Fidel Castro, líder de los pobres del mundo

Por Abel Pérez Zamorano


Fidel Castro, líder de los pobres del mundo

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2016, 17:13 pm

(El autor es un chihuahuense nacido en Témoris, Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias Económico-administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo.)

El viernes 25 de noviembre dejó de existir el comandante Fidel Castro Ruz, y hoy su pueblo en forma multitudinaria le rinde un homenaje profundamente sentido. Fidel llenó toda una época; desde su juventud se dedicó a organizar a los trabajadores cubanos: a los 27 años encabezó el fallido asalto al cuartel Moncada. Regresando de su exilio en México, zarpó de Tuxpan el 25 de noviembre de 1956, para lograr, el primer día de 1959, el derrocamiento de una de las dictaduras más feroces que ha sufrido América, e iniciar la construcción de un gobierno popular, algo imperdonable para los ricos de Cuba, sus padrinos en Estados Unidos y, en general, los acaudalados del mundo. Ciertamente, ya en los tiempos modernos llegó a la conclusión de que la era de las revoluciones armadas había terminado. Fue Fidel uno de esos seres extraordinarios dotados de una inteligencia y una sensibilidad fuera de serie, pero a diferencia de otros, él la puso al servicio de los desvalidos; a ello añadía una admirable valentía personal. Por eso aquel otro gran ser humano, Ernesto Guevara de la Serna, reconoció sus cualidades y lo siguió, como a un hermano. Pablo Neruda, otro latinoamericano universal cantó así: “Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen palabras en acción y hechos que cantan…”. Pero no se trata aquí de valoraciones personales. A los hombres debe juzgárseles más bien por su obra; a él también, y a sus críticos, que debieran mostrar lo que han hecho en beneficio social para así acreditarse. El hombre vale por su obra en pro de la sociedad.

El cambio que encabezó Fidel, con sus compañeros y con la fuerza y creatividad del pueblo cubano, es una proeza, imposible de resumir en breve espacio. Refiero aquí solo algunos datos. En materia educativa, en 1958 el analfabetismo era de 20 por ciento, y bajó a 3.9 en 1961; desde entonces, Cuba es campeón en educación en Latinoamérica. Hasta 1959 el 40 por ciento de los niños no asistían a la escuela; dos años después el porcentaje se reducía a 20. Según UNICEF, 2012, la matriculación en enseñanza primaria es actualmente de 98.4%. ¿Qué gobierno, incluido el de Estados Unidos, de aquellos que tan acremente critican a Cuba, puede ostentar tales éxitos? Lograr algo mejor les daría autoridad moral y política para criticar. Como gasto público, Cuba destina a la educación 13.1 por ciento del PIB: en México se aplica el 5.2. Pero la obra educativa no se quedó encerrada en las fronteras cubanas: más de 2 mil 300 profesores han ido a enseñar a niños y adultos de escasos recursos en 43 países, incluido el nuestro. Conozco a muchos de esos abnegados maestros que, dejando en Cuba a sus familias y la tranquilidad de su hogar, vinieron a compartir su conocimiento; para ellos de manera muy especial mi más sentido pésame y mi sincero agradecimiento.

En cuanto a salud, según la UNICEF, en 1963 la tasa de mortalidad infantil en número de bebés por cada mil nacidos vivos era de 42; en 2015 se había reducido a 4 (en el mundo es de 31.7). En 1990 la tasa de mortalidad en menores de cinco años era de 13 por cada mil nacidos vivos; en 2012 bajó a seis. En 1960 la Esperanza de vida en Cuba era de 64 años; en 2014 llegó a 79 (el promedio mundial es de 71.4) (Eurostat). Según la OMS, en 2015, por su esperanza de vida, Cuba ocupaba el sitio 36, seguida de Estados Unidos, en el 37; México, muy abajo, en el 59, con 76 años. En 1959 no había en Cuba siquiera un médico por cada mil personas, y la mitad emigró; para 2010 había 6.7; el promedio mundial es de 1.53. A la salud, se asigna como gasto público 11.1 por ciento del PIB; en México, 6.3. Pero el gobierno no se limitó a lograr los más altos niveles de salud en América: ofreció apoyo a otros países; Cuba es, sin duda, el hospital de los pobres de América, y de ello conozco muy de cerca muchas experiencias de mexicanos pobres que han salvado la vista o recuperado el movimiento gracias a la medicina cubana. Al respecto, el 7 de junio de 2013, la BBC News consignaba que hay 15 mil médicos cubanos prestando servicios en 60 países, obviamente, por ejemplo en el caso venezolano, recibiendo Cuba una contraprestación en petróleo. Desde 1963, el acumulado es de 130 mil médicos en 108 países. ¿Quién más hace esto? En lo concerniente al deporte, solo considerando el medallero olímpico de Río, Estados Unidos obtuvo en total 121 medallas, una por cada 2.6 millones de habitantes; México, cinco medallas (lugar 61), una por cada 24 millones; Cuba obtuvo once, lugar 18, una por cada millón. Por todo eso Fidel es uno de los hombres a quienes más deben los pobres del mundo entero; por eso ha sido respetado por gigantes como Nelson Mandela, Gabriel García Márquez y tantas y tantas grandes inteligencias. Ho Chi Minh, líder de la revolución vietnamita dejó dicho: “Los cubanos, con el compañero Fidel al frente, han sido muy solidarios con nuestro pueblo y con nuestra lucha. Los vietnamitas jamás olvidaremos ese apoyo”. Estamos, pues, ante un gigante de la historia. Y aquí vale la pregunta: un pueblo sin libertades, miserable, vejado, como nos lo pintan sus críticos, ¿cómo logra estos éxitos, inalcanzables de todo punto para países pretendidamente libres?

La vida de Fidel fue la de David frente a Goliat: gobernando una pequeña isla con escasos once millones de habitantes, a tiro de piedra del país capitalista más poderoso, bajo un tremendo bloqueo, y no obstante, logrando sobrevivir y triunfar con un modelo social y político no aceptado por el imperio, ciertamente, con errores e insuficiencias, como toda obra humana en proceso, habrán de corregirse. Esta es la hazaña de Fidel y de su pueblo, que supo mantenerse firme aún en lo más duro del período especial; fue Fidel quien, con toda la prensa mundial en su contra (la mexicana incluida), conquistó el corazón y la mente de millones en el mundo entero. Fue ejemplar, además, por su congruencia política e ideológica, siempre fiel a la misma causa. Su firmeza en los principios es parte fundamental de su legado histórico, invaluable en un mundo donde la política está envilecida e impera y se premia la apostasía, sobre todo entre las autollamadas izquierdas, tan marcadamente de derecha. Fidel no se limitó a decir discursos socialistas, en lo cual era excelente, sino a realizar una gigantesca obra, en los hechos, que hoy representa un reto para los sedicentes gobiernos de “izquierda” en México y el mundo.

Dos reflexiones para concluir. Primero, la catadura de sus detractores, queda exhibida en el hecho escalofriante de que un pequeño grupo de 300 fanáticos emigrados cubanos en Miami, desde la noche del viernes festejaban, eufóricos, la muerte de Fidel. Difícil concebir a un ser humano festejando la muerte de otro. Y vale destacar que importantes canales de la televisión mexicana dieron desproporcionada cobertura a ese hecho, insignificante por sus dimensiones, mostrando así su servilismo, actitud que se manifiesta también en las entrevistas concedidas a Mario Vargas Llosa y a Vicente Fox, quienes, sin considerar en absoluto la obra del personaje, actúan a impulso de su ideología, su hígado y su compromiso con el modelo neoliberal, hoy en crisis, al que defienden con uñas y dientes, y para el que Fidel era el gran adversario. Segundo, los problemas que Fidel enfrentó conservan su plena vigencia, y su solución reclama el concurso de los esfuerzos de todos los hombres y mujeres de bien. Los excesos del gran capital y el saqueo de los países pobres, aumentan. Por un lado, la pobreza, y por otro, la acumulación, son espeluznantes. Pero esta orgía de concentración, crimen de lesa humanidad, no puede perdurar: los pueblos necesitan avanzar hacia un nuevo orden social; no pueden vivir por siempre contemplando la plétora de riqueza creada sin tener acceso a ella: 800 millones de personas en el mundo sufren hambre; en el África subsahariana vive el 13 por ciento de la población mundial, pero representa la tercera parte de los subnutridos, un verdadero horror. Para enfrentar todo eso adquiere una destacada significación el ejemplo de Fidel y la experiencia del pueblo cubano, que muestran lo que los pobres pueden hacer cuando tienen líderes a la altura de las exigencias de su tiempo y deciden toman su destino en sus manos. Quizá no valga mucho, pero vaya toda mi solidaridad para el pueblo cubano en estos días aciagos.