El salario y el modelo económico

Por Omar Carreón Abud


El salario y el modelo económico

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2017, 10:42 am

(El autor es Ingeniero Agrónomo y luchador social en el estado de Michoacán. Articulista, conferencista y autor del libro Reivindicar la verdad.)

En un hecho extraño, no único, pero sí muy raro, el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el señor Gustavo de Hoyos, propuso en días pasados que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), eleve, de 80.04 a 95.24 pesos diarios el salario mínimo percibido por los trabajadores, es decir, propuso un aumento de 18.99 por ciento al salario mínimo vigente. Cuestionó, asimismo, de manera explícita y hasta con palabras nada diplomáticas la política económica puesta en práctica por influyentes dependencias y organismos, diciendo, según la versión del diario Reforma, lo siguiente: “Más allá de las presiones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público o de las posturas irreductibles del Banco de México, esperamos que la Conasami cumpla ya con su mandato”.

La verdad es que la Coparmex ya había hecho una propuesta similar el año pasado con motivo de la revisión del salario mínimo, su preocupación no es nueva, había propuesto que éste llegara a 92.72 pesos y, como ya se sabe, sólo llegó a los 80.04 pesos mencionados más arriba. No hay posibilidades de confundirse ni malinterpretar lo dicho, la Coparmex, una de las más poderosas organizaciones de patrones del país, exige un aumento sustancial del salario mínimo, considera que las “presiones” de la SHCP deben hacerse a un lado, califica de “posturas irreductibles” a las del respetable Banco de México y exige que la Comisión de Salarios mínimos, “cumpla ya con su mandato”. Los patrones, pues, en lucha abierta por un mejor salario. Y escribo, “salario”, así, en general, y no “salario mínimo”, en particular, porque bien se sabe -y los patrones lo saben también- que los aumentos a los salarios mínimos han sido referencia y, por tanto, han impactado directamente a los aumentos de todos los salarios. ¿Está el mundo al revés cuando los patrones exigen pagar mejores salarios a los obreros?

Nada de eso. La referencia más obligada a una conducta parecida de los patrones en este sentido y, sobre todo, a la de sus representantes en el gobierno, está genialmente recogida por Carlos Marx en El Capital. En esta obra, el gran Maestro de los trabajadores del mundo, citó a los representantes del gobierno inglés que decretaron importantes leyes en los años de 1833, 1844 y 1847, leyes que ponían ciertos límites a la jornada de trabajo (aunque no a los obreros varones de más de 18 años) y expresó generosamente, con la objetividad científica intachable que hasta ahora lo caracteriza, su reconocimiento a los inspectores de fábrica que indagaban los abusos contra los trabajadores y que eran “tan peritos, imparciales e intransigentes” y, a uno de ellos, incluso, por su trabajo, su dedicación y honradez, a Leonard Horner, lo inmortalizó mencionándolo favorablemente varias veces en su gran obra. La base de esa política oficial en los tiempos en los que el capital se abría paso, estriba en el reconocimiento, tácito, pero muy contundente, de que toda la riqueza la produce el trabajo, de que, si se debilita o, incluso, si se mata de cansancio y enfermedades a la clase trabajadora, se acaba toda la producción de riqueza que beneficia a los patrones. No hay patrones si no hay trabajadores. De ahí la actitud “filantrópica” de los representantes más avanzados y claros de los patrones en el gobierno inglés. Aprovecho para recomendar de manera entusiasta que se lea El Capital, es de los libros que cambian la forma de entender al mundo y, consecuentemente, de vivir la vida; hace ya nueve años que el periódico The Guardian de Londres escribió: “Marx está de vuelta. Ese es, al menos, el veredicto de editoriales y librerías en Alemania quienes aseguran que sus obras están volando de los anaqueles”.

¿Algo de lo dicho por Marx en torno a la jornada laboral, tiene similitud ahora con lo que sucede en México cuando los patrones exigen un mejor salario para los trabajadores? Mucho. Veamos. Aunque pasar de 80.04 a 95.24 pesos diarios como salario mínimo, no va a acabar con la pobreza en nuestro país, las declaraciones patronales van en el sentido de que la clase trabajadora no puede seguir soportando niveles de vida por debajo de la “línea de bienestar”, es muy probable, casi seguro, que tengan ya estudios fidedignos de que la irritación es muy grave y que la estabilidad social puede volverse incontrolable y no debe descartarse que, aunque no lo declaren abiertamente, sepan ya que los aumentos en la delincuencia y en la violencia están muy relacionados (como en efecto, lo están), con los muy precarios niveles de vida de la población. En resumidas cuentas, la pobreza como base de muchos de los grandes problemas nacionales. No se cataloga así abiertamente, pero si los patrones están dispuestos a sacrificar, aunque sea una pequeña parte de sus inmensas ganancias pagando mejores salarios, vale concluir que no ven a la pobreza como un problema menor.

En efecto, no andan muy desencaminados los señores empresarios, pero no ha quedado descrita su preocupación completa. No hay que olvidar ni por un momento que los obreros asalariados son vendedores de fuerza de trabajo, pero, en el mundo en el que todo está relacionado irremediablemente, son también compradores de mercancías y, si no tienen dinero para comprar las mercancías y cualesquiera que estas sean, no “vuelan de los anaqueles”, como en Alemania las obras de Marx, las ventas se paralizan y la ganancia, más propiamente dicho, la plusvalía arrancada mediante el tiempo de trabajo que no se le paga al obrero, no se hace realidad. La demanda efectiva, pues, la que cuenta, la que está respaldada por el poder de compra, está muy debilitada en nuestro país, el mercado interior se ha contraído, urge fortalecerlo, de ahí la exigencia de que se pague mejor a los trabajadores, de que se aumente, aunque sea un poco su capacidad de compra.

Según la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL), en el primer semestre de este año, sólo México y Perú fueron los dos países de América Latina en los que el salario real registró una disminución de manera que, en términos reales, el salario mínimo en México se encuentra actualmente en 63 pesos con 50 centavos ¿Qué se puede comprar con esa cantidad de dinero? Casi nada. Y eso impacta según las estadísticas a cerca de 8 millones de trabajadores. Así, no sólo los trabajadores viven en condiciones terribles, tampoco puede crecer el tamaño de la economía (y esto último es lo que les preocupa a los patrones). En efecto, según los datos recién publicados, el Producto Interno Bruto (PIB) del país retrocedió 0.2 por ciento en el tercer trimestre del año, el resultado de julio-septiembre es el primer descenso a tasa trimestral desde abril-junio de 2013, periodo en el que la variación fue de menos 0.89 por ciento. La economía mexicana se empequeñece, señores, el modelo de la máxima ganancia en el que se paga poco, asediado por el modelo de la máxima ganancia en el que se vende poco. Para terminar, sólo una pregunta ¿Si los patrones están tan preocupados, no deberían estar mucho más preocupados los trabajadores y organizarse y luchar?