¿Es justo que estemos encarcelados para que los malos anden libres?

**¿Es justo escuchar de nuestras autoridades que salgamos a la calle con precaución, que evitemos andar de noche, que los encarcelados seamos una sociedad entera porque los malos tienen que andar libres?


¿Es justo que estemos encarcelados para que los malos anden libres?

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2017, 22:18 pm

Por Hugo Nesbith Reyes/ Periodista

Cuauhtémoc, Chihuahua.- Sí se llamaba Andrea, tenía vecinos, amigos, compañeros de escuela, primos, tíos... tenía Mamá, tenía Papá.

Y unos hijos de perra le quitaron la vida, dejaron en agonía a su familia y secuestrada a toda una comunidad.

Me da miedo decir lo que siento? Si, mucho.

Pero también lo viví hace varios años, lo sentí a diario, vivía con el temor de que cualquier día de esos me tocara a mi. En algún momento pensé que era yo el siguiente en la lista.

Por eso dejé el periodismo, viví un año de sicosis donde el cabello se me caía a puños, donde cada noche me despedía de mi hija pensando que era la última noche.
Hoy vuelvo a sentir ese miedo. Hace 2 semanas, daban cuenta de una balacera cerca de mi casa. Hace apenas una semana, con mi esposa y mi hija confundíamos el estruendo de una balacera con la pirotecnia al final de un concierto.

Durante la semana, más y más comentarios de amigos reportando balazos a norte y sur de la ciudad, prácticamente todos nos hemos convertido en "vecinos" de un hecho delictivo.

Ayer llevamos a mi hija a unos XV años, justo al ir a recogerla nos topamos con un convoy de vehículos con estrobos y sirenas (ya no me atrevo a afirmar a qué bando pertenecían). Eran casi las 2 y a esas horas por amigos comentando los hechos, me di cuenta que transitábamos cerca de una zona donde se dio (según ellos) una persecución con balacera. Esa noche, una jovencita fue lesionada, víctima "casual" de la balacera.

Hoy, una comunidad real y virtual se une en la búsqueda de una jovencita y apenas horas después, se le halla muerta en la manera más cruel y cobarde que uno pueda imaginar.

¿Qué puedo decir, qué puedo sentir? Como si les importara el terror y la impotencia en la que parece, tenemos que acostumbrarnos a vivir.

No conozco a los papás, ni siquiera creo que necesite rezar para que Dios se entere que en estos momentos mi corazón está triste por una familia a la que no conozco, porque sigo siendo humano y no necesito sentir el dolor en carne propia para pedir por una ciudad en paz.

¿Es justo escuchar de nuestras autoridades que salgamos a la calle con precaución, que evitemos andar de noche, que los encarcelados seamos una sociedad entera porque los malos tienen que andar libres?