Los rarámuris y el COVID-19

**Estos pueblos valientes son pueblos olvidados por los gobiernos municipales, estatales y federales, porque se hace poco o nada para acabar con el problema de fondo, que es la pobreza, no sólo de las etnias, sino de todos los trabajadores. FOTO: FROILÁN MEZA RIVERA.


Los rarámuris y el COVID-19

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2020, 09:35 am

Por Iván Leo Tepatzi Ramírez

Rarámuri o ralámuli, el endónimo significa “el de los pies ligeros” y proviene de rara, pie, y muri, correr; es de una de las etnias sobrevivientes al igual que los tepehuanos, guarijíos y pimas del estado de Chihuahua, ubicados sus territorios en su mayoría en la Sierra Madre Occidental (Sierra Tarahumara) que atraviesa la entidad, con una población de 104 mil 14 indígenas que representan un 3.5 % de la población total. Son etnias valientes, fuertes, vigorosas, trabajadoras, que conservan su identidad, su lengua, tradiciones y costumbres, como se demuestra en la historia, que nos han representado a nivel nacional e internacional en varias disciplinas como en atletismo y en tocar el piano con gran maestría demostrando que son campeones.

En su mayoría se dedican a la agricultura, ganadería, elaboración de artesanía: vestidos, canastas y vasijas. Debido a la falta de empleo y apoyo al campo en la Sierra, se ven obligados a emigrar a la capital del estado, donde en su mayoría se dedican, en el caso de los hombres a la albañilería, como obreros de maquiladora y a la venta de hierbas medicinales; en el caso de las mujeres, al trabajo doméstico, en las maquiladoras también, ganando salarios de hambre. En el caso de las mujeres, muchas se dedican o a pedir “kórima” en las calles (el equivalente en la cultura de los mestizos a pedir limosna).

Luego de esta apretada y muy breve introducción, podemos colegir que estos pueblos valientes son pueblos olvidados por los gobiernos municipales, estatales y federales, porque se hace poco o nada para acabar con el problema de fondo, que es la pobreza y no solo de los grupos étnicos, sino también de los chabochis, como nos llaman los ralámulis a los mestizos.

Y a eso le sumamos la pandemia del COVID-19, en la cual una de las medidas que tenemos que seguir todos es quedarnos en casa y tomar todas las medidas sanitarias emitidas por la Secretaria de Salud. Al respecto, Cristina, una ralámuli, madre soltera con dos hijos (una señorita de 16 años que estudia la preparatoria y un jovencito de 17 años que ya en este ciclo escolar, “primeramente la pandemia”, se gradúa de la preparatoria), trabajadora doméstica, con quien platiqué hace unos días, me decía que tiene un mes sin trabajar debido a la pandemia; que en su trabajo no le están pagando al 100% sino al 50 por ciento, y que “de por sí ya no me alcanzaba para los gastos de la casa, con el salario completo, pues ahora menos, y ahora ¿cómo voy a pagar el agua y la luz eléctrica? Porque ahora me llegó mi recibo de 900 pesos”.

Para Cristina, ahora es un privilegio comprar zapatos, porque me dijo que con lo poco que tenía, iba a comprar mandado (despensa), mientras me miraba y agachaba la cabeza con la mirada triste. Así como la historia de Cristina, hay millones de mexicanos indígenas y chabochis con la misma o peor situación. Por esa razón. el Movimiento Antorchista Nacional hace un llamado al pueblo mexicano a que se organice y luche por la distribución equitativa de la renta nacional para que se disminuya la brecha entre ricos y pobres.

Y hacemos un atento llamado a los gobiernos a que, ante esta pandemia, se implemente un programa municipal, estatal y nacional de despensas en la cual sean incluidos todos. También que se lleve a la práctica después de la pandemia, un programa de empleo temporal que ayude a todas las familias a salir de la crisis profunda que ya se vive, que se va a agravar y que va a dejar destrozada la economía del país.