Difunta Correa/ De los "cinco santos paganos" en Argentina

**Se trata de una de las cinco leyendas que el pueblo argentino construyó basándose en figuras históricas, anecdóticas y míticas, y que hoy en día se cuentan entre los llamados "santos paganos".


Difunta Correa/ De los

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2018, 10:16 am

La periodista argentina Verónica Roselló (periodista, redactora, diseñadora web, community manager, emprendedora, estudiante de Nutrición, fan del coaching y más definiciones que nunca llegan a definirme. De Buenos Aires.) escribió un reportaje-crónica titulado "Conoce a estos cinco santos paganos elegidos por los argentinos", que se publicó en el portal educativo-cultural matadornetwork.com.

Se trata de una de las cinco leyendas que el pueblo argentino construyó basándose en figuras históricas, anecdóticas y míticas y que hoy en día se cuentan entre los llamados "santos paganos".

Hoy aquí les proporcionamos el quinto de estos relatos, titulado:

Difunta correa

Los orígenes de esta imagen pagana se relaciona con María Antonia Deolinda Correa. La leyenda dice que en el año 1835 un criollo de apellido Bustos fue reclutado en una leva para las montoneras de Facundo Quiroga y llevado por la fuerza a La Rioja. Su mujer, María Antonia Deolinda Correa, desesperada porque su esposo iba enfermo, tomó a su hijo y siguió las huellas de la montonera.

Luego de mucho andar y cuando estaba al borde de sus fuerzas, sedienta y agotada, se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Unos arrieros que pasaron luego por la zona, vieron a un grupo de aves carroñeras revoloteando, se acercaron al cerro y encontraron a la madre muerta y al niño aún con vida, amamantándose de sus pechos.

Recogieron al niño y dieron sepultura a la madre en las proximidades del Cementerio Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo, en la provincia de San Juan. Cada año, una cabalgata de miles de gauchos ofrenda a la Difunta, y en las rutas y caminos de todo el país se pueden ver pequeños altares con botellas de agua.

Los hombres de campo le piden protección para sus cosechas, los arrieros la consideran su protectora y hacen sus peligrosos viajes a través de las serranías y quebradas bajo su amparo, y las madres elevan sus oraciones para que nutra sus pechos.