Los estudiantes, las TICs y el COVID-19

**Los estudiantes mexicanos no solo no cuentan con una infraestructura educativa adecuada en todos los niveles, sino que tampoco cuentan con acceso a las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) para complementar dicha formación.


Los estudiantes, las TICs y el COVID-19

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2020, 11:21 am

Por: Alejandro Salazar

Transcurridos poco más de dos meses y medio desde el surgimiento y esparcimiento del virus denominado Covid-19 a lo largo del mundo, mucho se ha escrito, indagado, especulado, estudiado y opinado al respecto por parte de todos los medios de comunicación, instituciones, organismos, gobiernos e individuos en el mundo. Mi intención es tocar un tema que para muchos ha pasado inadvertido -de manera inconsciente quizás- y para otros muchos, relegado a un segundo plano: que es la situación adversa por la cual atraviesan las instituciones educativas y el estudiantado mexicano. La actual situación por la cual atraviesa nuestro país es sumamente delicada -en todos los ámbitos: económico, político, social y cultural-, y escribir esto no es ni de cerca sensacionalista ni tampoco exagerado, por el contrario, es una realidad palpable y objetiva para cualquier ciudadano de esta nación. Dentro de este complicado panorama del país, ahora se suma a éste una pandemia virulenta que atenta y amenaza con generar una crisis a nivel mundial.

Para contrarrestar los efectos de propagación y contagio que el virus ha causado y seguirá causando durante un tiempo todavía indefinido, diversos gobiernos del mundo han llevado a cabo medidas de salubridad para tratar de salvaguardar el bienestar y evitar la infección del virus en grandes masas. Entre estas medidas, se encuentran las denominadas cuarentenas, consistentes en la suspensión todas aquellas actividades que generan interacción social en empresas, centros recreativos, fabricas, escuelas, etcétera, para que familias enteras puedan permanecer en la segura estadía de sus hogares.

Pero, ¿qué pasa cuando se vive en un país donde, de 125 millones de habitantes, 90 millones padecen pobreza y 16 millones de estos, sufren de pobreza extrema? ¿Qué pasa cuando se vive en un país cuya población económicamente activa es de 57 millones -en cifras redondas- y que, de aquellos, 27 millones se encuentran laborando en la informalidad? Mexicanos que no solamente no tienen las condiciones económicas adecuadas para vivir de manera verdaderamente humana, sino que también, el ingreso que obtienen para subsistir proviene de una fuente tan inestable y saturada como lo es el mercado informal. Se puede concluir que la cuarentena termina siendo un lujo –e incluso un insulto- para todos los mexicanos que nos encontramos en esta difícil situación.

Ahora, el rezago económico perjudica de manera directa e indirecta al estudiantado mexicano y en su formación académica. Instituciones educativas de todos los niveles, se han visto en la necesidad de suspender actividades ordinarias desde el pasado 23 de marzo y reanudarlas (tentativamente, se entiende) el próximo 20 de abril del año en curso. ¿Qué sucederá hasta entonces con los estudiantes? Para continuar el ciclo escolar, se pretende impartir clases a través de distintas aplicaciones transmisoras de video, difundir trabajos en plataformas y paginas especializadas en el rubro escolar, e inclusive, aprovechar modalidades de varias redes sociales. En primera instancia, parece ser que la nula presencia física de los maestros y estudiantes en las aulas, no afecta el actual periodo escolar ni el desarrollo integral y constante de los estudiantes, este problema encuentra solución en el uso del internet ¿no? Lastimosamente no es el caso de nuestro país.

El comisionado presidente del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), Gabriel Contreras, comentó en su discurso en la inauguración de la Escuela del Sur Gobernanza de Internet 2019, que el 88% de los mexicanos cuentan con conexión a alguna red móvil, que el 30% no puede hacerlo por incapacidad económica y 2% tampoco por falta de cobertura territorial. Luis Rey Jiménez, director de Compartición de Infraestructura en el IFT, señaló respecto a la cobertura de redes fijas (WIFI la red fija más común)-, que en nuestro país se cuentan con poco más de 18 millones de accesos, en comparación de 32 millones de hogares, y en cobertura registra únicamente que, de cada 100 hogares, solo 56 cuentan con acceso a este tipo de conexión. En 858 municipios de nuestro país no existe la cobertura de una red fija (WIFI) y en más de 900, la cobertura apenas si rebasa el 25% de acceso. Si bien un porcentaje aceptable de los mexicanos cuenta con acceso a este servicio, la cobertura está aún muy lejos de ser universal. Por consecuencia, un delicado porcentaje de estudiantes inevitablemente se verán perjudicados ante la carencia de un servicio que relativamente y a ojos de muchos parece inexistente.

Los estudiantes mexicanos no solo no cuentan con una infraestructura educativa adecuada en todos los niveles, sino que tampoco cuentan con acceso a las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) para complementar dicha formación. Ante esta situación, quedan nuevamente en evidencia las enormes deficiencias del sistema del libre mercado mundial, las negligentes políticas públicas del Estado mexicano y concretamente hablando; las del gobierno de la 4T. Así se vislumbran entonces los obstáculos que los estudiantes deben superar, y las metas que han de alcanzar en un futuro inmediato. La difícil situación que lacera a la humanidad actualmente, debe servir como lección para analizar y transformar todos los fenómenos que nos determinan como individuos. Los estudiantes no somos ajenos a la realización de esta histórica tarea, por el contrario, somos los precursores de un futuro mejor. Debemos luchar no solamente por mejores condiciones materiales en nuestras escuelas, también debemos hacerlo por el desarrollo del sentido crítico, científico, democrático y popular del colectivo estudiantil. Es esa mi humilde invitación compañero estudiante, gracias.

Fuentes: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) E Instituto Federal de Telecomunicaciones. (IFT).