Irlanda deja plantado al Vaticano

**El distanciamiento de Irlanda con respecto al Papa obedece a que la sociedad irlandesa ha ido acercándose al secularismo en los últimos decenios y rompiendo las ligaduras que, durante siglos, habían atado a su población a la Iglesia católica.


Irlanda deja plantado al Vaticano

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2018, 21:45 pm

La joven República de Irlanda ha anunciado por sorpresa su separación del muy veterano Estado Vaticano. La separación, que no tiene por qué llevar a una ruptura de relaciones, ha adoptado la forma de cierre de la embajada irlandesa en la Santa Sede.

Aunque Irlanda ha justificado esa medida en la necesidad de recortar gastos debido al ajuste financiero que sufre el país por la crisis, es un secreto a voces que las verdaderas causas del enfriamiento de las relaciones de la pareja son muy distintas: como tantas otras en Europa occidental, la sociedad irlandesa ha ido acercándose al secularismo en los últimos decenios y rompiendo las ligaduras que durante siglos habían atado a su población a la Iglesia católica. Conceptos como divorcio, homosexualidad o incluso aborto, cuya sola mención parecía hace no tanto tiempo una invocación directa al mismísimo Lucifer, han ido abriéndose paso en las mentes de un significativo segmento de la opinión pública irlandesa.

Esos son, si se quiere, cambios que han ido preparando a la joven Irlanda para distanciarse del poderoso Vaticano, con el que había empezado a salir en 1929, convirtiéndose de hecho en uno de los primeros novios de la República tras su doloroso proceso de independencia. Pero el verdadero motivo del actual enfriamiento ha sido el escándalo de los abusos sexuales, físicos y mentales a miles de niños y niñas acogidos a instituciones gestionadas por la Iglesia católica en los años sesenta y setenta del siglo pasado.

Ese escándalo, que puso de manifiesto cómo la jerarquía de la Iglesia, pero también del Estado y de la sociedad civil, optó por ocultar esos abusos en lugar de denunciarlos y entregar a la policía a sus autores, ha acabado carcomiendo las relaciones Iglesia-Estado en Irlanda. El distanciamiento no se debe solo a lo que la Iglesia católica hizo en aquellos años sino al torpedeo que siguió haciendo a las investigaciones cuando estalló el escándalo a mediados de los años 90 y en años sucesivos, como puso de manifiesto la publicación del llamado Informe Murphy en noviembre de 2009.

El distanciamiento de la pareja se hizo aún más patente con la llegada de un nuevo Gobierno. En julio pasado, el actual primer ministro irlandés, Enda Kenny, criticó con tal dureza la actitud de la Iglesia en el escándalo de los abusos que la Santa Sede llamá a consultas a su embajador en Dublín.

El Gobierno irlandés ha insistido en que el cierre tiene causas estrictamente económicas, pero eso no ha atenuado la irritación que la medida ha provocado en el Vaticano. El hecho de que Dublín subrayara que no solo se ha cerrado la embajada en la Santa Sede, sino también las de Irán y Timor Leste, no ha hecho más que añadir agravio a la indignación de la curia. Sobre todo si se tiene en cuenta que un reciente informe declaraba prescindibles varias decenas de misiones irlandesas por el mundo.

La embajada irlandesa en el Vaticano está situada en la Villa Spada, en la colina del Gianicolo. Es un hermoso edificio del siglo XVII que Dublín compró en 1946 por 150.000 dólares. En 1849 acogió por un breve tiempo los cuarteles generales de Garibaldi y durante la II Guerra Mundial fue hogar de la familia Agnelli.