El horror nuestro de cada día (337)

EL GARROTERO FANTASMA DE CONGREGACIÓN ORTIZ


El horror nuestro de cada día (337)

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2018, 19:55 pm

Por Froilán Meza Rivera

Como siempre en este mes, poco después de que el sol se oculta detrás de la Sierra de Rosales, los habitantes del pueblito de Ortiz ven venir del norte una luz fantasmal. Se aproxima ésta en línea recta desde el llano y se interna entre las casas, por el antiguo terraplén donde estaba la hoy desaparecida vía férrea.

Esta luz se mueve hacia delante, pero también en semicírculo y en péndulo, como se hacía antes con las linternas de señales de los garroteros durante los viajes nocturnos.

Las gentes en las inmediaciones escuchan todavía el eco espectral del traqueteo de las ruedas metálicas contra los rieles. “¡Traca, traca, traca!”, dicen que se oye, y los orticeños aseguran que hasta se siente cómo retiembla la tierra con el paso de la locomotora y su séquito de carros fantasmas.

Esta es toda una leyenda, la leyenda del tren fantasma y del garrotero Juan Vázquez.

Pocos son ya quienes se acuerdan por dónde corrían antes las vías del ferrocarril, cuando éste pasaba por Congregación Ortiz e incluso había aquí una estación. En aquellos tiempos de fines del siglo Diecinueve y principios del Veinte, el pueblito de Ortiz era un importante centro de comunicaciones en esta región, a donde llegaban y de donde salían las carretas llenas de mercancías y pasajeros y, más avanzado el siglo, camionetas y automóviles.

El tráfico de personas y de mercancías era constante desde aquí hacia Meoqui y Rosales, y viceversa. Hoy en día, la ruta del tren férreo está más al Oriente, y pasa por El Consuelo, en el vecino municipio de Meoqui.

Cuentan en Ortiz que el tal Juan Vázquez, empleado de la empresa ferrocarrilera, de oficio garrotero, era “un hombre peregrino y aventurero, amigo del camino y de sus peligros”. Que una vez viajaba de Chihuahua hacia el Sur y se quedó dormido, pero estaba al borde de la pasarela y cayó.

Al infeliz lo arrastró el tren como 500 metros a la altura de Estación Ortiz, quedó con las tripas de fuera y murió ahí, destrozado y enganchado al carro en que viajaba. Los empleados de la estación se dieron cuenta de la desgracia y ayudaron a desenganchar el cadáver, al que reconocieron de inmediato como Juan el aventurero, Juan el alegre rielero.

Hoy platican los viejos que esa luz que se ve es la linterna de Juan Vázquez. Supuestamente, la ven venir pero al entrar al pueblo, la luz se apaga, aunque ellos sienten, como ya se dijo, el ruido, el temblor del suelo y el calor de la locomotora, “un buen calor, como el de la caldera de la máquina”.

Dicen que el tren fantasma está asociado a la tragedia del garrotero, y que el alma de éste no se quiere ir de Ortiz porque, aseguran, el aventurero dejó amores aquí, inconclusos. Dicen también que una damita de la localidad se quedó esperando que Juan le trajera de Chihuahua un buen anillo de compromiso que él prometió comprarle en una joyería de allá.

Esta leyenda la platican los de Ortiz, y quienes han visto la aparición, dicen que se les presenta casi siempre en viernes, y con mayor frecuencia en los viernes de noviembre, que fue cuando sucedió la muerte horrible del garrotero.