Dilemas de la UE ante Trump

REPORTAJE INTERNACIONAL


Dilemas de la UE ante Trump

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2017, 15:00 pm

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Nydia Egremy

Por décadas, Europa fue el continente más rico y sus pobladores tuvieron el mayor nivel de vida en el mundo. Pero hoy, donde antes había crecimiento, hay recesión y donde hubo bonanza económica hay desempleo, precariedad salarial, exclusión social y se resiente la ausencia del “Estado de bienestar”.

El proyecto comunitario amenaza con descarrilarse tras el Brexit y con indefinición de la política exterior de EE. UU. Por ello, es claro que en las próximas elecciones europeas influirá el “efecto Trump”; que en algunos casos triunfarán los nacionalistas –y euroescépticos– y en otros los “anti-populistas”. Frente a este dilema, Europa reactiva su relación con América Latina y eso le conviene a México.

La ciudad alemana de Koblenz fue sede de un encuentro, casi secreto, entre los partidos más radicales de la derecha europea. Reunidos bajo el lema “Libertad para Europa”, el 21 de enero pasado, un día después de que Donald J. Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos (EE. UU.), los ultranacionalistas pidieron votar por candidatos como Trump y seguir el ejemplo del Brexit (voto por la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea).

La influencia del pensamiento político-ideológico del mandatario estadounidense en las cúpulas extremistas europeas es tal que la aspirante presidencial francesa del Frente Nacional, Marine Le Pen, llamó a que “la gente de Europa continental despierte”.

Sin embargo, hasta ahora de EE. UU. sólo han llegado a la Unión Europea (UE) alegatos de un mandatario errático y que promulga políticas contradictorias que benefician principalmente a los ricos, refiere el filósofo esloveno Slavoj Zizek. Por ello, el temor a que ese “populismo” controle Alemania, el país más poderoso de Europa, influyó para que el electorado votara en favor de un presidente socialdemócrata y pragmático “antitrump”: Walter Steinmeier.

Esa inquietud europea por la política exterior del veleidoso presidente Trump dominó la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) del 17 de febrero pasado. Ahí más de 45 cancilleres, ministros de defensa y seguridad, parlamentarios, tanto “europrecavidos” o “totalitaristas” - como los llama Andrew Korybko- querían saber si la política exterior de EE. UU. apoyará la integración europea, si mantendrá o no el apoyo al Brexit y su postura ante Rusia, Siria, Ucrania e Irán.

El presidente de la Conferencia, Wolfang Ischinger, reconoció que “las elecciones en EE. UU. trajeron una situación de inseguridad no vista en décadas”, debido a los mensajes contradictorios de Washington.

Pero hay alguien más que inquieta a los europeos occidentales y orientales: se trata de Ted Malloch, el futuro embajador de Trump ante la UE, un académico pro-Brexit a quien el Parlamento Europeo calificó de “malévolo” y pidió declarar “persona non grata”, según la BBC.

En su campaña presidencial, Donald Trump consideró “obsoleta” a la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y reclamó que su país gastara tanto dinero en ella. Centrada en hostigar a Rusia, la OTAN ha sido incapaz de evolucionar ante las amenazas.

Ante el temor de que EE. UU. incite a los miembros a salirse de ésta –como hizo con el Brexit– las cúpulas de la Alianza emplazaron a cuatro mil efectivos multinacionales en Polonia, Estonia, Letonia y Lituania en sus fronteras con Rusia, así como una brigada multinacional en Rumania.

Malestar y pobreza
En los últimos siete años, los Estados de Europa sufrieron una “gigantesca tormenta” por los embates de los poderes financieros y las asimetrías en el interior de la UE y sus propias disfuncionalidades. Ese fenómeno derivó en crisis políticas y sociales que vaticinaron la aparición de nuevos actores en escena y retos políticos de alcance impredecible, estima Fernando Arancón, en su análisis La Periferia Contraataca.

Francia es ejemplo preocupante de esa enfermedad social europea. Hace 15 meses vive en estado de emergencia por los ataques terroristas y desde hace unas semanas padece una revuelta en la periferia parisina (banlieus), tras la violación de un joven negro por la policía. Violentos incidentes y protestas son parte de una guerrilla urbana que ya alcanza a media docena de ciudades francesas.

Ese malestar fue advertido hace un año por la agencia estadística Eurostat, que alertaba que el 24.4 por ciento (122.3 millones de personas) de los europeos estaban en riesgo de pobreza o exclusión social. Esa pobreza se distribuye diferente en los 28 miembros. Rumania, Bulgaria y Grecia – que vive “al borde de una catástrofe humanitaria” - tienen más pobres que Finlandia, Suecia, Holanda y la República Checa. Sin embargo, en España tres millones de personas sobreviven con menos de 307 euros al mes (417 dólares) y el 18 por ciento de los portugueses viven por debajo de la línea de pobreza.

Es paradójico que en los países fundadores del proyecto paneuropeo como Italia, se duplicara la cifra de pobres entre 2007 y 2012. De acuerdo con Eurostat, en Alemania casi ocho millones de personas sobreviven con 450 euros mensuales (611 dólares). Fuera de la zona euro, en el Reino Unido se multiplicaron por 20 los bancos de alimentos de organizaciones caritativas.

Por eso en 2016 las izquierdas se posicionaron en países con gran desigualdad, como Grecia, España y Portugal, mientras avanzaron la extrema derecha y la intolerancia en los desarrollados como Francia, Alemania, Austria, Países Bajos y Noruega.

Poco se habla de los cinco países más pobres del continente: Bosnia Herzegovina (con un ingreso per cápita anual (IPC) de nueve mil 800 dólares), Georgia IPC de nueve mil 200 dólares), Ucrania con 42 millones, la mayor población (con IPC de ocho mil 600), Armenia (IPC de ocho mil dólares) y Moldavia, el más pobre del Europa con IPC de cinco mil dólares, según el Eurobarómetro.

Por esa crisis la UE cerró sus puertas a refugiados de guerras, epidemias, hambrunas, perseguidos y desplazados forzosos del África subsahariana o del mismo este-europeo. Ya no existe el proyecto internacional inclusivo que apuntaló la integración continental y a la UE, que entre 2015 y 2016 rechazó el arribo de refugiados por el Mediterráneo y pactó con Turquía para cerrar la ruta oriental de ese mar.

La nueva amenaza para los inmigrantes es el reglamento de la Comisión Europea (llamado Dublín IV), que decidirá qué Estado examinará solicitudes de protección internacional, alertan las analistas Cristina Manzanedo y Ane Azkunaga.

Europa elige
En mayo y junio de 2017, los franceses elegirán como presidente entre una xenófoba ultraconservadora, Marine Le Pen del Frente Nacional y el republicano François Fillon.

Pese a los escándalos, Le Pen se mantiene al alza; además de prometer cerrar la puerta a refugiados de Medio Oriente, usó recursos del Parlamento Europeo para pagar a dos trabajadores de su partido, según documentos revelados por WikiLeaks. Fillon, a su vez, es acusado de darle millones de euros a sus familiares.

El responsable de que el Partido Socialista Francés (PSF) se ubique en la derecha más vergonzante es el primer ministro francés Manuel Valls, con su posición anti-inmigrante, pro-transgénicos y pro-nuclear.

El PSF apenas supera el 10 por ciento en los sondeos y han surgido partidos como En marche! (tipo Ciudadanos) del exministro de Economía, E. Macron, y France Insoumise, del autoproclamado candidato Jean Luc Mélenchon. Por eso, el think tank Eurasia Group da el triunfo a la racista populista Le Pen.

El reino de Holanda tendrá comicios parlamentarios y todo indica que el primer ministro conservador Mark Rutte permanecerá en el gobierno. Sin embargo, el anti-establishment Geert Wilders, con fama de ser “el más agresivo de Europa”, ha captado el 20 por ciento de la intención del voto. La inmigración es un problema para el ministro Rutte, quien en una misiva pidió a los inmigrantes “comportarse correctamente o irse”.

La división socio-política de Alemania se muestra en estos dos casos. Tras el triunfo de Donald Trump en EE. UU., el Capítulo Munich del partido de derecha Alternativa para Deutschland (AfD, en inglés) celebró en una taberna de Bavaria. Unos 50 miembros recordaron que Friedrich, el abuelo del magnate, nació y creció en Kallstad, donde juraron “Hacer a Alemania grande de nuevo”. Al mismo tiempo, el influyente diario Der Spiegel mostraba en portada la cabeza del rico inmobiliario como meteoro a punto de destruir el planeta Tierra.

Este año habrá elecciones parlamentarias en Alemania. El partido de Ángela Merkel, Cristianos Demócratas, aún tiene el 30 por ciento de la intención del voto y la mayoría en el Bundestag (Parlamento).

Pero los social-demócratas han crecido el 10 por ciento y el citado AfD avanza de manera sostenida (del cinco por ciento en 2014 al 15 por ciento en enero de 2017). Aún si Merkel gana el 24 de septiembre, perderá poder en el Parlamento.

Italia tiene un difícil escenario porque mantiene un pulso con la UE por el ajuste en sus cuentas con miras a reducir su déficit público. Al interior, el exprimer ministro y actual secretario del gubernamental Partido Demócrata (PD), Matteo Renzi, aceptó elegir al nuevo secretario en un congreso; él renunció en diciembre cuando su reforma constitucional fue derrotada en un referéndum. En 2018 habrá elecciones generales y el futuro del país transalpino se debate entre el PD, el Movimiento Cinco Estrellas y la xenófoba Liga Norte.

Rumania escenifica las mayores protestas sociales tras la caída del comunismo. La causa es el decreto del gobierno socialdemócrata del presidente Klaus Iohannis, que despenalizaba ciertos delitos de corrupción y que aprobó el parlamento rumano tras un referendo.

En las protestas, casi 100 mil personas salieron a las calles de varias ciudades rumanas para acusar al Gobierno de ayudar a los corruptos.

El decreto sólo prevé una pena administrativa en abusos de poder inferiores a 44 mil euros. Uno de los beneficiarios sería el líder del Partido Socialdemócrata (PSD), Liviu Dragnea, acusado de abuso por 24 mil euros.

Desde 2010, la Fiscalía Anticorrpción ha apresado a más de tres mil políticos y funcionarios (ministros y al exprimer ministro Adrian Nastase), lo que le valió elogios de la Comisión Europea.