El horror nuestro de cada día (340)

EL VAMPIRO VIOLADOR DE LA PONCE DE LEÓN


El horror nuestro de cada día (340)

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2018, 17:37 pm

Por Froilán Meza Rivera

Evangelina nunca se imaginó lo que le iba a suceder, porque el amable joven que esperaba en el consultorio hojeando revistas, se veía muy tranquilo. ¿Cómo anticipar la canallada que haría Alejandro a continuación?

“¿Te han dado un balazo?” -Preguntó de sopetón el muchacho de mochilita al hombro, mientras se levantaba de su asiento. “¿Cómo?”

“Que si te han dado un balazo”.

Asombrada por la insólita pregunta, Evangelina no atinaba a responder nada.

“Pues ahora vas a saber lo que se siente”, exclamó el chaparrito, quien ahora la encaró con la mirada extraviada y el gesto torcido. De su maleta de color azul rey, sacó él una pistola y se la puso a la muchacha en la cabeza.

“Saca tu bolsa y ponla adentro de la maleta, porque te voy matar, te voy a robar y te violaré, perra”.

Con la pistola siempre a la mano, amenazante, Alejandro abusó de ella, la tocó y la desvistió, y se dio un gusto obsceno con la serie de manoseos desesperados con que la atacó.

Alejandro no violó a esta víctima porque ella le dijo que estaba embarazada. “Me acordé de mi hija, por lo que mejor decidí no violarla”, declaró el “Chacal” meses después.

A otra de las secretarias, Alejandro Hinostrosa Rojas la rondó por lo menos dos días, hasta que estuvo seguro de que ella estaría sola. Llegó al despacho, pidió una tarjeta de presentación del abogado y cuando ella le anotaba otros datos en el reverso, él le puso un cuchillo en la espalda.

Acto seguido, el violador la despojó de todo lo que de valor tenía, hasta dos moneditas de veinte centavos que traía. Esta mujer fue violada con la amenaza del cuchillo, que el “Chacal” nunca soltó.

Su apodo vulgar, con el que todo el mundo lo conoció fue “El Violador de Secretarias”, y le fue impuesto también el nombre de “El Chacal”, que quedaron justificados con la confesión que hizo de muchos de sus crímenes.

Pero por alguna razón personal, él prefiere ser nombrado “El Vampiro”.

¿Cómo se pudo concentrar tal cantidad de maldad en un solo individuo, como para haber hecho lo que él hizo?

Los agentes policiacos que le seguían la pista a la persona o personas -no sabían todavía de quién se trataba- responsables de por lo menos 17 violaciones ocurridas todas en la Zona Centro de la capital, entrevistaron a más de un centenar de personas, en busca de pistas para conocer la identidad del violador. Fueron archivando y clasificando toda la información y hasta elaboraron un retrato hablado del sujeto.

Durante varios meses estuvieron vigilando los edificios, y fue hasta un viernes a las siete de la noche cuando dos agentes lo detuvieron en un crucero, por su parecido con el retrato hablado del violador y por caer en contradicciones sobre la procedencia de dos teléfonos celulares.

¿De qué está hecho el “Chacal”?

La manera en que el “Chacal” trató de justificar las violaciones, los abusos y las amenazas de muerte con cuchillo en mano, cometidos en contra de mujeres trabajadoras que se sintieron aterradas ante estos ataques, fue la venganza.

“Cuando yo vivía en unión libre con mi mujer —dijo— trabajaba de las seis de la mañana a las cinco de la tarde, y cuando llegaba a la casa, mi esposa me dejaba encargada a mi hija de tres años de edad”.

La mujer argüía que iba a casa de una amiga de visita.

“Pero regresaba como hasta las cinco o seis de la mañana, y en dos ocasiones vi cuando se bajó de un carro bien bonito, tipo deportivo de cuatro puertas, color gris, modelo reciente, y lo manejaba un hombre, pero nunca le pude ver la cara”.

Alejandro Hinostrosa sí vio que el hombre vestía de traje. Su esposa le echó en cara su pobreza y lo comparó con el del carro. “Es un licenciado”, pensó él, y desde entonces violó secretarias de “licenciados”.

“Para demostrarles a los abogados que soy más listo que ellos”.

El individuo capturado por la policía e identificado por algunas de sus víctimas como el peligroso violador de secretarias, también tenía asoladas a las mujeres de su barrio, en la colonia Ponce de León, con acosos de carácter sexual, y estuvo dos meses y medio en la cárcel, porque cayó en una hábil trampa que le tendió una de sus víctimas.

Alejandro Hinostrosa Rojas, al contrario de los ladrones, que tienen la costumbre de no robar en su colonia, él sí molestaba a sus vecinas, y tiene en su haber un gravísmo caso de acoso sexual y amenazas que lo llevó a prisión, así como varios problemas con esposos enfurecidos que lo buscaban para cobrarse groserías hechas a sus mujeres.

Hay detalles que se cuentan en voz baja y con asco, y que rayan en lo escatológico... está, por ejemplo, una señora vecina suya, a quien Alejandro dejaba cada mañana la ventanilla de su automóvil impregnada de semen.