Los huertos orgánicos familiares alimentan a la clase trabajadora de Morelia

**El regreso a las prácticas añejas de producir en los traspatios parte de los alimentos que requiere el ser humano para vivir soluciona en parte el problema y su salud mejora.


Los huertos orgánicos familiares alimentan a la clase trabajadora de Morelia

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2015, 22:11 pm

La pérdida del valor adquisitivo del salario de los trabajadores hace que la canasta básica se aleje cada día más de la mesa de las familias más desprotegidas, sobre todo de aquellas en las que el desempleo está presente.

El regreso a las prácticas añejas de producir en los traspatios parte de los alimentos que requiere el ser humano para vivir soluciona en parte el problema y su salud mejora al dejar de consumir los agrotóxicos con que las grandes empresas los producen.

Un importante número de familias de las zonas suburbanas de la capital michoacana ya participan de estos proyectos de los huertos orgánicos de traspatio, convencidos de su conveniencia y además les permitirá intercambiar con sus vecinos los excedentes logrados en sus cosechas. Junto con los huertos se cuenta con una pequeña granja de gallinas ponedoras, con lo que la alimentación mejora.

Poco se ha dado a conocer de esta añeja práctica que las familias de las áreas rurales realizan y a la que se suman cada día más habitantes del medio urbano y suburbano. En Morelia las familias de escasos recursos que habitan las zonas periféricas de la ciudad se han organizado y con apoyos destinados a la lucha contra el hambre, han establecido los pequeños huertos y cada vez más colonias populares buscan integrarse a una red de producción de alimentos.

Estas actividades no son nada nuevas, en países desarrollados ya se produce parte de lo que se consume en áreas urbanas. Nueva York, Canadá, Japón y muchas ciudades los habitantes comen de huertos orgánicos que trabajan amas de casa y personas de la tercera edad, convencidos de la conveniencia de no comer más agrotóxicos, que grandes emporios agroindustriales utilizan para hacer comercial su actividad sin importarles la salud de los consumidores.

Resulta extraño ver cómo miles de hectáreas de tierra están abandonadas en Michoacán, mientras en algunos espacios pequeños se busca producir alimentos. La razón es sencilla, los dueños de esas tierras no ocupan que produzcan, tal vez solo especulan y esperan que suban de precio para venderlas mejor, mientras que los que menos tienen van a tener que producir sus alimentos, ante la imposibilidad de adquirirlos con su salario.

El ingenio de los michoacanos permite así convertir una debilidad en una fortaleza, al regresar a prácticas que permitieron la creación de los primeros asentamientos humanos sobre el planeta, aquellos que lograron dominar la siembra de semillas y crear las bases de la agricultura.

Aun cuando pocos apuestan a que los huertos orgánicos de traspatio regresen a los hogares de la entidad, este gran proyecto es una realidad. El Estado de Michoacán ocupa los primeros lugares de producción orgánica en México, se dice que el tercero después de Chiapas y Oaxaca.

Se producen de manera importante: aguacate, Jamaica, ajonjolí, coco, mango y maíz. Suman 40 los productos agrícolas y pecuarios que se cultivan y producen en 32 municipios. Debido a que se carece de datos precisos, para las instancias gubernamentales y los mismos productores michoacanos es importante realizar un censo del crecimiento, la superficie y los productos dedicados a la actividad, a fin de reflejar la realidad, los avances, las tecnologías implementadas, así como un diagnóstico.

En el contexto nacional, en México uno de los sectores en el área rural más dinámica es el de la agricultura orgánica, que ha pasado en casi una década de 23.000 a 350.000 hectáreas. El número de productores supera los 80.000 y esta actividad genera para el país 270 millones de dólares.

México enfrenta un problema, el sector agropecuario no está generando los alimentos en cantidad y calidad suficiente para satisfacer la demanda nacional. Las estadísticas señalan que desde 1995 México tiene una balanza comercial agroalimentaria que es deficitaria.

México es el cuarto productor de maíz en el mundo y ocupa el séptimo sitio como productor de cárnicos y, sin embargo ocupa el primer lugar como importador de maíz desde hace ya varias décadas porque la producción nacional es insuficiente para cubrir el consumo interno de los mexicanos. Es ahí donde la agricultura familiar y los huertos orgánicos de traspatio permitirían proteger al medioambiente y alcanzar la autosuficiencia agroalimentaria, al crearse una cadena agroalimentaria.