¿Gasolina al fuego?

**Por Omar Carreón Abud


¿Gasolina al fuego?

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2015, 13:15 pm

Omar Carreón Abud es ingeniero Agrónomo y luchador social en el estado de Michoacán. Articulista , conferencista y autor del libro: Reivindicar la verdad.

Se ahonda la crisis. Se frena el crecimiento del comercio mundial, habrá menos compras, menos producción, menos empleo y menos ingresos en todo el mundo. La organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el organismo cúpula de las economías más poderosas del planeta, anuncia que según sus previsiones –y sabe muy bien de lo que habla– el comercio mundial crecerá este año solamente a un dos por ciento, incremento que es la segunda tasa más baja de los últimos 10 años y, tratándose de los últimos 50 años, sólo en cinco ocasiones se ha tenido un crecimiento del comercio mundial igual o inferior a ese dos por ciento.

Para que quede bien clara la magnitud del problema, la señora Catherine L. Mann, economista en jefe de la OCDE, afirma que “en términos históricos, las tasas de crecimiento del comercio mundial registradas en lo que va de 2015 se asemejan a las que anteceden a una recesión global”.

Se anuncia, pues, una “recesión global”, un agravamiento de la crisis, “agravamiento” porque nadie en sus cabales se atrevería a afirmar que el mundo del capital no está hundido en una crisis devastadora por lo menos desde el año 2008. Hace muchos años que la economía de Estados Unidos, que había sido la potente locomotora del mundo entero, no crece y, también hace muchos años, que la riqueza de ese país se concentra en menos manos –el uno por ciento de su población tiene en su poder un patrimonio igual al que posee el 99 por ciento restante– al grado de que cada día se generaliza más la idea de que Estados Unidos ha dejado de ser la tierra de oportunidades y progreso que fue alguna vez. Estados Unidos vende cada vez menos mercancías por la competencia formidable de China, de la Unión Europea, de Rusia, de la India y de otros países que producen, tanto o más barato y de tan buena o mejor calidad, que los tradicionales capitales norteamericanos.

La vida cotidiana del mundo actual está, por tanto, fuertemente marcada por los esfuerzos de los Estados Unidos por conservar su hegemonía puesta en serio riesgo. Para asegurar y ampliar las fuentes de materias primas de las que se tiene que abastecer y para conservar y ampliar los mercados en los que coloca sus mercancías terminadas, Estados Unidos ha diseñado un cerco estratégico a China y a Rusia con el fin de doblegarlos militarmente para lo cual se sirve del Estado Islámico, el cual no existiera ni sobreviviera si no contara con el respaldo económico, político y militar de occidente; eso, por una parte y, por la otra, Estados Unidos opera a toda velocidad el reforzamiento y aseguramiento de sus esferas de influencia, entre las cuales está por supuesto, nuestro país.

México es víctima incuestionable de la crisis económica del capitalismo. No hay que ir muy lejos para documentarlo con sucesos conocidos y palpables. La pobreza crece cada año a una tasa de un millón de mexicanos y no sólo no se ha podido detener ese cáncer social, sino que nadie conoce ningún plan serio y factible para revertirlo. Aquí también la inmensa riqueza nacional se haya dividida en dos mitades, una mitad la tiene el uno por ciento de los mexicanos, la otra mitad la tiene el 99 por ciento restante.

En México hay hambre, hay graves problemas de salud, la educación es un desastre, no hay empleo, la economía no crece lo necesario (ya la misma OCDE rebajó su previsión para México: sólo 2.3 por ciento en este 2015) y, aunque creciera, ello no implicaría necesariamente una distribución más justa puesto que no existe ninguna política de redistribución de la riqueza social.

Michoacán no se escapa, se destaca. Los niveles de pobreza, de desocupación, de enfermedades curables, de bajos niveles educativos, de violencia, delincuencia y crimen organizado compiten con éxito con los índices más negativos del mundo. No hay forma de tranquilizarse ni siquiera un poco.

Ahora, para acabarla de complicar, si se puede, como consecuencia de la competencia mundial, de los bajos costos de producción del acero en el mundo, se anuncia que (cito literalmente la nota de La Voz de Michoacán del pasado 2 de noviembre): “ArcelorMittal oficializó este domingo una serie de medidas que afectarán directa e indirectamente a unos 12 mil 500 obreros al dejar de producir 90 por ciento de productos y parar la explotación del complejo de minas”.

¿Qué significa la disminución inmediata de la producción de planchón en la siderúrgica de Lázaro Cárdenas? Significa hundir en la miseria a decenas de miles de michoacanos, implica la desaparición de la ciudad de Lázaro Cárdenas, al menos como la conocemos hasta ahora (aunque debe servirnos de consuelo que la empresa anuncia que el paro “se realiza de manera ordenada”). ¿No cree usted lo que le digo? Está en su derecho; no obstante, debo recordarle que una pujante ciudad como Detroit fue prácticamente barrida del mapa por la salida de las inmensas empresas automotrices que no resistieron la competencia y que Baltimore está postrada desde hace décadas también por la salida, precisamente, de una poderosa acerera que parecía imbatible. El capital no tiene patria, se marcha a otros lugares o emprende la producción de otras mercancías siempre en pos de la máxima ganancia.

Se dice que la acerera de Lázaro Cárdenas, Michoacán, ha llegado a este punto por “la competencia desleal”. Pero, ¿hay competencia leal? ¿En el mundo del capital, existe otra ley que no sea la de destrozar al prójimo como productor de mercancías para quedarse con todos sus compradores echando mano del aumento de la productividad y de otros medios al alcance, incluidas las guerras y las matanzas?

Ahora bien, las medidas oficiales de “defensa” de las ventas de ArcelorMittal ante la avasalladora competencia, no han sido suficientes, la Secretaría de Economía instrumentó ya un arancel del 15 por ciento y nada, ni cosquillas le hizo a los precios bajos del acero que llega del extranjero, ArcelorMittal sólo ha colocado 900 mil toneladas en el mercado interno, mientras que han entrado al país un millón 793 toneladas de acero a bajo precio y eso –subrayo– con arancel protector de 15 por ciento.

Titulé mi trabajo de hoy ¿Gasolina al fuego? porque ante este terrible panorama mundial y nacional que es imposible negar, no sólo no hay política gubernamental que lo enfrente y lo detenga, parece, por el contrario, que existe la decisión de complicarlo severamente. Por estos días, se está “desclasificando” el contenido del Tratado Transpacífico (TPP), porque hasta hace unos pocos días era secreto y estaba en inglés, y está por entrar al proceso de aprobación final; este tenebroso pacto es, también para fines prácticos y de comprensión, una anexión cabal de nuestro país a los intereses del imperialismo norteamericano.

Fluye poco a poco su contenido y una de sus partes ahora viene a cuento, porque consiste precisamente en retirar los pocos y débiles aranceles que medio protegen a los productores mexicanos y dejarlos expuestos a la brutal competencia extranjera, ya que de todos los países que todavía pagan un arancel y que van a firmar ese acuerdo transpacífico, entrarán a México,libres de impuestos: granos básicos (maíz amarillo y blanco, trigo, frijol, arroz, etcétera), huevo, leche y sus derivados, todos los tipos de atún, sal, aceites comestibles, frutas y verduras (cebolla, jitomate, zanahoria, rábano, espinaca, brócoli, calabaza, lechuga, pepino), bulbos de maguey y henequén, entre otros muchos productos de los que hasta ahora se sabe y que suman varios miles.

Esto significa millones de pobres más, o sea, la desaparición del país, al menos como hasta ahora lo conocemos. Por ello, insisto ¿le están echando gasolina al fuego?