Los ángeles bajados del cielo y sus aventuras en la tierra

** Pero ¿quiénes son los encargados de traer a la tierra todos esos programas “limpios”, “libres ahora de la corrupción”? ¿Son chihuahuenses limpios, impolutos, libres de toda duda y de contaminación política? Sin duda que no.


Los ángeles bajados del cielo y sus aventuras en la tierra

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2019, 14:16 pm

Por Froilán Meza Rivera

Se podría decir que ya apareció el peine, pero el peine nunca desapareció, siempre ha estado a la vista, ahí, presente, para todo el que lo quisiera ver. “El que tenga ojos, que vea”, dice Mateo (13:9-18), y “el que tenga oídos, que oiga”.

Apareció el peine, y en persona, porque Raquel Sosa Elizaga, quien es la encargada de la logística, construcción y planeación de los inmuebles de lo que deberán ser en un futuro las llamadas “Universidades del Bienestar”, se reunió en los terrenos de los futuros dos planteles de este tipo en el estado de Chihuahua, con el “superdelegado” de AMLO en la entidad, Juan Carlos Loera de la Rosa, lo cual nada tendría de particular. Pero lo que sí es de destacar, es que la funcionaria compartió su tiempo laboral y sus funciones de gobierno, también, y seguramente no sin intención política, en esas mismas “reuniones de trabajo”, con una decena de militantes del partido Morena. Así lo consignó la nota de El Heraldo de Chihuahua bajo la cabeza “Revisan sitio donde construirán Universidad para el Bienestar”. A saber, esta gira, que debía ser de estricto carácter oficial y no partidista, como resultó que fue al final cuando se tiñó del color guinda oscuro que identifica a ese partido, se hizo en los municipios de Guadalupe y Calvo y Urique, y el hecho se da en los precisos momentos en que en el estado y en el país se debate la pertinencia, la viabilidad y la injusticia que representan los tremendos recortes al presupuesto por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a prácticamente todos los programas sociales en los que se apoyaba una buena parte de la población, en el campo y en la ciudad, y que mitigaban un poco su pobreza y sus carencias.

¿Estricto carácter oficial y no partidista de los programas gubernamentales y de las políticas oficiales? ¿De veras?

Para empezar, una construcción mítica y mentirosa, y sus resultados en la práctica: los llamados “siervos de la nación”, a los que la propaganda del gobierno de la cuarta transformación quiso dar la connotación de que se había formado una casta de héroes nacionales cuya dedicación desinteresada iba a poner de pie y a sanear todos los programas sociales. En la práctica, los tales “siervos” no son tales, es decir, no a la manera en que el generalísimo José María Morelos y Pavón se deslindó de los hipotéticos excesos del poder en los que podría caer como jefe del Movimiento de Independencia en el Sur del país, y decidió nombrarse humildemente y sin falsedad, como “Siervo de la Nación”, con todo el compromiso moral que ello implicaba. Pero estos modernos llamados “siervos de la nación”, que no son otra cosa que el rimbombante nombre que se les da a empleados del gobierno que fueron contratados para levantar listas casa por casa, cometieron –y siguen cometiendo a diario- en Chihuahua muchas fallas a la hora de hacer el censo: pasaron y pasan de largo muchas casas, en donde había familias con Prospera; y como consecuencia, las nuevas becas que sustituyeron a las anteriores, no les fueron asignadas a esos domicilios. ¿A cuántos domicilios dejaron de ir? ¿Y con qué criterios? ¿Hay discriminación política, o es sólo deficiencia burocrática? ¿O ambas? Además, el mismo coordinador de las “Becas Benito Juárez”, Genaro Vázquez Soto, admitió oficialmente que las fallas del levantamiento del censo, provocó que muchos fueran excluidos. Y es que ya de por sí, las “Benito Juárez” son excluyentes, porque sus únicos beneficiarios teórica pero falsamente universales, serían los alumnos de nivel medio superior, y no los estudiantes de los niveles básicos, para quienes existe la opción –si quieren, si pueden, si los dejan- de ir a inscribirse para una beca, empezando desde abajo, lo que ya en la práctica invalida el tan cacareado carácter “universal” de estas transferencias económicas que son el soporte asistencialista y clientelar de este gobierno.

Pero ¿quiénes son los encargados de traer a la tierra todos esos programas “limpios”, “libres ahora de la corrupción” y con los que el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió y promete todos los días en las plazas donde lo reciben en sus giras de permanente propaganda electoral, que se van a terminar los problemas de la gente? ¿Son chihuahuenses limpios, impolutos, libres de toda duda y de contaminación política? Sin duda que no.

Veamos. El ex candidato a diputado local Aldo Loya, anunció que va a presentar ante el presidente Andrés Manuel López Obrador una denuncia que piensa interponer en la Función Pública, en la que se revelan irregularidades en la nómina del gobierno federal. Y es que una sobrina y el hermano del propio delegado Juan Carlos Loera de la Rosa (el máximo lugarteniente de AMLO acá), están implicados en nada menos que nepotismo y simulación. Lorenzo Manuel Loera de la Rosa, hermano del “superdelegado”, tiene un sueldo de 78 mil 407 pesos como “director de área eventual”, en la Secretaría de Educación Pública. Aldo Loya, quien es fundador de Morena en Chihuahua, dijo que tiene evidencias y documentos para demostrar que Mirna Brighite Granados De la Rosa, la sobrina, gana más de 60 mil pesos como secretaria particular de la subsecretaria del Bienestar Ariadna Montiel Reyes. El morenista asegura además, que el delegado regional de Parral, Fernando Duarte González, tiene en la nómina con sueldos superiores a 10 mil pesos a un hermano, un tío y un primo suyos. Dijo que en el portal de Servidores de la Nación aparece la esposa del delegado Duarte, quien si bien no labora para la delegación local, de ella tiene indicios de que es aviadora, pues está bajo la nómina de la subsecretaria Montiel con un sueldo de 47 mil pesos, aunque sus actividades en redes sociales la sitúan la mayor parte de la semana en eventos personales en Parral. El mismo dirigente estatal del partido Morena, Martín Chaparro Payán, también acusó de nepotismo al delegado Juan Carlos Loera De la Rosa, casi en los mismos términos en que lo hizo Aldo Loya, luego de que propusiera a familiares en los nombramientos de los coordinadores regionales.

Y, para decirlo en el lenguaje político que ellos mismos manejan, preguntémonos: ¿salieron ellos igual de priistas que los priistas a los que dicen combatir, o los superaron? Pues así es como transcurre en estas tierras, en la práctica, el proceso ese de la mentada cuarta transformación.

Pero ¿a dónde va este proceso de una transformación que se nos quiere presentar como la materialización, en lo alto de las cúpulas del poder federal, de los más caros sueños del pueblo de México? Se nos quiere presentar como posible y deseable que un individuo elevado a las máximas alturas por una elección, se convierta en el creador casi único de ese nuevo país y de la nueva realidad, desdeñando de entrada cualquier otra participación popular que no sea el depósito de un voto en una casilla. Desde la Presidencia de la República viene el golpe demoledor, en la forma de una serie de políticas que, vistas en conjunto, nos dan una idea muy clara de que lo que se persigue es acabar con todas las organizaciones independientes, ahogar el mínimo atisbo de iniciativa que provenga del pueblo, y nos damos cuenta de que se nos quiere meter con calzador una argumentación teórica que, aunque carece de bases científicas, el mero hecho de que se le machaque a la gente un día sí y otro también la idea de que el gobierno puede y debe ser el proveedor único de bienestar social, sin que nadie más intervenga, so pena de ser calificado como “corrupto” y “conservador”, es parte de la guerra ideológica y política que se emprende contra las clases desposeídas para adormecerlas y poder manipularlas al antojo de los poderosos.

Es una mentira, es una verdadera muestra de la peor hipocresía decir que no va a haber intermediarios. No es cierto: los que van a ser ejecutores de esos programas son del partido del presidente de la república, y no, como nos lo quieren hacer creer, ángeles recién bajados del cielo.

El gobierno nos quiere desorganizados, ya lo ha dicho: prometen que los apoyos nos los van a traer directamente, que no tenemos ninguna necesidad de juntarnos ni organizarnos, que sólo tendremos que quedarnos sentados y levantar las manos hacia el cielo para que las ayudas nos caigan como el maná que hacía llover Dios sobre el pueblo hebreo en el desierto cada mañana. ¡Falso! Esa es una completa mentira dicha por todos los poderosos, tanto por los de la derecha como por los poderosos que navegan con bandera de izquierda y que se dicen defensores del pueblo pero que en realidad son defensores y servidores de los grandes capitalistas. La unión, la organización y el estudio de nuestras condiciones sociales son las únicas garantías que tenemos de progresar; son al mismo tiempo, las armas más eficaces del pueblo trabajador en su lucha por mejorar sus condiciones de vida, por cambiar el modelo económico que tiene sumidas a las grandes mayorías en la miseria.

No es progresista, no es un partidario del pueblo trabajador, alguien que pregona y predica que nos debemos conformar con migajas, con verdaderas limosnas aventadas hacia nosotros para que las atrapemos en el aire o en el suelo con nuestra mejor cara de devoción y de agradecimiento a nuestros “benefactores”, mientras que por otro lado, ese gobierno, ese presidente, va y le lame las botas a los banqueros a Acapulco, se doblega ante Trump sin avergonzarse, y forma grupos para que lo aconsejen los empresarios prominentes, los dueños del país.