Elecciones intermedias, el mismo reparto

EDITORIAL/ La Crónica de Chihuahua


Elecciones intermedias, el mismo reparto

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2015, 15:08 pm

Pasados los comicios del 7 de junio, el mapa de las fuerzas políticas del país no presenta modificación esencial alguna; salvo pequeños cambios cuantitativos, las cosas siguen como antes. Los partidos políticos que controlan la mayor parte del territorio nacional son los mismos y tal como antes, en sus manos se encuentra el Gobierno; solamente a ellos afectan los cambios en el reparto territorial.

El PRI se mantiene como primera fuerza política, le siguen el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y los demás participan marginalmente en el Gobierno; un municipio más o un municipio menos, e incluso una entidad federativa completa en manos diferentes, no cambia para nada la situación política de México y mucho menos la económica y social; los tres partidos mayoritarios siguen siendo los más fuertes aunque otorguen pequeñas parcelas de poder para los otros siete contendientes.

Los partidos gobernantes son los que representan a los diversos grupos de la clase empresarial, dos de ellos a los más poderosos intereses económicos, y el tercero sirve, con su demagogia izquierdista, para mediatizar los anhelos de la población de un verdadero cambio, aunque a ésta no le represente ningún beneficio que en un determinado territorio ahora gobiernen el PAN o el PRD en lugar del Partido Revolucionario Institucional; porque está probado históricamente que un cambio de partido en el poder no modifica la administración pública en un municipio o entidad federativa ni hace que las cosas marchen de forma esencialmente distinta.

Un elemento que sólo existía como posibilidad en el papel se ha realizado. Un candidato “independiente” gobernará Nuevo León, una de las entidades federativas más desarrolladas. Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, promete establecer condiciones para un mejor Gobierno, sin corrupción ni manejos burocráticos en la administración pública; no obstante, su única experiencia política proviene de más de tres décadas de militancia priista y no existe, por lo tanto, la posibilidad de que ofrezca algo nuevo a la población neoleonesa, donde tendrá, además, que negociar con los partidos de siempre y gobernar con ellos.

Los comicios en México, al igual que en la mayoría de los países latinoamericanos, siguen el modelo de la farsa electoral que Estados Unidos monta periódicamente; modelo que permite a los políticos mantener el poder y servir, como siempre, a los dictados del capital, ostentando al mismo tiempo la máscara de la democracia representativa.

Los resultados de los comicios fueron muy pobres; y sin embargo para obtenerlos se desarrollaron intensas campañas que sacaron a flote los aspectos más oscuros de la vida personal y política de candidatos y partidos; para cambios tan insignificantes tuvo lugar un insultante derroche de recursos públicos que pasó ante la asombrada vista de las capas que sufren directamente la creciente pobreza, violaciones a la ley electoral por parte de los actores políticos, secuestros, asesinatos y otros actos de violencia; en fin, corrió mucha sangre en el país para que el reparto del botín político permaneciera prácticamente inalterado