad de camino a Delicias, y se llama “el molino” porque acá había un beneficio de metales preciosos que fue establecido en tiempos de los españoles, en el Siglo Dieciocho, para procesar el oro y la plata que llegaban de las minas de Cusihuiriachi y la Sierra siguiendo las márgenes del Río San Pedro. Era un “molino” de metal, y así se conoció siempre al lugar. Eran éstos los dominios de don Antonio Trasviña y Retes, uno de los fundadores de lo que hoy es la ciudad de Chihuahua, y cuyas tierras se extendían desde este valle en Santa Cruz de Tapacolmes (hoy Rosales) y hasta Ojinaga. A Trasviña y Retes se le atribuye la fundación de muchos poblados desde acá hasta el Río Bravo.

Desde que estaba el molino metalero, la gente de Santa Cruz y pueblos circunvecinos, se sintió atraída por los posibles tesoros que se podrían encontrar ocultos acá. Es decir, desde hace trescientos años, la tradición oral colocó aquí en el cerrito del Molino, fabulosas riquezas que, habiendo sido enterradas, sólo deben ser localizadas para apoderarse de ellas.

LAS LEYENDAS

Acá por el cerrito, la gente reporta la ocurrencia de fenómenos raros como apariciones fantasmales, inexplicables lumbres en las noches, emanaciones de vapores, etcétera, que abonan a la atmósfera enrarecida en que se envuelve el cerro en la imaginación de los pobladores.

Antonio Rete cuenta que a él, una vez que iba en su camioneta por la curva que hace el camino antes de llegar al pueblo, le pareció ver una figura blanca, como si fuera una mujer, y se regresó para ver qué era. Lo que pudo mirar ahí, en la faldita del cerro, fue que de un hoyo estaba saliendo una especie de vapor blanco, y desde entonces él sabe que las apariciones son eso, emanaciones tal vez de metales que se encuentran en el subsuelo. “Tal vez haya aquí aguas termales, y ésta sea la boca de un pozo”, aventura el comerciante.

Lo cierto es que la tradición entre la gente de El Molino, dice que acá se aparece una mujer vestida de blanco. Así le sucedió a un taxista que venía para acá de noche, y a quien por el susto de la aparición, el carro se le salió de control y fue a dar al canal de riego. A este mismo canal revestido y a sus aguas cayó también un grupo de mariachis que venía a dejar a un compañero al Molino, porque el chofer se asustó con la referida mujer de blanco.

Se sabe que don Félix Delgado sí encontró un tesoro, tal vez monedas de plata, y se sospecha que igual suerte tuvo el padre de un reconocido político local.

Así están las cosas en el mentado cerrito de El Molino con sus leyendas.