La Planta de Filtros y el agua potable en 1900

**El filtrado fue el primer método de potabilización en Chihuahua, que se aplicaba en la famosa Planta de Filtros, localizada en las actuales calles 46 y Revilla.


La Planta de Filtros y el agua potable en 1900

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2012, 10:04 am

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- El antecedente directo de la potabilización por agentes químicos como el cloro, que en la actualidad es el más ampliamente utilizado, fue el uso de filtros de sedimentación, que desechaban la mayoría de las partículas sólidas.

El gobernador Miguel Ahumada decía, en un informe al Congreso del Estado el 16 de septiembre de 1899, que, en relación a la mala calidad del agua que se suministraba a la población de la capital, “el Ejecutivo estaba preocupado… porque aunque aislados, no han dejado de darse algunos casos de tifo y de otras enfermedades infecciosas, a consecuencia de las malas condiciones atmosféricas y la descomposición del agua potable”.

Y continuaba el mandatario que, en la esfera de sus atribuciones, había decidido tomar diversas medidas para combatir con buen éxito las causas de origen de esas enfermedades infecciosas... “Con este objeto, y con lo que respecta a esta capital, me complace informaros que el 5 de julio último, celebré un contrato con la compañía O. H. Jewel Filter, de Chicago, para la instalación de una planta de filtros, que podrá purificar cada 24 horas un millón de galones de agua para el uso de toda la ciudad”.
Ya adquirida por el gobierno e instalada, el rendimiento de la dicha planta fue de 43.75 litros por segundo. El gobernador, en su informe al Congreso del Estado, fechado el 1 de junio de 1900, expresó: “Tengo la esperanza de que la instalación de la planta de filtros de que os hablé en mi mensaje anterior, la que en breves días quedará al servicio público, mejorará notablemente la salubridad y la higiene de esta capital”.

La planta de filtros fue puesta en servicio el 16 de septiembre de 1900, según el informe del propio gobernador Ahumada.

DETALLES TÉCNICOS Y GRANDES REZAGOS

Pero ¿en qué consistía y cómo trabajaba esa planta potabilizadora que se localizaba en las actuales calles 46 y Revilla?

Un informe del ingeniero Olmsted en 1923, describe la describe así: “El agua se conduce de la presa por el acueducto a una cámara receptora, pasando después a las tres cámaras de sedimentación. De ahí se conduce a los cuatro filtros de sección circular, llegando a la red de tubería. La planta de filtración consiste en tres tanques de concreto de sedimentación, techada con lámina de hierro galvanizado. La casa de filtración es de ladrillo y adobe de dos pisos; y la planta de filtración se compone de cuatro filtros de madera del tipo Jewel, de sección circular, tanque de almacenamiento de agua por filtrar en el compartimiento inferior y tubería receptora. Hay también un tanque lavador montado sobre una mampostería de ladrillo”.

Así fue como la ciudad contó con su primera planta potabilizadora, lo que permitió llevar el agua potable a un núcleo numeroso de usuarios mediante tomas domiciliarias. Por supuesto que los sectores a los que no llegaba la red hidráulica continuaron abasteciéndose de las fuentes existentes o de norias particulares, pues de otra forma no puede explicarse cómo podrían disponer del servicio los ya para el año de 1900, 30 mil 404 habitantes de la ciudad. Hay que tomar en cuenta que la producción de la planta era apenas de 43.75 litros por segundo (un millón de galones cada 24 horas) y teóricamente el suministro requerido para el total de la población era de alrededor de 65 litros por segundo, y eso para satisfacer solamente los requerimientos domésticos de los mismos, y aproximadamente el doble, o sea 124 litros por segundo, para todos los usos tales como domésticos, públicos, comerciales e industriales, así como desperdicios o pérdidas por fugas.

La existencia de rezagos en el servicio público originó la búsqueda de nuevas fuentes de suministro o de mejoramiento de las existentes, y el propio gobernador Ahumada el 1 de junio de 1902, en la apertura del segundo periodo de sesiones del XXIII Congreso Constitucional, declaraba que había adquirido ya los planos “con arreglo a los cuales dará principio, en breve tiempo, a los trabajos de una presa que pondrá a la población a cubierto de los peligros que en la actualidad está expuesta por la falta de lluvias”. Seguramente se refería el gobernador a la posteriormente construida presa Chuvíscar.

ANTECEDENTES

El abasto de agua en la capital de Chihuahua, en una primera etapa a partir de su fundación, se dejó en manos de particulares, para que cada quien se rascara, como es la expresión coloquial, con sus propias uñas.

La figura del aguador era tan común como los detalles del paisaje. El litrografista italiano Claudio Linati (1790 - 1832), Conde de Parma, quien llegó a México en 1825, escribió acerca de esta popular forma de abastecimiento de agua en las ciudades: “Todos los pueblos ofrecen algunas costumbres más o menos inexplicables, ora por su incomodidad, ora por su extrañeza. El aguador de México es uno de los personajes que más impresionan los ojos del extranjero: apenas se concibe cómo, para llevar 50 libras de agua, no se haya encontrado otro medio que meterla en una olla de barro casi tan pesada como su contenido, cuya forma esferoide concentra su peso en un solo punto. [...] Medio real, más o menos seis centavos de Francia, es el precio de entrega; pero si trabaja toda la jornada, gana de cuatro a cinco francos por día. Las correas que se cruzan sobre su cabeza le impiden llevar sombrero. Por ello, el aguador es el único ser en México que lleva gorra”.

En diciembre de 1751, en plena administración de la Nueva España, inició la construcción del Acueducto Colonial, que quedó pendiente porque hubo necesidad de utilizar la primera partida de recursos en el combate a las bandas de indios que asolaban la región. En 1786, el Ayuntamiento invirtió en el fomento del acueducto un donativo de mil 866 pesos hecho por un vecino, a la que se agregó una partida de 836 colectada entre otro grupo y otras partidas de fondos propios. Se pudo así hacer llegar el agua a la Alameda Vieja (actual Parque Lerdo) y se establecieron las primeras fuentes dentro del perímetro de la población. De nueva cuenta se suspendieron los trabajos, pero en 1805 se construyó una acequia principal auxiliar que llegó hasta el crucero de las actuales calles Vicente Guerrero y Allende, y fueron derivadas varias pilas de abastecimiento intermedias, la última de las cuales era conocida como de San Felipe, en terrenos del ahora Supremo Tribunal de Justicia. Las más conocidas acequias para la dotación de agua, además de la de San Felipe, eran la Pila Principal, ubicada en la Plaza de la Constitución (hoy de Armas), y la Pila Pérez en calles Décima y Allende.

LOS FILTROS, SANTA RITA Y EL ACUEDUCTO. SIGLO XX

Ramón Núñez Jiménez, quien hace 60 años era un niño andariego, recuerda que el acueducto llegaba a las instalaciones de Los Filtros, donde había un bodegón enorme y alto, donde estaban precisamente los filtros que limpiaban la basura del agua. De ahí, el conducto del agua salía para derivar su corriente en las huertas de detrás del Hospital Militar.

A menos de 300 metros de Los Filtros, el acueducto se derivaba en otra esclusa que irrigaba también la huerta de una tía de Ramón Núñez, la señora Josefa Núñez Marín, donde había una fantástica profusión de duraznos, higueras, perales, chabacanos, granados, y hasta un enorme nogal.

Todavía en 1950, cuando en las instalaciones hidráulicas lavaban los filtros, por el acueducto corría agua chocolatosa que terminaba en los huertos.

El acueducto corría subterráneo después del tramo sobre el arroyo, y volvía a la superficie en donde hoy está un Oxxo en la calle 34, y seguía hasta la zona de huertas donde hoy está el gimnasio Rodrigo M. Quevedo.

En la calle 34 había un puente de piedra, donde pusieron unos pedazos de cantera para que pasaran los carros de mulas, recuerda Ramón Núñez, propietario hoy de la imprenta México.

Por el Oxxo había otros pedazos del acueducto, con varios arcos, pero de ahí hasta la calle Jiménez la obra hidráulica era una muralla sólida, sin arcos. Una derivación (Núñez no tiene en claro dónde terminaba el acueducto) se dirigía y terminaba -recuerda- en el parque Urueta.

Finalmente, la “modernidad” mal entendida terminó con casi toda la obra que hoy está catalogada como Monumento Cultural del Municipio y cuya declaratoria como Monumento Histórico Nacional está en curso.