Lecciones que nos dejó la justa electoral

**¿Qué han hecho los Armenta, Los Maurer y compañía por esa ciudadanía para merecer el voto del pueblo? Nada. Absolutamente nada. Hay error, claro; y hay que reconocerlo para no volver a meter la pata en el mismo agujero.


Lecciones que nos dejó la justa electoral

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2018, 19:35 pm

Por Eleusis Córdova Morán

​La mayoría de la ciudadanía anda de plácemes por el triunfo indiscutible de Andrés Manuel López Obrador y de la mayoría de los candidatos de MORENA.

​La explicación racional de esta alegría se funda en dos cosas desde mi punto de vista: Primero.- Los votantes ven en el triunfo de MORENA la solución a los graves y viejos problemas que venimos padeciendo los mexicanos y, Segundo.- Creen que por fin ejercieron su voto de manera libre y consciente y que ahora sí eligieron a los candidatos que realmente trabajarán en favor de los intereses nacionales y particulares de los mexicanos.

​En relación con el primer punto no está por demás insistir, aunque parezca uno como obsesionado en sus ideas, que la transformación de este país no puede ser producto de la acción de un mesías que venga, por sí y ante sí, a resolverlo todo. Como lo ha sostenido y argumentado con elementos que hasta ahora nadie ha refutado, el líder único del Movimiento Antorchista Nacional, el maestro Aquiles Córdova Morán, el problema no es de individuos, el problema del país es el modelo neoliberal en el que vivimos, y que funda su existencia en la teoría y práctica plena de que la distribución de la riqueza que producen los trabajadores mexicanos se realiza en el mercado, por lo que hace innecesaria la intervención del Estado; como esto es falso, se ha originado una desigualdad social tan profunda y tan amplia que tiene a la inmensa mayoría de mexicanos en pobreza y pobreza extrema.

​Estando así las cosas, para corregir la injusta distribución de la riqueza, es decir, para acabar con la miseria y el atraso, hay que cambiar este sistema, por otro más justo y más equitativo; y esto sólo lo logrará el pueblo organizado y consciente. Como esta condición existe hoy, pero muy incipientemente, sólo se aplicarán algunos parches para calmar nuestros graves males; pero, para soluciones mayores y de raíz habrá que esperarlas largo, muy largo tiempo, hasta que el pueblo, consciente y organizado, tome el poder para darse la vida que merece.

​En relación al segundo punto, indudablemente es un grave error, creer que por fin ejercimos nuestro voto libre y conscientemente. En estas elecciones, más que en ninguna otra, fuimos víctimas de la manipulación y el engaño. Nuestro voto fue inducido por los medios de comunicación y por la propaganda partidaria para hacernos creer que los problemas del país los resolverá López Obrador, nos hicieron olvidar que la superación del pueblo es obra del mismo pueblo; por eso, acudimos en forma tumultuaria a votar por un personaje que creemos traerá bonanza y justicia a los mexicanos.

​Pero, ¿eso será posible con gente sin principios, defraudadora y hasta enemiga natural de los pobres, como Napoleón Gómez Urrutia, Nestora Salgado, Alejandro Armenta, Emilio Maurer y otros? ¿Por qué los elegimos? Porque fuimos manipulados y porque nos hicieron creer que el hecho de que los candidatos fueran aliados de López Obrador, los liberaba de todos sus pecados y por obra divina se convertirán en luchadores sociales y defensores del pueblo.

​¿Por qué no elegimos a mujeres y hombres intachables en su conducta y que han demostrado con su práctica cotidiana ser abanderados insobornables de los intereses del pueblo, como Hersilia Córdova Morán, Edith Villa Trujillo, Soraya Córdova Morán, Lisandro Campos Córdova, Fernando López Palacios y Rosario Sánchez Hernández?

​Porque la manipulación de la que fuimos objeto nos hizo olvidar el valor político y moral de estos grandes líderes, llevándonos al extremo de perder con ello la oportunidad real de mejorar nuestra vida cotidiana.

​Cambiamos canela por cáscara sin olor.

​Y no se crea que respiramos por la herida. El trabajo antorchista que nos reditúa grandes triunfos, demuestra que, poco a poco pero con paso firme y seguro, vamos calando hondo en el alma del pueblo; pero no podemos dejar, sin caer en el autoengaño, tratar de aclarar al pueblo las mentiras que lo llevaron a menospreciar los hechos transformadores que los líderes antorchistas han logrado para el pueblo de Atlixco, Huauchinango, Tehuacán, la Sierra y la ciudad de Puebla. ¿Qué han hecho los Armenta, Los Maurer y compañía por esa ciudadanía para merecer el voto del pueblo? Nada. Absolutamente nada. Hay error, claro; y hay que reconocerlo para no volver a meter la pata en el mismo agujero.

​Es indispensable que el pueblo de México se torne un analista responsable, meditador profundo y conocedor de la política para no ser víctima del engaño, la manipulación y de falsas expectativas; para llegar a comportarnos al mismo nivel político con el que actúan los pueblos venezolano, nicaragüense y otros, que no han sucumbido a la propaganda escrita, a la guerra económica y a la violencia de los yanquis; no se dejan manipular y siguen firmes y decididos, defendiendo a los gobiernos populares de esos países, aunque tengan que sufrir grandes carencias. Ése es el reto.

​De no hacerlo, la vida de México y de los mexicanos seguirá transcurriendo por la ruta del atraso, la marginación, la manipulación, la ignorancia y la pobreza.