El hombre que se quedó en el pasado, después de 44 años de prisión

La historia de un ex presidiario que pasó más de cuatro décadas en prisión


La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2015, 11:41 am

La vida actual está llena de innovaciones que han alterado lo cotidiano, los avances en mercadotecnia, tecnología, y hasta las nuevas costumbres parecen ser un nuevo mundo para un hombre que pasó casi cincuenta años en prisión, Otis Johnson que entró de 25 años y salió de 69, encontró un Nueva York casi increíble en su imaginación.

En un reportaje de la televisora Al Jazeera en Estados Unidos, el hombre de raza negra que entró por agredir a un agente de policía, se sorprende de lo que nos parece cosa de todos los días, como caminar con nuestros celulares modernos mientras utilizamos las redes sociales, o las nuevas formas que existen -más sofisticadas en urbes como N.Y.- para llamar la atención del consumidor, o el hecho de que algunas cosas estén en desuso, como los teléfonos públicos.

“La prisión me afectó mucho, y la reinserción a la sociedad fue dura al principio, ya que las cosas han cambiado”, relata el sexagenario en la entrevista, mostrándose sorprendido por el uso de aparatos de comunicación moderna que la gente porta hoy en día, y que en su juventud, durante los 60 y 70, solamente eran utilizados por gente dedicada a las agencias de inteligencia, “no sabía qué eran esas cosas que portaban las personas en sus oídos, me pregunté a mí mismo si todos se habían unido a la C.I.A.”, dice Otis, mostrando dificultad para describir los aparatos.

Cual se tratase de una pregunta filosófica, Otis asegura que piensa en cómo la gente camina por calle mirando su celular y moviéndose al mismo tiempo, sin observar por dónde van, lo que le parece algo sorprendente, admite.

El ex presidiario que pasó más de cuatro décadas en prisión, se dice impresionado por la cantidad de gente que hay en la ciudad, sus largos años encarcelado lo convirtieron en alguien acostumbrado a la soledad, “me gusta ir en el autobús, me da esa sensación de estar apartado y puedo observar hacia los lados, me deja elegir cuando quiero hablar con alguien, o simplemente escuchar a mi alrededor lo que pasa”.

Otis revela que gozar de la libertad es una sensación buena, “una sensación muy buena, en lugar de estar en prisión”, comenta. “Me gusta salir afuera, estar en sol, y observar a la gente, es bueno ser libre, es bueno”.

El hombre afirma no tener familiares cercanos con los que pueda hacer contacto, y pasa a recordar que alrededor de 1998, perdió comunicación familiar, “me acongoja demasiado, pues extraño mucho a mi familia”, aseguró.

“Recuerdo a dos de mis sobrinas, gemelas, cuando solía visitarlas llegaban corriendo a saludarme, una de ellas usualmente se escondía detrás de mí, y yo me movía para que la otra la viese”, relató Otis, siendo este uno de los recuerdos familiares que más le persigue.

En un paseo por el centro comercial, Otis se sorprende de la gama de productos que hay en los estantes, “como muchas cosas, hay muchas cosas diferentes, miro todos los productos locos que ahora hay y los pruebo, las diferentes comidas empaquetadas, las aguas con diferentes colores”, algo que le resulta difícil dice Otis, pues todo luce antójale.

“La crema de cacahuate, hay un tarro que viene con gelatina combinada, y nunca había visto algo parecido, de eso no hay en prisión”. Johnson dice a su entrevistador qué hace en sus ratos de óseo, “salgo al parque, medito, ya sabes, tienes que dejar las cosas ir, de otra manera el odio se queda y afecta tu crecimiento y desarrollo; hay gente que me ha dicho que la sociedad me debe algo por haberme encarcelado, yo no pienso así, creo que las cosas suceden por una razón, mientras debemos seguir hacia el futuro, en vez de quedarnos atascados en el pasado; trato de no ir hacia atrás, sino moverme hacia adelante”.