La lucha de la Escuela Hermanos Escobar, a 50 años

Por Froilán Meza Rivera


La lucha de la Escuela Hermanos Escobar, a 50 años

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2017, 20:41 pm

El antorchismo chihuahuense tiene una historia de cincuenta años que se cumplen en este 2017. Para ser más preciso, tendré que decir que hay una historia y una “prehistoria” que todos los antorchistas de Chihuahua y de México deben conocer. El pasado 8 de mayo, en la Facultad de Ciencias Agrícolas y Forestales de la Universidad Autónoma de Chihuahua, en Ciudad Delicias, se organizó una fiesta por el quincuagésimo aniversario de ese plantel, que inició precisamente como Escuela de Agronomía en 1967, y que tuvo su sede inicialmente en la capital del estado. Al festejo acudieron ingenieros agrónomos a los que les tocó vivir alguna de las etapas de la formación de la hoy Facultad, pero en el ambiente se dejó sentir una ausencia profunda y muy reveladora. En medio de los brindis y los discursos, fue notable un silencio de fondo, un silencio y una ausencia. En la fiesta no estuvieron –porque a nadie se le ocurrió invitarlos- los verdaderos creadores, los fundadores indiscutibles e históricos de esa escuela que en su formación estuvo ligada a otras dos escuelas a las que me referiré en seguida. Todos estuvieron ahí, menos ellos.

A esos fundadores eméritos, que nadie invitó al cincuenta aniversario de Agronomía, yo los estoy invocando aquí, me permití invitarlos por medio de esta remembranza, con toda la gloria que rodea a su lucha y a su trabajo ejemplar.

Aquiles Córdova Morán fue profesor en la Escuela de Agronomía de la Universidad Autónoma de Chihuahua durante los años 1971 y 1972, porque fue traído de Chapingo por la mesa directiva de los estudiantes. Quien hoy en día es el dirigente nacional del Movimiento Antorchista, vino a Chihuahua a dar la materia de Industrias Agropecuarias, aunque dos años antes, en 1969, otro de sus compañeros de Chapingo, el ingeniero Pedro Zapata Baqueiro, había sido pedido también por los muchachos y les impartía la materia de Economía Política. Ambos eran activistas de avanzada del grupo político más lúcido y consecuente de la fragmentada izquierda mexicana en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo.

La comunidad estudiantil y los profesores de Agronomía de Chihuahua eran ya veteranos en lucha social. Su escuela se fundó en 1967, gracias al triunfo político que resultó de la huelga en la Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar” de Ciudad Juárez. Ese mismo año, pero más temprano, estudiantes y profesores de la “Hermanos Escobar” habían iniciado un movimiento para exigir a las autoridades federales que su escuela dejara de ser una escuela privada, en donde todo se veía como negocio y donde se negaba toda oportunidad a los hijos de campesinos pobres, para que pasara a manos del Estado en calidad de escuela pública. Los recién levantados acudieron a la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo –la más antigua y prestigiosa institución de educación agropecuaria en el país-, donde era fama que existía un fuerte y prestigiado movimiento estudiantil liderado, nada más y nada menos, que por los activistas que algunos años después habrían de fundar el Movimiento Antorchista Nacional.

En manos del grupo de los “aquilistas”, la solidaridad con Ciudad Juárez se brindó de manera generosa y decidida en Chapingo, porque este grupo, y en particular Aquiles Córdova Morán, se dio a la tarea de recorrer todas y cada una de las escuelas de Agronomía del país para promover una huelga nacional en apoyo de sus compañeros de la “Hermanos Escobar” de Juárez. La huelga se dio, y el paro se convirtió en un movimiento amplio al que muchos consideran, con justa razón, como un antecedente directo del movimiento estudiantil de 1968. La huelga resultó en un triunfo resonante que, si bien fue tomado como una agresión por parte de los dueños de la “Hermanos Escobar”, quienes reaccionaron contra los huelguistas y los reprimieron, sí caló finalmente en el ánimo del gobierno federal, y fue la Secretaría de Gobernación federal la que hizo llegar al gobernador la urgencia de que la Universidad de Chihuahua abriera una escuela de Agronomía propia para “bajar la presión social” que emanaba del fuerte movimiento estudiantil de Juárez y Chapingo. El presupuesto para la nueva escuela llegó de la federación.

Apenas anunciada la creación de Agronomía en Chihuahua, los estudiantes de Juárez emigraron a la capital del estado en la forma de una desbandada que dejó casi sin matrícula a la “Hermanos Escobar”. Entre los estudiantes que llegaron a Chihuahua ese año, se recuerda de manera muy especial a Antonio Sosa Perdomo, quien era originario de Mexicali y quien había llegado a Juárez con la intención de convertirse en ingeniero agrónomo para ayudar a su familia. Gracias a los antecedentes de su creación, Agronomía se vio favorecida con un presupuesto fuerte para atender la demanda de profesores, equipamiento, instalaciones y becas para los alumnos (las suyas eran de las becas más jugosas, recuerdan ex alumnos). Pero lo más importante fue que, bajo la dirección del grupo de vanguardia que resultó del contacto y fusión de los “chihuahuenses” con los “chapingueros”, se establecieron acá estructuras avanzadas de organización estudiantil y académica: desapareció la sociedad de alumnos y se creó el Consejo Estudiantil donde, como en Chapingo, cada grupo tenía su representante.

Las inquietudes políticas desembocaron en la creación de un grupo político que se llamó Grupo Consciente de Agronomía, que publicaba el órgano de prensa “Agronomía”, cuyo contenido iba desde las notas de humor y caricaturas en las que caracterizaban a, por ejemplo, Pedro Zapata y a Antonio Sosa con las tremendas melenas que se estilaban entonces (en una de estas caricaturas, Sosa declamaba el Poema 20 de Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”), hasta artículos de Economía Política y de contenido técnico y tecnológico, igual que análisis político y polémicas sobre los temas más controvertidos de la actualidad.

El 68 no tomó a los de Agronomía por sorpresa, ni los agarró fuera de base, ya que junto con Chapingo, fueron ellos uno de los principales pilares de ese movimiento libertario de repercusiones nacionales.

Y cuando llegó 1972, tampoco se arredraron los agrónomos, antes al contrario, fueron los más combativos participantes en el movimiento democratizador que se extendió por varias escuelas de la Universidad Autónoma de Chihuahua y que tuvo su contraparte en el movimiento popular de los habitantes de varias colonias recién creadas en la capital del estado. Protestas callejeras, marchas, manifestaciones, pronunciamientos y diversas movilizaciones, fueron la respuesta al asesinato de Diego Lucero y de Avelina Gallegos, guerrilleros que habían intentado asaltar tres sucursales del Banco Comercial Mexicano, propiedad del Grupo Chihuahua y que es hoy filial de Scotiabank. También pertenecieron a esa intentona otros personajes que sufrieron encarcelamiento y exilio. La represión del gobierno hacia este grupo generó una gran movilización estudiantil, popular y sindical en el estado.

Derecho, la Preparatoria, Ingeniería, que eran las escuelas donde el movimiento se dio con más fuerza, fueron derrotadas una tras otra por la represión oficial mediante la acción de los porros pagados por Rectoría. Y en Agronomía, la derrota que se tradujo en una cacería de brujas en contra de alumnos, activistas y maestros, levantó los ánimos de los luchadores quienes, en una Asamblea General, decidieron abandonar la Universidad e irse a apoderar de las nuevas instalaciones que se construían en la región agrícola de Delicias. Esas instalaciones habían sido solicitadas y peleadas por la comunidad escolar organizada para mejorar el nivel académico y para ubicar la escuela en una zona netamente agrícola. Llegaron allá y tomaron posesión de la escuela el 14 de febrero de 1974, pero en vista de que la relación con la Rectoría de la Universidad estaba totalmente rota, los agrónomos pidieron de inmediato su incorporación como Departamento de Zonas Áridas a Chapingo, donde ya se luchaba por crear la Universidad agrícola más importante de Latinoamérica.
Nuevamente, los agrónomos de Chihuahua, con la dirección política del grupo de los futuros antorchistas, convirtieron la derrota en victoria, como ya lo habían hecho con la anterior experiencia en la “Hermanos Escobar”.

Ahora, como filial de Chapingo, había que ponerse de pie y crear una escuela del nivel que se necesitaba. Para empezar, fueron a buscar egresados de Agronomía a los que propusieron que se incorporaran a la planta docente sin goce de sueldo por el momento, y así, entre otros, adquirieron a los ingenieros Rodolfo de la Cruz Meléndez y Francisco Mendoza. A su veterano compañero Antonio Sosa Perdomo, lo mandaron traer de Chapingo, a donde había ido para terminar un Posgrado en Estadística, para incorporarlo también como maestro.

La corriente política a la que pertenecían Pedro Zapata Baqueiro, Antonio Sosa Perdomo, Rodolfo de la Cruz Meléndez, Abel Pérez Zamorano, Estanislao López López, Celia Torres Varela, Evangelina Pacheco Sáenz, Jorge Miranda González, Arnulfo Fuentes Ruiz, Luis Lajas Müller, entre otros muchos más que se escapan a la memoria, encabezó la lucha desde Delicias y al interior de Chapingo para convertir a esta escuela de Agricultura en Universidad, y a la postre fue ése uno de los logros más importantes del grupo que encabezaba Aquiles Córdova Morán. Esta corriente política hizo suya la idea, trabajó al interior de Chapingo entre los estudiantes, profesores y trabajadores para obtener consenso, difundieron las líneas generales de la organización superior de la nueva estructura de la proyectada universidad, a saber: que la asamblea general universitaria, que las asambleas generales de escuelas y departamentos, serían las máximas autoridades, sobre cualesquier otras estructuras o cargos administrativos, y de ese tamaño sería la contribución democrática de Chapingo a la educación nacional. Una cualidad superior de este proyecto educativo era su carácter popular, que mandaba que Chapingo sería un instrumento al servicio de los pobres de este país, hecho especialmente para que se educaran ahí los jóvenes de escasos recursos. Y en su aspecto científico, la academia y sus aplicaciones estarían orientadas estratégicamente para fomentar la producción nacional y para contrarrestar la dependencia del país de insumos, tecnología, equipo y maquinaria originarios de las potencias imperialistas. Su calidad de ejemplo para el país, que quedó truncada a medias cuando se unieron el gobierno y todos los reaccionarios de derecha e “izquierda” en contra de los aquilistas para asestar un golpe demoledor a lo más destacado de la lucha revolucionaria, sobrevivió en el Proyecto UACH y en la Iniciativa de Ley que, sometida a la Cámara de Diputados, terminó materializándose en la creación de la Universidad.

Chapingo, aunque ya sin sus creadores, sin su alma política, ha sido de todas maneras un referente nacional y es un valioso recurso para que se eduquen los hijos de los campesinos pobres de México.

La comunidad de estudiantes, maestros y trabajadores debió de pagar un alto precio por sus logros en la organización de la nueva universidad agrícola, y muchos de sus más destacados activistas fueron expulsados de Chapingo mediante la intervención del Ejército Mexicano, que tomó la Universidad a punta de bayoneta. La represión armada fue el recurso último del oportunismo y la reacción, que ideológica, moral y numéricamente habían sido ya derrotados por la inteligencia, la honradez y por la consecuencia a toda prueba de los destacados luchadores sociales a los que estamos rindiendo homenaje hoy.

De nueva cuenta, tocó el honor a los agrónomos chihuahuenses de ser los últimos en resistir en 1976, igual que en 1967, igual que en 1972, y sólo entregaron el edificio de Zonas Áridas cuando la amenaza militar rondó la escuela de Delicias en la forma de un destacamento que se alojaba en las vecinas instalaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, a pocos metros de Agronomía, listo para entrar y repetir el golpe de fuerza como en Chapingo.

En Chapingo y Delicias, la derrota fue sólo relativa, porque el mazazo que recibieron los activistas y el retroceso que sufrió su lucha, se convirtieron en su contrario, ya que una vez que se reagruparon, fue sólo para tomar una decisión que resultó fundamental. Decenas de valiosos profesionistas y estudiantes se repartieron por todo el país y a la postre terminaron consolidándose como una organización política cuyo nombre actual es Movimiento Antorchista y cuya membresía cubre el territorio nacional.