Las nutrias de río en Chihuahua: la leyenda se materializa por fin

**Los primeros registros indudables, documentados no sólo de manera testimonial por los pobladores de la región, sino por imágenes obtenidas por los investigadores mediante el uso de cámaras-trampa, se dieron hasta el año 2011.


Las nutrias de río en Chihuahua: la leyenda se materializa por fin

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2017, 13:52 pm

**La especie está en peligro de extinción, porque la gente las caza para eliminarlas como enemigos en la pesca, o para comerlas; pero el verdadero peligro es el envenenamiento del agua, tanto por descargas de los poblados, como porque las mineras transnacionales vierten metales pesados y cianuros.
**En los años ochenta, lo que se había obtenido eran pelos, heces y huellas plasmadas en la arena o en el lodo de las orillas de los ríos, pero a partir del 2011, con el empleo de cámaras-trampa, las pruebas son ya indudables, y se puede decir con toda certeza que en Chihuahua sí hay nutrias.

Por Froilán Meza Rivera

La nutria de río, esa especie simpática y carismática, ha sido siempre en Chihuahua algo así como un fantasma, una silueta movediza que se escurre entre las sombras, una figura que no toma forma definida ni tiene un nombre que corresponda a su naturaleza. Una leyenda.

Hay testimonios insistentes de la presencia de nutrias, por ejemplo, en el tramo del río Conchos que atraviesa el poblado de San Nicolás de la Joya, en el municipio de Satevó, donde la corriente que baja de la Sierra, forma ahí una herradura donde en cada temporada de lluvias el agua deja sedimentos valiosísimos para la agricultura en la parte interior de la curva, y que quedan al descubierto cuando el río retoma su cauce habitual. Pero algo sucede en las hondonadas que se forman en seguida del pueblo. Algo, algún animal desconocido se les escurre a los pescadores por entre las piernas, y les arrastra las redes que usan para sacar las carpas y las truchas en el Alto Río Conchos. Durante muchos años, los nativos de San Nicolás de La Joya han luchado en contra de este animal acuático al que llaman “chan” cuando lo llegan a ver e identificar, porque les arrebata los peces de las redes y los anzuelos. Se trata, casi sin duda alguna, de nutrias de río, parientes cercanos de las nutrias de mar. Ésta es la única referencia a una especie de este tipo en el río Conchos, y se tiene documentado un primer avistamiento en 1980. En un documento que dirigieron los pobladores hace seis años a la bióloga y conservacionista Jacky López, de la organización Biological Diversity, le hacen saber que hay un pequeño pueblo en Chihuahua llamado San Nicolás de La Joya en la municipalidad de Satevó, “donde hay algunas nutrias, que en el pueblo llaman ‘chanes’, aquí en el río Conchos”.

Ahora, en otra parte del estado, en la vertiente occidental de las barrancas de Chihuahua, es decir, en los ríos que escurren sus aguas hacia los estados de Sonora y Sinaloa, está registrada la presencia de nutrias desde 1980, donde los estudios se habían dificultado no sólo porque se trata de una región escarpada y con escasas vías de comunicación, sino por la intimidante presencia de bandas del narcotráfico y, muy importante, por la terca reticencia de los mismos pobladores a revelar la existencia de un animal al que ellos combatían porque lo consideraban un rival en las actividades pesqueras.

Pero los primeros registros indudables, documentados no sólo de manera testimonial por los pobladores de la región, sino por imágenes obtenidas por los investigadores mediante el uso de cámaras-trampa, se dieron hasta el año 2011.

En los años ochenta, lo que se había obtenido eran pelos, heces y huellas plasmadas en la arena o en el lodo de las orillas de los ríos, pero ahora las pruebas son ya indudables, y se puede decir con toda certeza que en Chihuahua sí hay nutrias.

La nutria, que es considerada una especie paraguas, (por su traducción del inglés umbrella species), cumple un importante papel como bioindicador en ecosistemas acuáticos, lo que significa que se le puede encontrar ahí donde las condiciones del ecosistema son favorables y donde las agresiones por parte de los humanos (en la forma de caza ilegal o en el vertido de contaminantes en las aguas), no representa un problema mayor para que la especie esté presente.

Desde el año 2011, la asociación ambientalista Ecología y Comunidad Sustentable (ECOS A.C.) ha realizado monitoreos para esta especie en 7 comunidades del municipio de Urique a lo largo del río del mismo nombre. Actualmente, los resultados obtenidos en esta área se encuentran en proceso de ser publicados en una revista científica, con el fin de dar a conocer los esfuerzos de ECOS y de otras dependencias en pro de la conservación de esta especie y del ecosistema en el que se desarrolla, ya que es poco el conocimiento que se tiene acerca de la nutria y del ambiente en que vive.

Aquí en el estado, el ambiente en que se desarrolla la nutria es la selva baja caducifolia, pero también se le puede encontrar en la zona de transición hacia el bosque de pino y encino, donde domina la vegetación de táscate y encino chaparro. La nutria de río es un carnívoro que forma parte de la familia de los mustélidos (familia de mamíferos carnívoros de cuerpo muy flexible, cuello largo, patas cortas y uñas semirretráctiles) al igual que la comadreja y el hurón. Su expectativa de vida es de 8 a 12 años, y tienen una cría o dos por año. Son excelentes nadadores y se alimentan de mojarra, de sardinas nativas de río y de trucha, es decir, de los peces locales en esta parte de la Sierra, aunque se sabe que en caso de necesidad pueden variar su dieta para consumir incluso pequeños mamíferos. Se trata de una especie crepuscular, es decir, que son animales activos al amanecer o al atardecer, cuando la intensidad de la luz solar es poca, y se sabe de ellas que viven en pequeñas cavidades a la orilla de los ríos, y que forman parejas de por vida. En la Sierra tienen pocos depredadores naturales, que deberían ser principalmente el puma y el jaguar, pero sucede que, al igual que la misma nutria, son especies que se encuentran en peligro de extinción, y por lo tanto, a las nutrias les queda un casi único depredador, el ser humano, que los caza principalmente para evitar que se coman los peces de los ríos en las zonas en que suelen tener sus cotos de pesca las comunidades. Aunque por otra parte, se sabe que la gente suele comer su carne, y por ejemplo en la comunidad de El Carrizal, sobre el río Urique en el municipio de ese mismo nombre, tienen una receta para preparar la nutria en deliciosos tamales.

Entonces, sus enemigos son: la presencia humana con las actividades que, como la ganadería, tienen el efecto de degradar el medio ambiente; la pesca, la caza furtiva; los desagües de drenaje de las comunidades y la deforestación. Asimismo, son enemigos de la nutria y de todo ser viviente, las empresas que introducen gasoductos en la Sierra, donde para hacerlo tumban árboles y crean barreras artificiales que dividen a izquierda y a derecha a las regiones por donde se tiende la tubería. Son igualmente enemigas de la Naturaleza las compañías mineras que acarrean verdaderos desastres ambientales donde quiera que se plantan, porque en la absoluta mayoría de los casos realizan la disposición de desperdicios, de tierras y aguas contaminadas con el lixiviado de metales pesados que son tóxicos y peligrosos para la salud, sobre el terreno que las rodea, sin miramientos de ningún tipo.

Ejemplos sobran de mineras contaminantes: De acuerdo con un informe del Instituto Fraser, el 74 por ciento de las concesiones para exploración minera en México son canadienses. Y, de acuerdo con el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, de norte a sur del país, al menos 17 mineras canadienses han dañado a comunidades mexicanas. Además de afectar su medio ambiente contaminando sus aguas, hay casos de tres asesinatos y diversas amenazas e intimidaciones contra los ejidatarios relacionados con estas firmas. Campesinos del Ejido Huizopa, en Chihuahua, protestaron ante la Mina de Oro Dolores de la empresa canadiense Minefinders. El proyecto de extracción a cielo abierto ha sido ilegalmente desarrollado en sus tierras porque, argumentan los ejidatarios, la Secretaría de Medio Ambiente sólo dio el permiso de uso de suelo para 500 hectáreas, pero la firma ocupa 3 mil 458 hectáreas para sus labores. En el Debate sobre grandes consumidores de agua: El caso de las mineras en México, informe elaborado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (Cesop) de la Cámara de Diputados, publicado el 27 de abril pasado, se denuncia que en el país se tienen identificadas seis zonas donde la sobreexplotación del agua es generada principalmente por actividades mineras circundantes o que transportan el recurso de estas áreas acuíferas a su campo de trabajo. “Los casos más notorios de sobreexplotación, relacionada con la actividad minera, se localizan en los acuíferos de Valle de Ixtlahuacan (Colima), Los Juncos (Chihuahua) y Campo Mina (Nuevo León).

En el caso de Ecología y Comunidad Sustentable (ECOS A.C.), esta asociación ambientalista recibió financiamiento de la mina El Sauzal, miembro del corporativo canadiense Goldcorp, que trabajó en Urique hasta el 2014, su último año como mina activa, año en el que, por cierto, extrajo entre 100 mil y 105 mil onzas de oro puro. Al corporativo de El Sauzal le interesaba limpiar la imagen negativa y de depredadoras y de saqueadoras del medio ambiente y explotadoras y destructoras de los bosques que se han ganado a pulso y con sobrados méritos todas esas mineras extranjeras que operan en la Sierra de Chihuahua. A cambio de los recursos que soltó El Sauzal, ECOS monitoreó el agua que utilizaban y desechaban, los químicos que arrojaban al ambiente, la acidez del agua y -aseguran los ambientalistas- todo estuvo en regla, dentro de los parámetros en sedimentos, cianuros, emisiones, etcétera, aguas abajo de donde se encontraba la mina.

Al mismo tiempo, ECOS llevó a cabo una labor de concientización entre algunos pobladores, para que aprecien el valor que tiene la nutria dentro del sistema ecológico del río Urique y de estas corrientes que vierten hacia el Pacífico. Y para ganarse a los nativos, los ambientalistas también instalaron un albergue indígena, un centro de asistencia social. El éxito de su labor, aseguran, se puede medir en la nueva actitud de la gente, de más respeto hacia la conservación del entorno.
Cabe preguntarse entonces: ¿Tiene futuro la nutria de río en Chihuahua?

Sí, sí tiene futuro, pero lo que hay que hacer es, en primer lugar, controlar efectivamente la operación de las grandes empresas transnacionales que explotan las minas y de las compañías que tienden cientos de kilómetros de tubería para gas. Es decir, que hay que formar una fuerza capaz de contrarrestar las simpatías y la complacencia que estos grandes capitalistas compran en los gobiernos del nivel estatal y federal, los que se hacen de la vista gorda acerca de la destrucción, depredación y contaminación que dejan esos estadounidenses y canadienses en el territorio de Chihuahua. Además, hay que concientizar a los lugareños, educarlos en los principios de la cultura de la conservación ambiental para que no cacen a las especies “bandera”, como la nutria, ni a sus depredadores, ni a sus presas, lo que se puede traducir al castellano de la siguiente manera: a esas comunidades de la Sierra se les debe dotar de trabajo, de infraestructura sanitaria, de salud, de fuentes de empleo, de bienestar y de educación para que dejen de alimentarse de lo que se encuentran en el monte y que les saca de los apuros del hambre.

En el caso de los capitalistas de la minería transnacional, la razón de que no respeten la Naturaleza y a los pueblos de la Sierra, es la ambición desmedida, el afán de obtener ganancia a toda costa y a cualquier precio. En el caso de los ejidatarios y comuneros, otra es la razón: se llama ignorancia y se llama hambre.