Los olvidados del sismo en Oaxaca

**En medio del dolor y la desgracia, los damnificados fueron estafados con las tarjetas que contendrían los recursos para llevar a cabo la reconstrucción de sus viviendas dañadas parcial o totalmente.


Los olvidados del sismo en Oaxaca

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2018, 20:35 pm

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Karla Gómez

Han pasado más de seis meses desde aquel siete de septiembre cuando la tierra se cimbró con un sismo de magnitud 8.2 y miles de familias de Oaxaca perdieron padres, hermanos, hijos, hogares y quedaron en absoluto estado de desprotección ante los fenómenos naturales –entre ellos la hiperactividad telúrica de la región– y el incumplimiento de los programas de reconstrucción y atención social de los gobiernos federal, estatal y municipales.

En Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, 36 familias son el vivo ejemplo de los padecimientos cotidianos de otras familias del estado, que no tienen casas, empleos y aun la posibilidad de aferrarse a un sueño que les permita recuperar su anterior ritmo de vida.

Además de los estragos físicos provocados por el movimiento telúrico, los olvidados del sismo en Oaxaca tienen que soportar el coraje e impotencia provocados por el incumplimiento de las autoridades estatales y federales, quienes en su caso no han pasado de las “promesas, la foto y los discursos” a los hechos.

César Escamilla es hijo de Reynalda Matús, una mujer de 64 años que perdió la vida cuando la farmacia en la que trabajaba para mantener a su familia se colapsó por el sismo más fuerte registrado en los últimos 100 años.

Los servicios funerarios de la madre de César fueron austeros, se realizaron en medio del dolor y el miedo por las constantes réplicas que continuaron afectando al municipio; y los apoyos que al principio recibieron de los gobiernos y la “sociedad civil” –principalmente despensas– pronto se terminaron.

Caminar por las calles Emiliano Zapata, Juan Escutia, Juan Sarabia, Álvaro Obregón o José Murat produce una sensación desoladora; las construcciones tradicionales de Juchitán se han perdido y en su lugar hay ruinas, escombros y chozas de lámina.

Juchitán: Morena roba a damnificados

Gobernado por una presidenta municipal que emergió de la coalición entre los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), y que hoy se ha declarado parte del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Juchitán vive uno de los peores periodos de su historia reciente.

La alcaldesa Gloria López Sánchez no estaba en el municipio cuando ocurrió el sismo y hoy gran parte de los juchitecos atribuye sus críticas contra los gobiernos estatal y federal a su protagonismo político para reelegirse como presidenta municipal.

Descendiente de una familia de izquierda, fue la primera mujer en llegar a este cargo; pero López Sánchez ha decepcionado a la población del municipio con la población indígena más numerosa de América Latina, toda vez que Juchitán alberga a 90 mil 38 indígenas, en su mayoría hablantes de la lengua zapoteca.

Sus declaraciones antipriistas, sin embargo, no han bastado para acreditarse ante la población; entrevistada por buzos, justificó la recepción de 65 millones de pesos por concepto de impuestos de las empresas eólicas en una “etapa de emergencia”, aduciendo la necesidad de comprar víveres y lonas para los afectados por el sismo.

La población del Istmo se ha negado en reiteradas ocasiones a recibir esos recursos, pues rechaza la presencia de las empresas eólicas; pero el ayuntamiento decidió recibir dicho dinero argumentando que lo destinaría a obras que redujeran el alto impacto de la contingencia sísmica.

Aseguró que de los 65 millones, 25 se destinarían a la compra de un terreno en el que se edificará el mercado municipal, en gran parte colapsado, aunque a la fecha este plan constructivo se encuentra sepultado, al igual que el edificio anterior.

El nuevo mercado municipal no será una realidad, al menos en los siguientes meses, pues el presupuesto contemplado para su edificación ya fue destinado a otras acciones, como apoyar a los damnificados, quienes aún requieren de ayuda vital para su sobrevivencia.

Juchitán es uno de los municipios que recibieron más apoyo durante los días de mayor contingencia provocada por el sismo y sus réplicas; pero existen evidencias de que la presidenta municipal favoreció solo a sus adeptos con la entrega de despensas, en detrimento de otros damnificados; a pesar de ello, la alcaldesa continúa solicitando recursos a los gobiernos federal y estatal; además, ella y los miembros de su cabildo realizaron cobros adicionales indebidos.

La alcaldesa Gloria Sánchez López, Óscar Cruz López, secretario municipal, así como los regidores Germán Peralta Luis, Julissa Carrasco Sánchez, Hageo Montero Luis, Pamela Terán Pineda, Manuel López Villalobos, Noemí Marcial Pérez, Edith Bustillo Cacho recibieron 30 mil pesos cada uno de un monto total de un millón 291 mil pesos autorizado por el ayuntamiento a título de apoyo de emergencia.

En esta lista fue incluida la presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Elvia Rosa Rasgado Ayuso, a quien se le proporcionaron 120 mil pesos, que posteriormente justificó aduciendo que lo había destinado a la compra de despensas.

Fraude federal contra damnificados

Pero no solo el gobierno municipal de Juchitán defraudó a los damnificados que perdieron familiares, hogares y empleos, y que a la fecha deben seguir litigando en oficinas gubernamentales para acceder a los recursos de las tarjetas Bansefi.

En medio del dolor y la desgracia, los damnificados fueron estafados con las tarjetas que contendrían los recursos para llevar a cabo la reconstrucción de sus viviendas dañadas parcial o totalmente.

Tras el sismo del siete de septiembre que afectó sobre todo a Chiapas y Oaxaca, el Gobierno Federal anunció que apoyaría la reconstrucción de casas de los damnificados con recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), los cuales entregaría Bansefi a través de tarjetas de débito y monederos electrónicos.

Una investigación de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) encontró que en el programa de tarjetas destinadas a los damnificados, en lugar de entregar mil 495 tarjetas a los primeros beneficiarios, emitió cuatro mil 574; es decir tres mil 79 plásticos más.

En estas tarjetas, la mayoría duplicadas, se reportó una dispersión de 68.8 millones de pesos y quienes en verdad lo necesitaban nunca tuvieron acceso al total de los recursos, únicamente al pago por daños menores, es decir 15 mil pesos.

Pero las irregularidades no solo se detectaron en Bansefi, la clonación de plásticos dejó sin oportunidad de construir su vivienda a quienes perdieron todo y hoy siguen durmiendo bajo un árbol o en techos improvisados.

Macaria Sánchez Santiago vive en la Séptima Sección de Juchitán, una de las más afectadas por el sismo y sus interminables réplicas, pues hasta hoy los movimientos telúricos continúan y Oaxaca ocupa ya el primer lugar nacional en actividad sísmica.

Tiene 58 años, usa las grandes enaguas típicas de la región tehuana. En su mirada puede leerse la tristeza: con su vivienda perdió todo lo que tenía; como gran parte de los juchitecos, se siente defraudada por los gobiernos, a quienes acusa de no haber cumplido su palabra.

Las paredes de adobe y el techo de tejas de su casa se vinieron abajo. Por suerte, ella y sus familiares se encontraban afuera y no sufrieron ningún daño. Uno de sus vecinos no corrió con la misma suerte, pues fue sepultado por los escombros de su propia vivienda.

Luego de un largo peregrinar, su casa fue censada y recibió dos tarjetas; con una consiguieron retirar 25 mil pesos; pero la que debía contener la mayor cantidad llegó vacía. Cuando Macaria Sánchez acudió a reclamar, le dijeron que se había registrado un cargo por una compra en una tienda de Jalisco, pero ella asegura que jamás hizo ninguna compra con esa tarjeta.

Desde entonces, su familia vive a la intemperie, apenas guarecida por unas cuantas láminas; junto a su precario refugio resguarda algunos materiales que ha ido consiguiendo para tratar de reconstruir su vivienda, pero sabe que no le alcanzará para recuperar su vida anterior, porque no tiene recursos suficientes para pagar la mano de obra.

El 19 de febrero, un nuevo sismo, con epicentro en Pinotepa Nacional, los hizo revivir el drama que iniciara hace más de medio año; esto obligó a los damnificados no solo a elevar el tono de sus reclamos, sino a unirse a grupos sociales que también exigen soluciones prontas y eficaces de los gobiernos.

Los olvidados del sismo de Oaxaca se han aliado al magisterio, creando la organización Frente Regional de Damnificados del Istmo. A la fecha, unos seis mil 500 habitantes han salido a marchar por lo menos en siete ocasiones en las calles de Juchitán y Oaxaca.

Aunque las autoridades aseguran que han destinado más de 20 millones para apoyar a la población, la mayoría de los damnificados tienen aún muchas carencias. El Fonden asegura que ha entregado 25 mil 574 despensas, 51 mil 149 colchonetas y cobertores, 12 mil 787 kits de aseo y limpieza, 40 mil litros de agua y 83 mil 117 láminas.

Estos apoyos, sin embargo, son insuficientes para paliar siquiera las necesidades apremiantes de los pobladores de los 33 municipios declarados en emergencia y de otros 59 que siguen peleando para que se les declare en situación de desastre.

Mientras tanto, los damnificados, en su mayoría refugiados en tiendas de campaña, bajo árboles y entre escombros, deben enfrentar la vida cotidiana con pocas esperanzas, apoyos cada vez menores y angustiados por las réplicas o nuevos temblores que los amenazan con causar más estragos.