El principal contaminador

**En México solamente entre el cinco y 10 por ciento del universo de industrias que tenemos de distintos sectores son certificadas como industrias limpias.


El principal contaminador

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2016, 21:30 pm

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Martín Morales

Las políticas de Estado para preservar el medio ambiente sólo se aplican cuando no afectan los negocios de las grandes empresas nacionales y trasnacionales, brindan escasa atención a la investigación científica y tecnológica abocada a combatir la contaminación y se desentienden del impacto de ésta en la salud de los mexicanos, dijo a buzos la doctora María Eugenia Gutiérrez Castillo, profesora e investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

“No hay interés por la salud de las personas; lamentablemente se prioriza el dinero y esto sucede en México como en otros países del mundo”, enfatizó la experta, quien resaltó que el deterioro ambiental en el área metropolitana del Valle de México no sólo impacta en esta región sino en el resto de la República en la que, de acuerdo con especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), produce o complica enfermedades que cada año causan el deceso aproximado de 20 mil personas.

La especialista en toxicología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN puso en duda los datos oficiales sobre el impacto sanitario de la contaminación ambiental, al señalar que la metodología usada por las instituciones gubernamentales es endeble y cuestionable, por lo que se desconoce con precisión la verdadera magnitud de la incidencia de la polución en la salud de muchas personas.

“México está trabajando en eso, pero lamentablemente todavía no tiene una base de salud robusta. Usted va al médico y difícilmente guardan su expediente clínico y hacen un estudio estadístico, si usted se enfermó y en qué días de contaminación.

Es un hecho que nos afecta. ¿Cuánto? No tenemos aún toda la información. Por eso a mí estas cifras que hay me generan un poco de ruido.

Habrá que ser más rigurosos, porque no tenemos información; porque nuestro sector salud no tiene esa información como en países del primer mundo. No tenemos dimensionada todavía la magnitud. ¿Nos debemos preocupar? ¡Claro que sí!”, expresó la experta.

Recientemente se ha vuelto a discutir sobre la contaminación del aire, pero enfocando el problema a la Ciudad de México y las entidades circunvecinas, donde se ha agudizado la concentración de emisiones contaminantes que producen el ozono, con lo cual se pierde de vista que el envenenamiento atmosférico es un problema mucho más amplio y profundo, no solamente derivado de la combustión interna de los automotores, sino de otras fuentes de emisión de residuos generados por las industrias petroquímica, farmacéutica, automotriz, eléctrica, electrónica, minera, cementera, de celulosa y de plásticos.

En este señalamiento coincidió el maestro Óscar Vélez Ruiz Gaitán, director general de Revive México (RM), Consultoría Ambiental, quien afirmó que entre los principales responsables de la contaminación en la zona metropolitana de la Ciudad de México (ZMCDMX) no sólo se hallan los automóviles, sino “también las fuentes fijas; esto es, las industrias, que deben ser íntegramente inspeccionadas, porque desafortunadamente en México solamente entre el cinco y 10 por ciento del universo de industrias que tenemos de distintos sectores son certificadas como industrias limpias o tienen algún certificado por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), precisamente de calidad ambiental industrial; es decir, de que sus procesos reducen su impacto en el medio ambiente; falta muchísimo por hacer en materia de inspección y regulación de las fuentes fijas que también generan emisiones a la atmósfera”.

Si el problema se mira un poco más a fondo, puede verse que el deterioro ambiental se ha acelerado en los últimos 30 años, de la mano con la profundización del modelo económico neoliberal, ya que en este periodo se abrieron de manera acelerada más puertas a las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, cuyo objetivo primordial es hacer dinero y no cuidar el medio ambiente.

En congruencia con el modelo económico, que exige eliminar toda regulación oficial, bajo la bandera del liberalismo económico sin fronteras, las medidas gubernamentales de control ambiental se flexibilizan, con lo que se acentúan los efectos negativos en el medio ambiente y en la salud de los habitantes.

El principal contaminante

Entre los contaminantes emitidos por fuentes fijas están considerados los residuos expulsados por tintorerías, estufas domésticas, solventes, leña quemada, heces fecales pulverizadas, fertilizantes y pesticidas, gases generados por la basura, desechos hospitalarios, electrónicos y alimenticios, entre otros.

Pero de acuerdo con los especialistas consultados, el factor más importante de las emisiones contaminantes se ubica en la quema a gran escala de combustibles fósiles, petróleo, carbón y gas, tanto en los procesos industriales como en la combustión en los vehículos automotores.

“México ha sido llevado a participar en foros internacionales para mitigar los efectos del cambio climático y reducir la emisión de gases de efecto invernadero; pero en la práctica, sin congruencia de por medio, porque no se está llevando a cabo, son mínimos los pasos realizados para transformar los procesos productivos en el país y desafortunadamente, más allá de la recién aprobada reforma energética, no hemos logrado una transición integral y eficiente para la conversión de los combustibles fósiles, petróleo, carbón y gas, hacia el uso de energías renovables como la eólica, mareomotriz (uso de mareas) e incluso la geotérmica”, dijo el maestro Vélez Ruiz Gaitán, quien asesora a otras organizaciones civiles en la demanda de mejores regulaciones y supervisiones oficiales sobre todos los emisores de contaminación ambiental.

Vélez destacó que en el terreno internacional se ha resaltado la necesidad de que los procesos productivos industriales –incluida la combustión de los vehículos– hagan uso de energías alternativas, pero tanto los corporativos como los gobiernos que los representan se resisten a este cambio porque la conversión tecnológica tiene altos costos, no consideran a ésta “un buen negocio” y prefieren seguir usando los combustibles fósiles sin importarles los riesgos que éstos generan contra el medio ambiente y la salud humana.

De los datos sobre las Normas Oficiales (NOM) federales sobre niveles máximos de contaminantes de fuentes fijas –como las industrias– a cargo del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se tomaron algunas de las emisiones más peligrosas para la salud: las neblinas de bióxido y trióxido de azufre, que desprenden las fábricas de ácido sulfúrico; las partículas sólidas generadas por las cementeras, que permanecen mucho tiempo en la atmósfera; los compuestos orgánicos volátiles derivados de los procesos de separación de agua y aceite en las refinerías de petróleo; las partículas sólidas y compuestos de azufre desprendidas por la fabricación de celulosa; los compuestos orgánicos volátiles generados por el recubrimiento de carrocerías en las plantas de fabricación de vehículos y la elaboración de pinturas y recubrimientos.

Contaminación por mercurio

El Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comprobó que el mercurio (Hg) es un elemento presente en la atmósfera en ambientes asociados a la explotación de minas y que su contacto prolongado puede ser letal para los humanos y todas las especies animales y vegetales.

El CCA designó hace siete años a un grupo de especialistas encabezados por Rocío García Martínez para verificar esa situación en la Sierra Gorda de Querétaro; este grupo encontró concentraciones de Hg tres veces superiores a las consideradas como permisibles por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de una parte en un millón (1ppm). El grupo científico descubrió además que este contaminante no sólo afecta a los mineros de la región, sino a todas las poblaciones cercanas al área porque el viento lo esparce.

Estos expertos de la UNAM recomendaron la urgente necesidad de monitorear todos los días el comportamiento del Hg, toda vez que no sólo está presente en el aire sino también en el agua y el suelo de regiones mineras del país y su alta concentración provoca disminución de la habilidad cognitiva, temblores, daño en los riñones y en el sistema neurológico de las personas.

Este padecimiento es denominado desde hace más de medio siglo síndrome de “Minamata”, porque en 1956 fue identificado en la bahía de Minamata, Japón, en personas expuestas al metilmercurio.

Desde entonces se le considera grave y mortal porque ocasiona daños directos al sistema nervioso central, alteraciones en la vista, la audición, los huesos y los músculos llegando a provocar parálisis total o parcial.

Los sectores de la población más vulnerable son los niños, adultos mayores y mujeres embarazadas, ya que puede atravesar la membrana de la placenta y provocar consecuencias fatales para el producto.

Este elemento contaminante puede llegar a una persona no solamente por medio del aire, sino también por la ingesta de alimentos como el pescado o vegetales que hayan estado en contacto con agua contaminada por la actividad minera.

Contaminación vehicular

Consultada sobre la calidad de los combustibles que usan los automotores en el país –gasolinas, diésel, turbosina, etcétera–la doctora María Eugenia Gutiérrez dijo a buzos: “uno de los temas que está en el aire es la calidad de las gasolinas; nos dicen que sí están controladas. Nosotros queremos hacer un estudio, con un muestreo de las gasolinas, para que no nos tomen el pelo; necesitamos tener la evidencia en las manos”, afirmó.

Con respecto a la reducción del alto contenido de plomo en los combustibles, un viejo problema supuestamente resuelto hace casi 30 años, la doctora Gutiérrez explicó que para solucionar ese grave problema sanitario, pues dicho metal se hallaba en la sangre de las personas, principalmente niños, “se metieron oxidantes a las gasolinas, y éstos son los que hacen que el ozono se incremente; es decir, son unas cosas por otras, pues el desarrollo tecnológico va trayendo consigo otros contaminantes. El producir carros con nueva tecnología implica modificar los combustibles y hacer los estudios correspondientes”.

Acerca de este tema, la consultoría RM dijo que México no cuenta con combustibles limpios como el diésel ultra bajo azufre (UBA), pese a que la NOM0086 obliga a Petróleos Mexicanos (Pemex) a introducirlo desde febrero de 2009 en todo el territorio nacional”.

El uso del diésel actual, indicó, “provoca una mayor emisión de partículas suspendidas dañinas para la salud”. De hecho, la propia RM y otras organizaciones civiles como CEMDA, el Poder del Consumidor, el Centro de Transporte Sustentable (CTS), el Instituto de Políticas de Desarrollo para el Transporte (ITDP), el Colectivo Ecologista Jalisco (CEJ) y la Red por los Derechos de la Infancia, han exigido a Pemex, a la Semarnat y a las secretarías de Energía y Economía que “cumplan con su compromiso de publicar una norma de eficiencia vehicular, de distribuir combustibles limpios y de mejorar la calidad del aire de la población”.

Estas mismas asociaciones civiles están promoviendo, reveló RM, “un diálogo con la industria automotriz para lograr su apoyo para la publicación, actualización e instrumentación de estas normas, de forma que cumplan con su responsabilidad social hacia los ciudadanos (en la fabricación de los automóviles)”.

Durante el Congreso Hacia Ciudades Saludables Competitivas, realizado en México en 2014, en donde participaron organizaciones y especialistas sobre medio ambiente, nacionales y extranjeros, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estimó entonces “que más de 90 por ciento de la contaminación del aire, particularmente en las ciudades de países en vías de desarrollo, es ocasionado por las emisiones vehiculares como consecuencia del alto número de vehículos aunado a un mantenimiento vehicular deficiente, infraestructura inadecuada y la baja calidad de los combustibles”.

Estas evidencias, sin embargo, no han logrado hacer que las autoridades mexicanas, con parques vehiculares vastos y en constante crecimiento, monitoreen sus áreas ambientales.

“Las únicas ciudades que están subiendo datos son México, Guadalajara y Monterrey, aunque las demás también tienen esos problemas; lo que pasa es que monitorear el aire es costosísimo, entonces se establecen prioridades entre las cuales no está ese monitoreo, pero esto se tiene que hacer, no podemos seguir en ese círculo vicioso”, dijo a este medio Gutiérrez Castillo.

Otras fuentes de contaminación

El maestro Óscar Vélez expuso: “el sector transporte, en definitiva, es el que más emisiones produce y mayor repercusión tiene en la calidad del aire que respiramos.

Sin embargo, las otras fuentes de contaminación del aire, de acuerdo con análisis de la Semarnat y los estudios que hemos hecho en conjunto, dependen de la quema de combustibles fósiles, de las plantas de generación de electricidad, y en menor grado, hablando de cinco por ciento, englobado en distintas fuentes, entre las que destacan los incendios y la quema de residuos, el uso de solventes, de agroquímicos, también las emisiones generadas por las tintorerías, y una fuente que se suele minimizar, pero que también repercute, que tiene que ver con las heces de los animales de compañía, con las que convivimos.

Al año respiramos alrededor de 1.5 kilogramos del polvo disecado de estas heces.

“Nosotros hemos insistido sobre la necesidad de crear tres programas paralelos. Por un lado, todo lo que tiene que ver con el sector transporte, que ya se está empezando a hacer. Pero falta muchísimo por hacer para que todas las fuentes fijas sea inspeccionadas, controladas y reguladas a fin de obligar a que cada empresa se comprometa a implementar dispositivos para la producción limpia, a través de la cual, efectivamente, reduzcan sus emisiones.

En un tercer programa hay que hacer que se concientice y sensibilice a la sociedad sobre los pequeños impactos, que también son muy grandes, provocados por las heces de las mascotas en la calle o la quema de residuos. Esto es lo que nosotros hemos propuesto y hasta ahorita lo que hemos visto es que el Gobierno medio ha ido actuando, pero todavía lo sentimos muy pasivo”, afirmó el director de RM.

Indiferencia oficial

Como ejemplo de la poca importancia atribuida a la articulación de un sistema efectivo de control de emisiones peligrosas para la salud, puede observarse el caso de las normas oficiales NOM que, de acuerdo con especialistas, son superadas por la realidad sin ser actualizadas por las autoridades.

Durante el Congreso Hacia Ciudades Saludables Competitivas, realizado en México en 2014, destacó lo siguiente: “está desactualizada la normatividad mexicana que establece límites a las concentraciones de contaminantes (ozono, partículas suspendidas de monóxido de carbono, dióxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno); los actuales límites que establecen las normas oficiales mexicanas para los contaminantes pueden no ofrecer la protección necesaria para la salud de la población y el medio ambiente.

Las partículas son los contaminantes atmosféricos más dañinos para la salud. Existen concentraciones de contaminantes que no están normadas, como los hidrocarburos y los compuestos orgánicos volátiles (heces de mascotas, por ejemplo) de los que hay evidencia de un severo impacto sobre la salud y los ecosistemas.

“Falta capacidad entre las autoridades federales y locales para hacer cumplir las normas que fijan límites a las emisiones de la flota vehicular; los vehículos pesados que utilizan diésel son muy contaminantes y producen emisiones dañinas para la salud; es fundamental disponer de diésel con ultra bajo contenido de azufre.

Falta comunicación entre los diversos órdenes de Gobierno (municipal, estatal y federal) y los distintos sectores (salud, ambiente, hacienda, energía, economía). No hay un marco claro y efectivo para que la ciudadanía pueda exigir que se garantice su derecho a la salud y a un medio ambiente sano”, se indica en los documentos generados por el citado Congreso.

Graves repercusiones sanitarias

El director de Salud Ambiental del INSP, doctor Horacio Rojas Rodríguez, sostuvo una reunión con diputados federales el 23 de abril pasado, en ella reportó que hay 20 mil muertes anuales en México por enfermedades vinculadas a la contaminación ambiental, de las que nueve mil 600 ocurren en la Zona Metropolitana del Valle de México.

Además, de acuerdo con otros datos del INSP, este factor ocupa el noveno lugar entre los desencadenantes de enfermedades graves y muerte.

“A pesar de que durante las últimas décadas México ha generado y recibido los beneficios de una mejoría en las condiciones de salud, muchos grupos poblacionales se encuentran todavía frente a riesgos de enfermedad ante la falta de oportunidades y servicios, lo que podría exacerbarse por la creciente presencia de sustancias químicas en el ambiente, la contaminación atmosférica en exteriores e interiores, el calentamiento climático, la intoxicación por plaguicidas, la contaminación de agua y alimentos y otros problemas relacionados con el deterioro ambiental”, dijo el doctor Rojas a los diputados federales.

Es decir, la gravedad de las repercusiones sanitarias de la contaminación ambiental está reconocida por las autoridades científicas del propio Estado mexicano, pero los gobiernos federal y locales no han asumido plenamente dicho riesgo por temor a que los inversionistas de las grandes empresas nacionales y extranjeras se incomoden con la aplicación estricta de las normas ambientales.