La pobreza y sus enfermedades

**Nadie desconoce la situación de la salud pública en México. Nos enfrentamos al vergonzoso título de ser campeones mundiales en obesidad infantil y de adultos. Además, nuestros números en diabetes e hipertensión arterial no dejan de crecer.


La pobreza y sus enfermedades

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2019, 17:21 pm

Por Donají Gallardo

Donají Gallardo es médico cirujano por la UNAM e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales. donadele4495@gmail.com

La Organización Mundial de la Salud define como salud un “estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Sin embargo, en no pocas ocasiones, se acusa a los médicos de cosificar a los pacientes, dejando de lado el ser humano que está frente a ellos.

Inicialmente, para el adecuado estudio de una enfermedad, se realiza un pequeño interrogatorio. Es aquí donde se presenta nuestro primer error, ya que, en muchas ocasiones, solemos desdeñar las condiciones socioeconómicas del individuo enfermo. No alcanzamos a relacionar el hecho de que, quizás, una persona de 70 años con la cadera fracturada ha llegado hasta ahí a causa de una desnutrición severa que está consumiendo el poco cuerpo que queda, por lo que la fractura no es más que una manifestación de sus condiciones de vida.

Ahora vayamos a los números grandes. Para nadie es desconocida la situación de la salud pública en México. Nos enfrentamos al vergonzoso título de ser campeones mundiales en obesidad infantil y de adultos. Además de eso, nuestros números en diabetes mellitus e hipertensión arterial no dejan de crecer.

En cuanto a estas tres enfermedades, un estudio norteamericano (Framingham Heart Study) se ha dedicado a estudiarlas, desde 1948, en diferentes estratos de la sociedad norteamericana. Y aunque es cierto que nuestra población es muy diferente de la población estadounidense, sus conclusiones no dejan de ser válidas.

Según este estudio, mientras mejores condiciones de vida tenían los individuos, menores factores de riesgo y enfermedades crónico-degenerativas sufrían. Aquellos individuos pertenecientes a una clase socioeconómica alta o media alta, al disponer de más recursos, pueden alimentarse correctamente, hacer ejercicio, relajarse, dando como resultado un bajo número de casos de enfermedades cardiovasculares.

“Las condiciones socioeconómicas de los individuos condicionan la aparición de las enfermedades”

Del otro lado, se encuentran los individuos provenientes de la clase baja; aquellos que se levantan desde las 5 de la mañana y permanecen en el trabajo hasta 12 horas, sin comer o comiendo alimentos asequibles para su economía y de bajo contenido nutrimental. Aquí mismo en México podemos observar que lo primero que encontramos a los alrededores de oficinas, hospitales y, prácticamente, cualquier lugar de concentración, no es una barra de ensaladas o fruta, sino el puesto de tortas, de gorditas, de tamales o de tacos (no es casualidad que las empresas de comida rápida hayan encontrado tan buena aceptación en nuestro país). Por lo tanto, este es el estrato social que padece peores condiciones de salud y es más propensa a enfermarse.

En México, la principal causa de muerte es el infarto de miocardio (IAM), resultado, entre muchas otras cosas, de la conjunción tres enfermedades: obesidad, diabetes e hipertensión arterial. Ante este panorama, la Secretaría de Salud, más allá de aventurarse a poner un remedio a estos padecimientos, se ha limitado a poner irrisorios impuestos a refrescos o alimentos chatarra, sabiendo que esto no es más que poner un curita a una herida grande que está desangrando lentamente al país.

Es así como, desde la máxima autoridad en salud hasta el médico más humilde de este país, se niegan a aceptar que las condiciones socioeconómicas de los individuos también condicionan la aparición de las enfermedades. Es por esto mismo que, muchas veces, los médicos no se preocupan por saber si el paciente come bien o si tiene una casa en la que vivir. Y es por lo mismo que la población misma ignora que sus estilos de vida causan la aparición de esas enfermedades que tanto se mencionan en la televisión y a las que tanto le temen. El gobierno, lejos de refugiarse en remedios sintomáticos como poner impuestos, debería avocarse a resolver el gran problema central que provoca que cada vez sean más las personas que se enferman: la pobreza.