La derrota de Morena

EDITORIAL.- Pero solo las bases ingenuas, engañadas por su demagogia, podrían creer el cuento de que los enemigos de Morena son tan descuidados para permitir que la dirigencia de ese partido se enterara tan fácilmente de sus planes.


La derrota de Morena

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2017, 15:51 pm

La derrota del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en los comicios del cuatro de junio en el Estado de México (Edomex) había sido anunciada por su máximo dirigente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que varios días antes de la contienda electoral “reveló públicamente” informes confidenciales recibidos por él acerca de un fraude, de un tenebroso plan para arrebatarle a Delfina Gómez un triunfo que él ya proclamaba como suyo; había que prepararse entonces para luchar en contra de los resultados fraudulentos; impedir la realización de tan siniestro plan, estar vigilantes para que “la mafia del poder” no volviera a robarles el triunfo.

Pero solo las bases ingenuas, engañadas por su demagogia, podrían creer el cuento de que los enemigos de Morena son tan descuidados para permitir que la dirigencia de ese partido se enterara tan fácilmente de sus planes, incluso por medio de agentes policiacos, amigos de AMLO.

Sorprende la forma en que el líder de Morena subestima la inteligencia de la opinión pública y de sus propios seguidores; solamente aquellos a quienes ha logrado engañar con sus afirmaciones absurdas, con la superficialidad de sus discursos, morderían un anzuelo tan burdo.

Por supuesto, en el triunfo de Morena no podrían creer dirigentes como AMLO, Monreal, Encinas, entre otros viejos políticos curtidos en estas lides de la partidocracia; no podrían creerlo por dos poderosas razones: primero, porque saben por experiencia cómo se las gasta el poder, la clase dominante y sus partidos; de dónde provienen los recursos económicos, el financiamiento de sus actividades partidarias; que no cuentan con los recursos económicos, publicitarios y humanos para organizar una lucha contra la clase en el poder.

En segundo lugar, son conscientes de que no cuentan con un padrón de afiliados que represente a la mayoría de la población y de que es exigua la cifra de los ciudadanos a los que pueden movilizar; que nunca se han preocupado por organizar a los obreros y a los campesinos; que es nulo el trabajo de sus organizaciones de base entre los trabajadores mexicanos para lanzarlos a la lucha por sus intereses, sus demandas, por la obtención del gobierno de todo el país o de algunas entidades federativas; en otras palabras, saben que su discurso carece de contenido real, que es demagógico.

Pero si AMLO y su plana mayor eran conscientes de que el sistema no les concedería el triunfo, no cabe duda, entonces, de que son comediantes excepcionales, capaces de entusiasmar a una buena parte del pueblo, en este caso los mexiquenses, a quienes agradecen su amplio respaldo, asegurando, igual que los demás partidos, que obtuvieron el triunfo, que gobernarán el Edomex; así rematan la farsa montada desde el primer momento que decidieron competir.

Tienen razón los analistas que desde el inicio de la contienda señalaron que el partido que triunfe en el Edomex saldrá fortalecido para enfrentar el proceso electoral de 2018; por ello, era muy difícil que el partido en el poder cediera el terreno a AMLO quien, no obstante, ya se alista para representar un episodio más de conflicto poselectoral como los que acostumbra desde hace muchos años.

Cuán olvidadizos son los comentaristas mediáticos que atribuyen la derrota de Delfina Gómez a la campaña de insultos e intimidación contra su partido en las redes y los medios en general durante la recta final de esta refriega electorera, soslayando que AMLO y su partido recurrieron durante meses a la denostación, a la demagogia, a las acusaciones sin pruebas contundentes, confiando en su palabrería superficial para obtener un voto que no ha sabido ganarse.