Más sobre el antagonismo entre AMLO y Antorcha Campesina

**Las descalificaciones a Antorcha (indirectas, porque ni siquiera el presidente se digna llamarla por su nombre) son injustas. Es un error del presidente atacar a Antorcha.


Más sobre el antagonismo entre AMLO y Antorcha Campesina

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2019, 12:46 pm

Por Julio Huato/
El autor es un Economista mexicano radicado en EE.UU., profesor de Economía en el John Jay College de la City University of New York.

Una persona que prefiere mantener el anonimato me envió la misiva siguiente (texto entre [§] y [§§]) con sus opiniones sobre el creciente antagonismo entre AMLO y Antorcha Campesina. Intercalo mis comentarios.

[§] Julio:
Las posibilidades de una alianza entre Antorcha [y Morena, JH] están prácticamente anuladas. Por el lado de Morena, en voz del propio Andrés Manuel ha habido descalificaciones al movimiento Antorchista al que se le ha señalado como beneficiario intermediario de las gestiones que realiza para sus correligionarios, y la difusión del supuesto enriquecimiento de sus líderes como propietarios de gasolineras y otros activos. Por el lado de Antorcha se ha acusado de ineficiente e incongruente al gobierno de Obrador sin desaprovechar oportunidades para descalificar el ejercicio de gobierno.
[§§]

Las descalificaciones a Antorcha (indirectas, porque ni siquiera el presidente se digna llamarla por su nombre) son injustas. Es un error del presidente atacar a Antorcha. Repito esto: Si tiene pruebas de que los antorchistas han cometido actos de corrupción, que proceda judicialmente y se castigue a quien se deba castigar. Si AMLO no tiene pruebas, entonces debe callarse y tratar a Antorcha con el respeto debido a una organización de mexicanos amparados en las garantías constitucionales. Esto es lo correcto desde un punto de vista ético-político y legal.

No sólo eso. Si Morena y Antorcha tienen estrategias encontradas que no les permitan aliarse, de todos modos le conviene al presidente en lo táctico no abrirse frentes de guerra gratuitos, ya que dice tener otras prioridades. Por lo que veo, Antorcha está dispuesta al diálogo.

Supongamos sin conceder que los antorchistas han cometido y cometen actos de corrupción. ¿De qué magnitud podría ser tal corrupción? ¿Huachicol? No tienen más de cien gasolineras. ¿Cuánto dinero puede sostener el presidente que los antorchistas recibieron en transferencias monetarias directas del gobierno en los últimos sexenios? Cualquier cantidad. Compara eso con los montos involucrados en la reprivatización por De la Madrid y Salinas de la banca nacionalizada o en la privatización de TelMex por Salinas o en los cambios de Calderón a la industria eléctrica y a PEMEX. Ya no mencionemos el negocio que se sospecha el narco ha sido para políticos encumbrados.

Para que la lucha contra la corrupción de arriba para abajo sea creíble, tiene que empezar por los peces gordos. Por ejemplo, se sospecha que TV Azteca y el imperio corporativo que se formó alrededor de ella es en gran medida producto de la corrupción durante el príato y lo que siguió. Salinas Pliego es consejero de AMLO y parece ser un intocable. Ahora su banco va a intermediar las transferencias monetarias dizque directas de los nuevos programas de bienestar del presidente. Es decir, va a quedar en condiciones ideales para jinetear los saldos de esas cuentas. Es un dineral, además del valor del banco de información que va a tener.

En fin: Antorcha tiene derecho a defenderse. El que Antorcha haya pertenecido y pertenezca al PRI no es razón válida para descalificarla, a menos que se demuestre en concreto que esa pertenencia se ha traducido en actos ilícitos. La cuestión de si Antorcha demostró o no buen juicio político al unirse y mantenerse en el PRI por decenios es precisamente eso, una cuestión de juicio político. No es en sí y por sí una violación a la ley. No me siento inclinado a darle por su lado a los prejuicios que los medios han propalado y que muchos dan por supuestos de que Antorcha es una organización corrupta, ya no digamos un “grupo de choque” o “brazo armado” del PRI.

[§] Antorcha expresa diferencias de fondo respecto a la concepción de Morena:
Dice buscar un cambio de fondo, que cambie el modelo neoliberal desde sus raíces, ya que es la causa de la desigualdad, pobreza y corrupción. Para Amlo la causa de los males del país es la corrupción.
[§§]

Creo que estos puntos de vista aparentemente opuestos se pueden reconciliar o sintetizar en la forma siguiente. AMLO tiene razón en que la corrupción es un problema inmediato grave. Es cierto que, en la magnitud en que existe en México, es un obstáculo al desarrollo capitalista. Pero, a largo plazo, Antorcha está en lo correcto. La corrupción es, en lo esencial, una manifestación superficial del orden social capitalista, un orden social basado en la desigualdad social profunda. Estas condiciones básicas de desigualdad van a seguir secretando o supurando corrupción mientras no se les erradique, y no se les va a poder erradicar sino muy a largo plazo.

De nuevo, a corto plazo la lucha contra la corrupción y por establecer un estado de derecho funcional — aun cuando sea bajo la égida del capital — es progreso. Si se hace bien, se puede crear un marco legal y político general más favorable para la lucha a largo plazo de las clases trabajadoras. ¿Por qué? Esencialmente, porque dicho marco legal y político auspiciaría mejores condiciones económicas, mejores para el capital en primer lugar. Y se sabe que cuando el capital crece, los trabajadores asalariados y el pueblo en general están en mejores condiciones para avanzar en lo económico que cuando el capital se estanca o decrece.

Y de aquí sigue que la lucha contra la corrupción o, mejor dicho, su resultado exitoso — una reducción de la corrupción a un mínimo manejable — es condición necesaria pero no suficiente para armar ese marco legal y político. Lo más importante, la condición suficiente, es la educación y la organización política de esas clases trabajadoras. Y esto es algo que sólo se consigue mediante la lucha protagonizada por estas mismas clases, lucha por la conquista de mejores condiciones de vida y de trabajo. Y en eso se centra el trabajo de Antorcha.

[§] Amlo propone destituir a los corruptos de los cargos públicos, Antorcha pregunta qué de dónde sacará los cuadros honestos para ingresar al gobierno.
Antorcha difiere en la pertinencia de suspender el NAICM, y echar atrás la Reforma Educativa, y ve peligroso y hasta provocador echar atrás la Reforma energética. No coincide tampoco en la posibilidad de que los recursos ahorrados con el combate a la corrupción sean suficientes para atender los programas sociales que fueron promesa de campaña.
[§§]

A mí tampoco me queda claro que la suspensión del aeropuerto en el lecho del Lago de Texcoco sea algo positivo. Yo creo que esas decisiones no se deben tomar sobre la base de lo que ya pasó y, por ello, no se puede echar para atrás. Más bien, se tienen que tomar sobre la base de lo que se espera que pase en el futuro: costos y beneficios. ¿Qué se va a hacer con las estructuras dejadas a medio construir en esos terrenos? A lo mejor algo se puede rescatar de lo perdido.

En lo de las reformas, yo creo que no se trata sólo de rechazarlas o condenarlas. Eso es muy fácil. Se trata también de ponderar lo que se puede construir a modo de alternativa.

Por ejemplo, en lo de la reforma educativa, la crítica del presidente tiene mucho sentido — creo. No se puede reformar la educación en la forma que el pueblo necesita sin que los protagonistas de dicha reforma sean padres y niños, maestros, las comunidades involucradas y la sociedad mexicana en general. Lo que se necesita es un proceso reconstituyente del sistema educativo nacional. Este proceso involucra la discusión amplia de las prioridades estratégicas del país, del papel del sistema educativo en avanzar en esas prioridades, en un mundo más pequeño y frágil.

Este proceso tiene que desembocar en decisiones más o menos consensadas para que el país avance en el terreno de la educación y, por ahí, en la ciencia, la tecnología y la vida pública. Una reforma dictada por una burocracia corrupta, imbuida de un ánimo clasista y racista, que busca reducirle gastos al fisco y privatizar las escuelas para beneficio de particulares, que mira a los maestros como estorbos y a los niños como objetos, es algo que se debe rechazar. El problema es si AMLO, con los recursos que tiene y su agenda ya muy apretada está en condiciones de avanzar seriamente en la alternativa. Si no, entonces (mutatis mutandis) es como la dizque guerra contra el narco de Calderón. Es nomás alborotar un avispero.

Cuando se emprende una tarea de este tamaño, tiene que seguirse el consejo de los buenos abogados: Nunca llamar a declarar a un testigo ni interrogarlo si no se sabe de antemano cómo va a contestar, las cosas que va a declarar. Así también, no se debe arrancar un proceso de este tipo si no se sabe en qué va a acabar. Se tiene que tener un módico de recursos en el terreno o en proceso avanzado de gestación para más o menos controlar el proceso. Si no, es mejor concentrarse en las áreas en donde sí se puede avanzar.

Algo semejante se puede decir de la reforma energética. Por supuesto que esa reforma es un Caballo de Troya del capital internacional para apropiarse de los recursos energéticos de México . Incluso desde el punto de vista del desarrollo capitalista a mediano plazo, es una reforma miope para provecho de algunos políticos corruptos y capitalistas individuales a expensas del interés general del capital, ya no digamos del pueblo de México.

Pero, ¿qué puede ofrecer el presidente como alternativa? Da discursos en donde da la impresión de saber lo que quiere. Pero la verdad es que no me queda claro que lo sepa. Espero estar equivocado, a juzgar por el manejo de la campaña contra el huachicol, parece que no tiene planes muy coherentes ni cuadros muy competentes. Porque aquí yo apoyo a AMLO. Pero no dejo de tener dudas de que su nuevo PEMEX se consolide y redunde en beneficio del pueblo de México, por mucho que uno pueda culpar de los obstáculos a sus enemigos.

[§] En otras palabras Antorcha no coincide con Morena en lo estratégico: cambiar el Modelo Neoliberal, ni en lo táctico: echar atrás el NAICM y la reforma educativa y la energética. Por lo tanto concluye lapidariamente: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”, con lo cual justifica su postura electoral de apoyo al PRI, y su espera paciente de que el obradorismo se derrumbe víctima de sus contradicciones estratégicas y tácticas y a la ausencia de una base organizada que lo respalde, o de una correlación internacional adversa como la de Brasil. [§§]

¿Cómo se le puede reprochar a Antorcha que se desmarque del proyecto de AMLO de esta manera? He dicho y repetido que, si el programa de AMLO sufre una derrota decisiva, las consecuencias negativas para el pueblo de México van a ser mayores. No sólo AMLO o Morena van a cargar con las consecuencias. Estoy seguro que la izquierda mexicana en general va a quedar en condiciones muy adversas.

Por eso es urgente que Morena y Antorcha construyan un marco para el diálogo en el que ventilen diferencias y lleguen a acuerdos que se respeten. Todo debe ser transparente, a la vista pública. El presidente y Morena tienden a oscilar entre la satanización y el ninguneo de Antorcha, pero eso es un error.

A lo mejor la iniciativa para el diálogo tiene que surgir de abajo, en aquellos lugares en que este diálogo sea más viable, y luego elevarse gradualmente a las dirigencias nacionales. Pero tiene que ser algo rápido, para que no se echen a perder más las cosas. Mientras tanto, Antorcha hace bien en persistir en sus luchas. No digo que no deba revisar prácticas, pero Antorcha tiene que seguir luchando por las obras y servicios que sus seguidores de base necesitan, avanzando en sus proyectos en el área educativa, cultural, deportiva, etc. — en una frase, seguir haciendo lo que más o menos han venido haciendo.

[§] No hay en Antorcha, o no lo dejan ver, una autocrítica por haber apoyado al desprestigiado régimen priísta y más allá, de haber impulsado la Reforma energética de tan nefastos resultados; y la Reforma Educativa con una carga punitiva en contra de los maestros. Pareciera que en su lógica es necesario un mayor desarrollo del capitalismo, el crecimiento de la base organizada, el crecimiento de las contradicciones internas y una correlación internacional favorable para lograr un cambio profundo y no cosmético y aventurero. [§§]

Considerando el contenido de las reformas, ¿fue un error de Antorcha el apoyarlas en el congreso? No estoy seguro. Creo que Antorcha vio estas decisiones como parte de su compromiso político con el PRI, compromiso que se basa en un juicio estratégico. De nuevo, hay que separar aquí lo político de lo legal. Si el hacer compromisos con corruptos te vuelve corrupto, entonces todos somos corruptos, porque es inevitable que uno entre en compromisos con el status quo y el status quo es corrupto.

En las condiciones existentes, si uno acepta un empleo, compra algo, vota o se abstiene de votar, etc., entonces uno contribuye a que estas condiciones se reproduzcan. Por ende, uno se vuelve parte del problema. Pero una cosa es aceptar algo tácita o abiertamente porque no está en condiciones inmediatas de cambiarlo y otra aceptarlo porque ha abandonado toda lucha y se ha adaptado al sistema sacando ventajas personales injustificables. En el PRI, Antorcha ha seguido haciendo un trabajo que es fundamentalmente contrario al sistema. Me imagino, porque no sé, que la representación de Antorcha en el congreso nunca se ha planteado el desafiar el control parlamentario del partido dominante. Eso lo ven prematuro, sólo como un medio para el fin de mayor organización abajo.

El trabajo de los antorchistas en el congreso se ha limitado a la práctica parlamentaria, por lo demás muy común en el mundo, del horse trading (canje de caballos) o logrolling (intercambio de favores), como le llaman los gringos, para conseguir que el gobierno destine recursos a las comunidades en donde los antorchistas tienen organización. Esto lo racionalizan, creo, diciendo: Si no nos podemos oponer exitosamente a estas reformas (no nomás condenarlas públicamente, sino construir algo mejor en su lugar), pues no perdemos mucho con dar nuestro voto a cambio de que se pavimenten calles, electrifiquen comunidades, etc. en los lugares en donde estamos acumulando fuerzas.

En vista del rechazo ahora generalizado de la gente a estas prácticas, esto le ha costado solvencia moral a Antorcha ante alguna gente. Sin duda. Yo creo que Antorcha debe tener más en cuenta que la moral pública y la política se comunican, que el viejo lema priísta de que “moral es un árbol que da moras” no es verdad absoluta. Pero no se puede negar que ha habido un juicio político estratégico detrás de esas decisiones que no se puede refutar en forma especulativa, que sólo la práctica a más largo plazo ha de validar o invalidar. Por eso digo que no estoy seguro.

[§] El neoliberalismo ha tenido sus peores expresiones en nuestro país: la pobreza mantiene prácticamente las mismas cifras afectando a un 50% de la población, la corrupción alcanzó niveles grotescos convirtiéndose en un cártel de políticos organizados para saquear al país. El aparato de gobierno privilegió negocios a modo en prácticamente todas las esferas de la administración pública: compra de medicinas, inmobiliarias y Banco enriquecidos por el infonavit. El saqueo de los recursos mineros también ha sido brutal. Además de una precarización de los salarios y condiciones laborales.
Desde mi humilde punto de vista Antorcha se equivocó y se equivoca:
Al centrar su actividad casi exclusivamente en las zonas más pobres del país y no permear, como sí lo hizo Morena, en las clases medias, con todo lo repulsivas que les puedan parecer éstas al antorchismo. Se equivocó en permanecer en el PRI y apoyarlo aún con su enorme desprestigio y no buscar la formación de su propio partido. Y se equivoca en pensar en el todo ó nada, es decir en descalificar una lucha por la defensa de los bienes de la nación y la mejoría de las clases obreras y medias, aún dentro de los marcos del capitalismo
. [§§]

La decisión de formar una organización se atiene, creo, al principio general de optimización: dirigir en cada momento cada unidad de recurso limitado a aquella tarea en las que se consiga el máximo avance hacia la meta última. Esto no es fácil, porque nunca se sabe con certeza, por anticipado, cuáles tareas van a brindar beneficios máximos en última instancia.

Dicho esto, creo que la organización de los más pobres y vulnerables tiene que ser prioridad de toda organización de izquierda que se respete. La unidad política de la población trabajadora impone como necesidad la solidaridad efectiva con los más afectados por el orden social. Nada desmoraliza más a una clase o a grupo de personas que sacrificar el interés de los más necesitados en aras del de los más privilegiados.

¿Cómo avanzar en la organización de estas capas vulnerables de la población sin enajenar a las “clases medias”, sobre todo cuando las clases medias ven con desconfianza, miedo, desprecio e incluso asco a estas capas de la población? Ese es un problema real para el cual tampoco hay solución especulativa. Por mucho que pueda uno anticipar resultados con base en la experiencia y el conocimiento, eso se tiene que resolver en la práctica.

Pero, ¿qué Antorcha no tiene problemas ni defectos? ¡Claro que los tiene! Muchos y algunos sumamente serios, creo. Sin embargo, en las circunstancias actuales, creo que es mejor que me abstenga yo de señalarlos públicamente.

¿Por qué doy este trato diferenciado a Antorcha y Morena? No sólo porque en estos momentos Morena disfruta de ascendencia política teniendo en sus manos el gobierno federal. No sólo porque aplica aquí el principio bíblico de que se espera más de quien tiene más. También tengo razones personales válidas: No tengo relación ni comunicación con los líderes de Morena. No saben quién soy y es improbable que me presten atención si trato de comunicarme con ellos por alguna vía privada. En cambio, tengo una relación personal con algunos líderes de Antorcha, quienes se han mostrado receptivos a mis opiniones y sugerencias cuando se las he comunicado directamente.

[§] Coincido en que hay una debilidad en el proyecto de Amlo centrado más en su visión y con una base organizada ausente y que al parecer no saben ni tienen la intención de formar. Aunque existe una base popular expectante que pudiera nutrir esa organización. Ha habido errores en las acciones implementadas por Obrador como el combate al huachicol, no estoy tan segura si la suspensión del NAICM fue un error (creo que estuvo bien, pero me faltan elementos de juicio).
Pero creo que el sentido de dirigir los recursos sin intermediarios, en esencia está bien, considerando que entre un 40% y un 50% no llegaba a los destinatarios. Habrá que ver los resultados de los programas sociales y ajustarlos. También revisar los términos de las Reforma energética y educativa en sus expresiones más voraces.
[§§]

En sí, veo positivo que se convierta a estos programas de transferencia monetaria en obligaciones de Estado ante los ciudadanos, derechos ciudadanos desconectados de toda afiliación o participación política partidaria. Estos programas tienen que ser parte del aire público que respiran los mexicanos.

Ahora bien, en términos de su significado en el contexto de un proceso histórico liberador, lo importante es la medida en que no se queden en caridad pública, en vehículos desmovilizadores, que fomenten la pasividad de la población trabajadora y, a la larga, el hartazgo de las clases “medias” y “altas” que acaban viéndolos como pesados fardos fiscales en sus espaldas. Si, siendo de por sí programas administrados desde la burocracia del gobierno y de Banxico, sólo sirven para pacificar, sin ayudar a que la gente se movilice y luche mejor, entonces en lugar de ser solución van a recrear el problema.

¿Es problemático que se entreguen a las personas en lo individual a través del sistema bancario? Creo que sí, pero sobre todo por razones de racionalidad económica. Creo que los antorchistas y otros críticos tienen razón al sugerir que se puede sacar mayor provecho económico para las mayorías si esos recursos se destinan a obra pública, a financiar servicios públicos indispensables, en lugar de repartirse en forma individual.

Como están diseñados, estos programas se basan en la noción neoliberal de la “soberanía del consumidor”. Son subsidios directos o impuestos negativos, “devueltos” a los contribuyentes. Entre comillas, porque no se devuelven a los contribuyentes de acuerdo con los impuestos que estos pagan en lo individual sino de acuerdo con prioridades políticamente fijadas. Pero se basan en la idea de que, ¿quién mejor que los consumidores individuales para decidir en qué gastar el dinero público? Supuestamente, esto es mejor que dejar que el Estado los administre. Pues sí, este mecanismo va a recibir el visto bueno de Sergio Sarmiento en Reforma. Hay aquí algo de la idea de que el Estado es corrupto por definición y tiende a dilapidarlos, que el sector privado es el único eficiente y productivo, que es mejor que la gente se quede con “su” dinero y lo asigne a prioridades que en lo personal establezca.

Pero estos supuestos (implícitos) son problemáticos. Primero, la riqueza no es fruto del trabajo individual, sino del trabajo cooperativo o combinado. Es un fruto de la socialización. Así que no es cierto que sea dinero de los contribuyentes considerados en lo individual.

Más aún, si el presidente (“me canso ganso”) está seguro que ya se acabó la corrupción, entonces ¿por qué no confiar en el proceso político, dizque más aseado, para que determine la mejor forma de canalizar esos recursos que ya están en las manos del fisco?

Hay evidencia empírica de que la resultante macroeconómica de las decisiones microeconómicas de los consumidores, atomizados en y por el mercado, no es necesariamente superior — en términos de eficiencia convencional, capitalista — a decisiones centralizadas de política económica. El argumento convencional es que hay beneficios externos, “externalidades positivas” de la inversión pública, entre otros los efectos de inducción del gasto privado que los economistas llaman (en inglés) crowding-in, que se pierden cuando la gente gasta en forma decentralizada en lugar de ahorrar e invertir mediante el fisco.

En particular, la inversión a largo plazo (en educación, infraestructura, sanidad, etc.) sufre a expensas del consumo corriente lo que puede resultar en un desempeño económico pobre a largo plazo. Creo que en las condiciones de México, lo que hace falta es precisamente más inversión. Sobre todo cuando los fondos para financiar estos programas no salen de una tasa tributaria más alta impuesta a las capas ricas de la población, sino del “combate a la corrupción” — es decir, en gran medida de la renta petrolera.

Añado aquí que el proceso político que debe guiar la asignación de recursos públicos es eso, un proceso, no es algo estático. No es algo cuajado de una vez y para siempre en la configuración política resultante de las elecciones de ayer. Este proceso debe incluir la movilización popular extra electoral. El marco constitucional reconoce un espacio a esta movilización y el gobierno tiene la obligación de responder a las demandas ciudadanas de buena fé. Esto es parte inherente al proceso político de México. En reclamar que esto sea así, Antorcha está en lo correcto.

[§] No espero un cambio profundo, pero sí cambios que reorienten el gasto social y un poco la redistribución de la riqueza. Es el todo que espera Antorcha. No. Es tan solo el cambio posible. [§§]

Sí, lo poco no es necesariamente enemigo de lo mucho. Debe aplaudirse todo avance que ponga al pueblo trabajador de México en mejores condiciones para perseguir su lucha a largo plazo. De nuevo, Antorcha y Morena necesitan entablar un diálogo más o menos continuo para abordar diferencias y hallar puntos de cooperación. Esto va para largo. Pero por lo que puedo ver, el obstáculo principal hoy día a esta cooperación no es Antorcha.