El horror nuestro de cada día (312)

TRAGEDIAS EN LAS MINAS DE AQUILES SERDÁN


El horror nuestro de cada día (312)

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2017, 10:30 am

Por Froilán Meza Rivera

Los viejos moradores del mineral de Santa Eulalia relatan, con profundo sentimiento de respeto, algunos acontecimientos trágicos que en otras épocas cubrieron de luto a la población. Entre éstos, dado su dramatismo, no se ha olvidado el hundimiento de la Mina Vieja, donde a fines del siglo Diecinueve, perecieron más de cien trabajadores, procedentes casi todos del centro del país; el derrumbe de la mina Santo Domingo, que a principios del siglo pasado, causó también varias víctimas; la inundación de la mina de San Antonio el Grande, donde en 1946 encontraron la muerte seis trabajadores, y el incendio del Tiro Cinco, que en 1962 cegó la vida de nueve infortunados mineros.

Respecto a los acontecimientos citados en primer orden, se conservan pocos datos que han sido transmitidos por las generaciones pasadas, casi únicamente la certeza de que sucedieron ratificada, en la actualidad, por los versos del canto popular titulado “El Hundido de Mina Vieja”, que todavía un viejo minero retirado entona a veces, con su voz gastada y aguardentosa, en alguna de las desvencijadas tabernas de Santa Eulalia:

“Año del noventa y nueve,
presente lo tengo yo,
que-en-el Real de Santa Eulalia,
la Mina Vieja se hundió.
...............
Las pobres viudas decían:
válgame el cielo, qué haré,
válganme los dulces nombres
de Jesús, María y José.”

En cambio, lo referente a la inundación de la mina de San Antonio el Grande y al incendio del Tiro Cinco de Santo Domingo, se conoce en todos sus detalles, pues estas tragedias sucedieron hace apenas 69 y 53 años respectivamente, de tal suerte que algunos deudos de las víctimas aún radican en las poblaciones de Santa Eulalia, Santo Domingo y San Antonio.

El accidente de la mina San Antonio el Grande aconteció el día 10 de noviembre de 1946, cuando en una frente del Nivel 9, fue detonada una carga de explosivos, tras lo cual sobrevino un abundante escurrimiento de agua que en pocos minutos causó una inundación en el lugar donde laboraba un grupo de trabajadores, quedando sepultados allí: Agustín Rubio, Cruz Baca, Enrique Chico, Alejandro Nájera, Juan Varela y Félix Moreno. Sólo uno de los mineros en desgracia logró salvarse: Leocadio Sánchez Franco, quien en desesperada lucha, pudo dominar el vértigo inclemente del agua hasta alcanzar el tramo de escaleras, por donde logró al fin salir a la superficie para dar aviso a los habitantes de la población de San Antonio, que en esos momentos se encontraba celebrando el matrimonio de Bernardino Licón Navarrete.

Los restos de los infortunados mineros de San Antonio fueron rescatados hasta años después, gracias a que un grupo de buzos norteamericanos, contratados por la empresa ASARCO, taponeó la salida del líquido, permitiendo la instalación de una puerta y el tendido de la tubería que condujo la corriente hasta la superficie. La mencionada mina ha seguido en plena explotación, no obstante que recientemente sucedió otra inundación que, por fortuna, no ocasionó víctimas.

En cuanto al incendio del Tiro Cinco de Santo Domingo, mina que (continúa) en explotación a cargo de la empresa Minerales Nacionales de México, S.A., puede afirmarse que dicho accidente sucedió el día 13 de enero de 1962, a consecuencia de un corto circuito ocasionado por la imprudencia de haber arrojado una talla de madera que puso en movimiento y unió los conductos del fluido eléctrico. Existe a la vez otra versión en el sentido de que tal accidente fue provocado por una hoguera abandonada, que algún trabajador había encendido para protegerse del frío.

Tan pronto como se tuvo conocimiento de esta tragedia, los mismos trabajadores de la mina emprendieron las tareas de rescate por la boca del Tiro Uno, a través de un nivel que comunica ambas minas, destacando en esta ocasión la solidaridad y el valor de algunos mineros que ofrecieron esfuerzos sobrehumanos para llevar el auxilio a sus compañeros en desgracia. Uno de éstos, don Matilde González, encontró la muerte al agotarse el oxígeno de su equipo protector.

En el mencionado incendio del Tiro Cinco, murieron: Pablo Lozoya, Manuel Cavaría, Máximo Morales, Luis Cornelio, Anastasio Gurrola, Marcial Zubiate, Reyes Martínez, Jaime Montiel y Matilde González.